El reloj marcaba las siete y cuarenta y cinco. Axel estaba frente al espejo del baño, peinándose con los dedos mojados porque no encontraba el cepillo y tampoco tenía ganas de buscarlo. Su mochila estaba apoyada junto a la puerta, inflada como si fuera a una guerra y no a su primer día en la Academia de Héroes.
—¿No se te olvida nada? —preguntó Anastasia desde el pasillo, poniéndose el saco a toda velocidad.
—No sé… ¿una katana? ¿una carta de herencia por si no regreso?
—Ah, qué gracioso, deberías inscribirte a un concurso de burros, tu cara seguro que te hace ganar. —Apareció en la puerta mientras ajustaba su bolso—. Justo hoy me llamaron de urgencia, no voy a poder acompañarte, perdón Axel, la próxima vez te compenso…
—Está bien —la interrumpió él, intentando sonar tranquilo—. No eres mi mamá, no esperaba que fueras de todas formas.
—Oye, esto estuvo demas, te crié como si lo fuera, pedazo de piedra con patas malagradecido.
Axel no respondió, pero le dedicó una media sonrisa. Esa que usaba cuando quería decir “gracias” sin tener que ponerlo en palabras.
—¡Vamos, Sofi, apúrate! —gritó Luisa desde la cocina—. ¡Se te va a hacer tarde y nos va a retar tu maestra!
—¡No quiero ir al colegio, quiero ir con Axel!
—Ya no te puedo llevar Sofi, ahora yo tengo que ir a la escuela tambien —dijo él, asomándose por la escalera—. Perdón enana, pero no tenemos opciones.
Mientras bajaba, vio cómo su cuñado, Hernán, salía con el casco de moto en la mano.
—¿No vas a decirme “buena suerte”? —le preguntó Axel con fingida indignación.
—Buena suerte, no rompas nada. O rómpelo todo, pero con estilo —dijo Hernán con una sonrisa antes de salir por la puerta.
Luisa le dio un beso en la mejilla al pasar, cargando una mochila rosa y un recipiente enorme con la merienda.
—Voy a llegar tarde si no salgo ya. ¿Vas solo entonces?
Axel asintió.
—A pie, así despejo la cabeza.
—Ten cuidado. ¡Nada de meterte en peleas!
—Tranquila, abuela. Todavía no he empezado.
Y así, sin más ceremonia, salió por la puerta. La mañana estaba fría, pero el sol intentaba hacerse notar desde un cielo despejado. Caminó un par de cuadras en silencio, observando cómo la ciudad empezaba a despertar. Autos, drones de reparto, personas con uniformes de trabajo y uno que otro loco con capa entrenando en la plaza.
Fue entonces cuando ocurrió.
Un estallido, fuerte y seco, retumbó desde varias calles más allá. Las ventanas vibraron y las alarmas de los autos comenzaron a sonar al unísono.
Axel se quedó quieto. Su primer impulso fue correr en dirección contraria. Pero algo dentro de él—curiosidad, imprudencia, o tal vez eso que llaman instinto de héroe—lo hizo girar y avanzar hacia el humo que empezaba a elevarse.
—¿Qué demonios fue eso...? —murmuró, mientras apretaba el paso.
No sabía con qué se iba a encontrar. Solo sabía que, por alguna razón, su corazón latía más fuerte que nunca.
#1403 en Fantasía
#813 en Personajes sobrenaturales
#1986 en Otros
#366 en Acción
acción y superpoderes en un mundo roto, héroes adolescentes vs amenazas oscuras, fantasía urbana postapocalíptica épica
Editado: 20.05.2025