—¿¡Don..dónde están mis..piernas!?—grité al despertar, mis piernas habían sido reemplazadas por dos barras de metal.
Estaba confundida, desorientada, no me podía mover ni girar la cabeza, tan solo pude mover y cerrar los ojos, aunque se sentía extraño, también podía hablar pero de una manera torpe. Mi cuerpo parecía estar encadenado, mi campo de visión era muy escaso.
—19 de noviembre de 1942. Sujeto #0827 respondió a los estimulantes, hora 18:06—dijo el hombre frente a mi apuntando los datos en una tablilla.
El hombre llevaba puesto un acorazado traje de protección, llevaba un casco, respiraba a través de unos tanques de oxígeno en la espalda, no vi su rostro.
Era un enorme laboratorio, su iluminación era muy tenue, de un azul oscurecido. Lo que vi ahí dentro fue sádico.
Por todo el largo del lugar se hallaban filas de numerosos contenedores con restos humanos en su interior, yo estaba en uno de ellos. A todos les faltaba alguna extremidad o todas ellas, flotaban en una verdosa agua conectados a cientos de cables y con una caja enorme en la cabeza que impedían ver sus caras.
Uno de ellos tenía mutilada la mitad inferior del cuerpo dejando visibles su columna vertebral y parte de sus órganos. Una mujer embarazada sin una pierna flotaba en esas aguas verdes, unos cables rojos entraban dentro de ella para monitorear al feto, destrozando sus genitales. A su lado, otro contenedor llevaba dentro de él un embrión, flotaba al centro, los mismos cables jalaban de él en todas las direcciones, pareciese la semilla de un gran árbol al echar raíces.
—Ahhh..ahhh—me estaba hiperventilando ante aquel horror.
—Aún no está listo, dupliquen la dosis de estimulantes—sacó una jeringa de su bolsillo y lo administró a uno de los muchos cables que me conectaba. Sentí calma y sueño, me dormí, pude soñar.
Me a vi a mi misma pisar la tierra con mis propias piernas, me encontraba en un campo de guerra, había mucha gente huyendo, no pude ver sus rostros ni oír sus voces. Sus cuerpos eran sólo sombras negras con ropa y sus voces fueron reemplazadas por ruidosos chillidos y gruñidos ininteligibles. Todos huían despavoridos y asustados hacia un lado mientras yo caminaba lentamente hacia el lado contrarío.
Sentí un llamado, no entendía lo que decían, para mí sus voces eran solo aterradores lamentos, como oír una psicofonía al máximo volumen.
Me vi extender la mano hacia la luz frente a mi, el sol parecía estar más cerca que nunca, me sentí atraída como polilla a una lámpara. No pude llegar. Un gigantesco agujero se abrió en el rojizo cielo, de él caía a tierra un objeto circular.
Cuando aquel objeto tocó tierra creí ver el destello más brillante que jamás haya visto.
¿Así era morir? Lo creí en ese instante, más luego de la luz siguió la oscuridad. Desperté.
—¿¡Dónde están mi...mis piernas!?—grité de manera automática.
—20 de noviembre de 1942. El sujeto #0827 respondió con éxito a los estimulantes. Hora 18:07—dijo el hombre, la voz era diferente, era otro asistente.
—Nombre—dijo el hombre.
—¡Mis..pier..nas!—grité, no podía articular frases, no había conexión entre lo que pensaba y hablaba.
—No sirve—se cansó de mi, introdujo la misma jeringa en el mismo cable, tardé un poco más en quedarme dormida.
—El sujeto #0827 no responde, su desempeño no es el deseado, se le triplicará la dosis de estimulantes.
Volví a soñar. Me vi en un bote en medio del lago junto con una niña, su rostro y voz fueron censurados de mis recuerdos como en el sueño anterior. Parecíamos estar pescando, el día era nublado y las aguas del lago lucían un azul intenso, había mucha vegetación.
La niña intentaba pescar algo al otro extremo del bote, lo más alejado posible de mi, ella estaba muy concentrada y atenta al movimiento del agua. Pude sentir miedo en ella, algo no andaba bien.
De repente las aguas del lago oscurecieron hasta formar un negro y viscoso pantano, el ambiente se tornó oscuro y la abundante vegetación marchitó, mi culpa lo cambió todo al instante.
De la pantanosa agua saltaron monstruosos gusanos negros, sus gruesos cuerpos parecían estar embarrados en grasa. Uno de ellos saltó hacia mi cuello rodeándolo. Vi a un gusano atacar a la pequeña niña en el bote, en ese momento olvidé mi culpa y traté de liberarme, usé toda mi fuerza y mis dientes para escapar, quería salvar a esa niña sin importar el costo.
Arranqué con mis dientes la cabeza del gusano, tiré su cuerpo al agua, corrí hacia ella, con mis manos tiré al gusano a un lado y le di tantos golpes pude con el remo.
El bote se tambaleaba, nos hundimos.
Estábamos muy alejadas la una de la otra, decenas de gusanos negros nos rodeaban, debía salvarla como sea, estaba en conflicto. Nadé en las pantanosas aguas, tenía que salvarla, traté de ignorar sus horribles gritos, no lograba avanzar, la niña parecía alejarse más y más de mi, parecía imposible, los gusanos estaban cada vez más cerca de ella.
Sucedió, un sueño en un sueño.
Había un hombre alto frente a mi, me estaba mostrando una fotografía, sentí que lo conocía a pesar de no tener voz ni rostro. Lo que quería era que le diga que es lo que veía en aquella fotografía. Era extraño, no pude ver nada en esa foto, tal vez no quise ver nada en ella.
Parecia una masa deforme, usando mi imaginación pude responder de cientos de maneras diferentes más nunca le daría la respuesta correcta a aquel hombre. Le respondí con una de esas muchas respuestas, sentí su indignación, no era la opción correcta, me abofeteó muy fuerte y se fue iracundo.
Estaba segura de que sabia la respuesta correcta, pero no quise decírsela, me aferré tanto a lo que creí que nublé mi sentido común.
Me hallaba en el limbo, un espacio oscuro donde predomina el sentimiento de culpa de los que no quisieron ni dejaron vivir.
¡No debiste haber nacido!
Escuché gritos, era mi voz. ¿Un recuerdo del pasado?