Sujeto 23061

Capitulo UNO

Caminé por los pasillos del ¨Archivador¨ con la mitad de mis manos en mi boca. Sentía que en cualquier momento me pondría a saltar de la emoción y expectación.
Mis pasos y los de la mujer a mi lado eran lo único que sonaban en los blancos pasillos del edificio. Todo estaba tan callado y yo sabía que la mujer a unos pasos de mí ni siquiera se esforzaría en empezar una conversación conmigo. Un vistazo rápido a ella cuando tocó a mi puerta esta mañana fue suficiente para decirme que era una Serum. Mis sospechas fueron confirmadas cuando me habló en la lengua común y no en la de nosotros, los Amin. Además, su vestimenta era tan cuidadosamente impecable, con su pelo rubio platinado en un moño apretado en su coronilla y su ropa blanca ceñida a su cuerpo. Hacía, sin esfuerzo, que yo me viera vulgar, a pesar de haber pasado toda la mañana preparándome para este momento. Bueno, toda mi vida.
La Serum me dirigió por más pasillos que se interconectaban y que serpenteaban, que se estrechaban y que volvían a ancharse después. Todos tapizados de puertas. Algunas eran puertas blancas sencillas, parecidas a la mía, donde sabía que había niños de todas las Kasten, mientras otras tenían letreros que indicaban que eran oficinas o centros de asignación de kaste. No miré a esas puertas con melancolía, aunque mi tiempo en el ¨Archivador¨ hubiese sido agradable, sino con una mezcla de impaciencia y excitación. Había pasado dieciocho años en este lugar y ya estaba lista para salir, para emplear todo lo que me habían enseñado.
Al fin la mujer paró frente a una puerta, tan blanca como todas las demás—ahora que lo pienso, ¿Cómo es que no se pierden en este laberinto de blancura y limpieza?—y puso un código en uno de los paneles de la pared. No tuvo que esperar más de dos segundos para que la puerta se abriera y se hiciera a un lado para dejarme pasar. Sabía que ella no vendría conmigo a la entrevista. Solo me esperaría para llevarme a mi casa asignada. Todo lo demás me lo dirían aquí y ahora. Estaba tan emocionada, al borde de algo que sabía que sería increíble, y no podía esperar.
Le di una sonrisa y ella me respondió con un asentimiento de la cabeza, tan regia como todos los demás empleados del ¨Archivador¨.
Entre en la habitación, donde ya me esperaba un hombre sentado del otro lado de un escritorio. La habitación era sencilla, como todas, solo contando con lo necesario. Dos sillas y un escritorio donde el hombre trabajaba. Uno de los lemas de la CUI, la Comunión Unida Internacional, era que si no era estrictamente necesario, no era importante.
Me senté en la silla frente a la del hombre y me mordí los labios, esperando a que me anunciara mi nueva vida.
—Sujeto: Kalila 20632, ¿Cierto?—Asentí en seguida, tal vez demasiado energéticamente y me remordí el labio inferior. El hombre sentado frente a mí probablemente andaba por los cuarenta y tantos, tenía una calva increíblemente lustrosa. Tuve que pellizcarme las palmas para apagar el impulso de acercarme y pasar un sedo por ella. Solo para ver si rechinaba—De acuerdo, Kalila, ¿Puedo llamarte así?
—Por supuesto.
—Bien, soy el doctor Lance 56243—El doctor habló en lengua común así que dudé que fuera un Amin, como yo.
— ¿De qué Kaste es usted, doctor? Si es que no le molesta que pregunte…—El doctor Lance negó con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Está bien, soy un Estrus—El doctor debió ver la sorpresa en mi rostro pues luego añadió—Si, a mí también me resulta raro trabajar entre tantos Serum. Pero tú no tendrás que preocuparte por eso, 20632—Bajó su cabeza a un folder que tenía sobre su escritorio y luego me miró con una sonrisa simpática, extendiéndome el folder—De hecho, ya sabes que hoy estamos aquí por eso.
Claro que lo sabía. Cuando cumplí catorce y me asignaron a los Amin empecé la cuenta regresiva. Los primeros meses fueron emocionantes, pero luego se volvió más como una rutina. Luego cumplí diecisiete y la emoción volvió a surgir y con más potencia que antes. Solo quedaba un año para ser integrada
en una comunidad real, fuera del ¨Archivador¨. Y hoy era ese día. El día de mi integración a una vida real.
—El folder que tienes en tus manos, Kalila, contiene toda tu información personal y tiene todo lo que necesitas saber cuándo salgas de aquí. Se te ha asignado una vivienda en Erlogen, Wandel, así que no tendrás que salir del país.
Abrí el folder que me había dado el doctor y lo hojeé. En la primera página había un registro de mí, con toda la información que tenía mi marca identificadora. Mire de soslayo el tatuaje de mi muñeca derecha: 20632. Volví a la hoja y leí la información que ya conocía. Kalila 20632, Amin, no padece ninguna enfermedad, dieciocho años y contando, mujer, oriunda de Wandel…
—Como podrás ver en el folder, además de vivienda, también se te ha asignado un empleo y una pareja—No necesitaba verlo para saberlo, desde pequeña nos habían enseñado la política de Synapse, la rama de la CUI que controlaba todo, ¨Cuando se está con quien se debe estar, se es quien se debe ser¨. Synapse tenía un método perfecto de guiarnos con quien debíamos estar y así es como funcionaba nuestra sociedad. Impecable y perfectamente— ¿Has oído de WN?—negué un poco, desconcertada—Wandel News, es una cadena de noticias, la más verídica y con mayor credibilidad de todo Wandel. Y para tu suerte—me dio una sonrisa cómplice y simpática que devolví con emoción aún más creciente— necesitan reporteros Amin. Cuando me informaron de esto, la primera Amin en la que pensé fue en ti, Kalila—Parpadeé, nunca había visto a este hombre antes, pero sabía que en los ¨Archivadores¨ se vigilaba de cerca el progreso y avance de los niños.
— ¿Voy a ser reportera en Wandel News…? Pero acabo de salir de…— El doctor Lance negó.
—No les importa, al contrario, están buscando jóvenes frescos—Dejé que la noticia se asentara en mí. Había oído casos de otros jóvenes que salían de ¨Archivadores¨ e iban directamente a puestos de importancia en la sociedad, pero nunca imaginé que me sucedería eso a mí— Ahora, hablando de tu pareja asignada…Se llama Willen 13133. Pasa la página, hay un registro suyo ahí—Hice lo que me pidió y vi una foto de un chico con el pelo bien arreglado y
oscuro que sonreía. Su piel estaba sonrosada y sus ojos marrones se acentuaban por sus marcados pómulos y hoyuelos que mostraba al sonreír. El chico era guapo, eso debía reconocerlo. Synapse sabía muy bien cómo hacer su trabajo. Me pregunté si ahora mismo él estaría en otra sala en algún ¨Archivador¨ siendo entrevistado como yo, con un folder igual al mío, viéndome en una foto. Me pregunté cuál sería su reacción al ver que la chica pelirroja de la foto seria su esposa pronto.
—Y antes de que pregunte, 20623, Willen no está en ningún ¨Archivador¨. El ya lleva varios meses en la sociedad, viviendo en Erlogen, para ser exactos. Su boda será en algunos meses, cuando usted ya este correctamente integrada— Asentí, volviendo a morderme el labio. La ansiedad dentro de mí estaba creciendo bastante rápido, haciendo que mi estómago se sintiera raro.
—Me parece que ya le he dado un aspecto general de lo que debía saber…espere, creo que hay algo que se me olvida…—Apoyó su barbilla en una de sus manos y miró al techo. Luego levanto las cejas y me volvió a mirar— Ya lo recuerdo, ¿Tienes alguna pregunta sobre tus padres?—Mi respuesta se redujo a un hecho innegable, nunca los había conocido, como todos los demás niños, y había tenido una vida feliz en el ¨Archivador¨, así como la tendría en Erlogen después. Nunca había necesitado saberlo, además, la reunión se estaba alargando demasiado. Negué y me preparé para lo que el doctor Lance diría cuando articuló las palabras en su boca.
—Dentro de unos momentos, la señorita que aguarda allá afuera la llevará a Erlogen y podrá empezar su nueva vida, Kalila. ¿Tiene alguna pregunta?—Tenia muchas preguntas, pero me negaba a perder más tiempo y negué. El doctor solo se rio un poco y se levantó del escritorio, dirigiéndose a la puerta— Espero que tenga un buen viaje y que todo sea de su agrado, Kalila.
Me levanté demasiado rápido en respuesta y le sonreí. El doctor abrió la puerta y se hizo a un lado para que pasara. Afuera, efectivamente, me esperaba la mujer de hace un rato. Esta solo me dio una larga mirada antes de preguntar:
— ¿Lista?—Trague saliva y asentí, con el corazón desbocado.
—Sí—Y vaya que lo estaba.

El viaje a Erlogen, para crédito del doctor, sí fue agradable. El auto que nos llevó a la Serum y a mí no tardo más de un par de horas. Primero teníamos que salir del dominio del ¨Archivador¨ para entrar en Erlogen. Y cuando al fin llegamos, me pegué a la ventana, absorbiendo cada detalle y color con los ojos abiertos. Nunca había visto tantos colores juntos, convergiendo entre ellos. En el ¨Archivador¨ todo era blanco o de colores sobrios. Cuando era pequeña, me habían enseñado la gran variedad de colores. Pero eso había sido por separado, el azul en una hoja y el rojo en otra. Ahora los veía juntos, conviviendo como amigos de la misma kaste y a la vez no. Antes, solo conocía el rojo de mi cabello y de las tarjetas que nos daban, ahora que veía todos esos tonos, colisionando justo frente a mis ojos, yo…me quede sin aire.
Los espacios baldíos que se hallaban alrededor del ¨Archivador¨ se desvanecieron perezosamente dando paso a casas. No había edificios, no a menos que se tratara de algún lugar comercial. En las ciudades no tan pobladas, los edificios no eran necesarios. Todos tenían una casa del mismo tamaño. Normalmente las ciudades como esta eran Amin o Serum ya que esas eran las kasten que no debían relacionarse con las demás. Sin embargo, las Estrus y Sterin vivían en ciudades grandes, como Geld, según me dijo la Serum a mi lado, la capital de Wandel.
Luego, las casas también empezaron a alejarse más entre ellas, anunciándome que ya estábamos llegando a las afueras de la ciudad, lo que quería decir que ya estaba cerca de mi nueva casa. Tomé largos suspiros entre sonrisas mientras el auto se parqueaba frente a una casa idéntica a las demás. Un solo piso, pintada de un tono de crema… ¿Beige? Y con un pequeño jardín en el frente.
La Serum me dijo algunas cosas importantes antes de irse. Empezaba al día siguiente mi trabajo en WN y ya tenía todo instalado adentro. Había una bicicleta en el garaje para que me transportara, ya que según la Serum, WN no estaba muy lejos de aquí. Además, estaba muy de moda transportarse en bicicletas, ya que no contaminaban. Nadie quería que se repitiera la catástrofe de hace décadas causada por eso.
Caminé hasta la puerta y pasé mi muñeca por el panel de la puerta y esta se abrió con un silbido. Dentro, todo olía a nuevo, como si lo hubiesen comprado recién esa misma mañana.
Paseé por la casa. Lo primero que había luego de la entrada era un recibidor vacío, por supuesto. Solo tenía un gancho para abrigos o cualquier otra cosa. Luego, tenía la opción de ir a la derecha o a la izquierda. Fui a la derecha. Daba a una salita, con un par de muebles y una puerta que daba a la cocina. La nevera y los estantes estaban llenos de comida suficiente como para no tener que salir al supermercado en un tiempo. Había una estufa y otras cosas de cocina que no me pare a ver con atención y volví a la salita. Había otra puerta que daba a un baño sin bañera, lo que me hizo pensar que no era el principal. Me devolví al recibidor y fui por la izquierda. Esta daba a un pasillo recto con dos puertas. Ambas habitaciones, supuse. Una para mí y otra para los invitados. Pensar en habitaciones me hizo pensar en Willen. No tenía ni idea de que le pasaría a mi casa cuando nos casáramos. Quien iría a vivir con quien.
Sacudí mi cabeza, olvidándome del tema y seguí mi exploración. En la habitación principal había una cama, un armario y un gavetero con espejo. Luego de abrir las puertas del armario, comprobé que sí me habían instalado todo. No tuve que medirle la ropa que haba ahí adentro para saber que me quedaría. Impecable y perfecto.
Me dejé caer en la cama y sonreí al techo. Ya estaba fuera del ¨Archivador¨. Ya estaba dentro del mundo real, un mundo lleno de cosas que siempre había querido ver y que ahora vería.

Mi primer día en WN fue, en resumen, maravilloso.
Todo fue maravilloso, y aunque quedé exhausta, cuando volví a casa aceleré más la bici para sentir el aire chocar contra mi sudada cara, con una sonrisa y deseos de gritar o de saltar de felicidad. Todo era mucho mejor de lo que había esperado en el ¨Archivador¨.
Cuando llegué al estudio, me dieron la bienvenida y me enseñaron mi oficina. A pesar de ser mi primer día, tuve mucho papeleo que hacer luego de una breve introducción a lo que estaría haciendo. Empezaría dando un resumen del día en un programa de la noche. Pronto, me di cuenta de que casi no pondría pie en mi casa con el trabajo. Tenía que llegar temprano en la mañana y solo tenía una hora de descanso en la tarde para comer, pero incluso daban la comida ahí así que no tenía que salir. Luego, me llevaban algunos titulares a la oficina para que escribiera lo que diría esa misma noche.
Salía ya cuando daban las ocho de la noche y todo estaba a oscuras. La calle estaba adecuadamente iluminada y en Wendal no había una tasa alta de delincuencia, por lo que mi hora de salida no era un problema. Al contrario, pronto le tomé cariño a correr la bici por la calle solitaria y silenciosa. Todo parecía vaciarse y, aunque fueran pocas, las estrellas brillaban por encima de mi cabeza. Un día me entraron unas ganas de acostarme en medio de la calle e inhalar el sabor de la noche en mis pulmones, así que miré a ambos lados de la calle y lo hice. Me tumbé con la bici a mi lado y cerré los ojos. Sintiendo el frescor de la noche y la oscuridad sobre mí, interrumpida solo por alguna que otra lámpara.
Pasó una semana de mi asombrosa rutina, despertarme, con una canción que le programé al despertador, y ducharme antes de desayunar. Luego me iba bailando, con la canción adherida a mi cerebro, al garaje donde recogía mi bici y pedaleaba hasta WN. Allí saludaba a todos con una sonrisa y empezaba con mi trabajo hasta la hora de la comida. Esa hora era bastante animada, ya que todos allí éramos Amin y compartíamos el mismo temperamento. Conversaba con cada uno de ellos, tanto con nuevos como yo así como viejos. Un día me sorprendí al conocer a un anciano Amin que se llamaba Chris Alte. El señor no aparentaba tanta edad, pero me confirmó que rondaba los ochenta años. Y yo sabía que solo las personas que vivieron antes que Synapse tenían apellidos, como la misma directora de este, Athena Mitter.
Luego pasó otra semana y empecé a comer más seguido con Chris, quien me contaba historias de su juventud. Chris me contó que cuando tenía veinticuatro años, vio cómo se fundó Synapse y la CUI. Además de eso, Chris me contó de la catástrofe y del virus. Su prometida, según me dijo, había muerto por la
Meningitis Mutada antes de que se implementara el sistema de Kasten. Luego, Chris miró al suelo y dijo en un susurro que si Lena hubiese estado viva, no podrían haber estado juntos, ya que ella hubiese sido una Estrus.
No pude más que apoyar una mano en su hombro y darle una sonrisa cálida. Me pregunté si después de eso Synapse lo habría emparejado con alguna Amin o si por pasar de los dieciocho lo habrían dejado estar. El hecho de que Chris tuviera un apellido y no un número debía decirme mucho, pero aun así no podía estar segura.
Otra semana pasó y con esta su debida rutina. Bueno, no del todo.

Sucedió un jueves. Cuando llegué a WN, noté al instante que todo estaba algo más caótico de lo usual. Miré desconcertada a las personas que pasaban a mi lado, con teléfonos en sus oídos. Todos parecían estar hablando con alguien más, muy expresiva e intensamente. En una esquina vi a Chris sentado como si esperara algo, seguramente un teléfono para llamar a alguien. Instantáneamente, una región de mi cerebro se apuró a preguntarse quién sería ese quien, pero me la sacudí de encima y camine hacia él.
—Hola, Chris—Dije agitando una mano. Chris levanto la cabeza y me sonrió algo ausente— ¿Qué está pasando?
Chris dio un largo suspiro.
—No lo sé, pero es algo grande. Todos los reportajes cesaron cuando alguien llamó a la supervisora—Chris se pasó una mano por la cabeza y la cara—Nunca se habían puesto así, pero lo que sea que es aún no se ha dispersado a los de menor rango.
Asentí cuidadosamente.
— ¿Qué puede ser tan malo?
—Un escape de gas en la central o…
—No, Chris, eso suena bastante pequeño, comparándolo con sus reacciones—Chris se encogió de hombros.
—Te lo dije, Kal. No tengo ni idea de que está pasando—Me crucé de brazos dirigiendo la mirada a los demás. La mayoría caminaban de aquí a allá, visiblemente estresados—Podría ser…
— ¿Kalila?—Me giré al momento que una voz femenina me hablaba desde atrás. Me giré sobre mis talones y parpadeé al ver a la supervisora detrás de mí, jugueteando con sus manos.
— ¿Si?
—Necesito hablar contigo en mi oficina—le dio una mirada a Chris, con una sonrisa de disculpa—a solas.
Le di un último vistazo a Chris, quien solo asintió, antes de seguir a la supervisora a su oficina. El corazón me palpitaba de prisa, consciente de que lo que fuera que quisiera hablar conmigo sería importante. Y me calaba en los huesos la necesidad de saberlo.
Cuando llegamos, me senté en la silla frente a su escritorio mientras ella tomaba la de atrás. Esta habitación me recordó bastante a mi entrevista en el ¨Archivador¨. Lo único que diferenciaba esta con aquella era que esta tenía las paredes pintadas en tonos azul oscuro, mientras la otra era blanca.
La supervisora apoyo sus manos cruzadas en el escritorio y adoptó una postura oficial.
—No sé si ya has oído de la explosión—Mis ojos se abrieron ante esa palabra. ¿Una explosión? ¿Dónde?
— ¿Qué?—La supervisora dio un pequeño asentimiento antes de explicarse. No dije nada para interrumpirla, necesitaba saber.
—Una de las sedes secundarias de Synapse, en Geld, fue volada desde sus cimientos en una explosión—El aire abandono mis pulmones—Esa sede estaba peligrosamente cerca de la principal de todo Wandel. ¿Entiendes la gravedad del asunto?
Asentí y tragué en seco.
—Pero, ¿Fue por una fuga de gas o…o algo así?—La supervisora negó y puso un expresión grave.
—Ni de cerca—replico para sí misma, luego alzó la voz—Fue intencionado. Un ataque rebelde—Abrí la boca para decir algo, pero luego la cerré. No tenía palabras, ni siquiera lo entendía. ¿Por qué alguien haría algo así?
— ¿Rebeldes? Nunca los mencionaron en el…—La supervisora negó.
—No iban a enseñarte de algo que no existía. Estos ataques rebeldes son bastante recientes. Pero los anteriores han sido tan tenues que nadie se ha molestado en hablar de ellos. Esto…esto es una bandera en neón de guerra.
Guerra. No estaba segura la magnitud de esta, si se iniciaba, pero por lo que sabía de guerras, no eran muy buenas o agradables. La última guerra mundial por la que pasó el mundo no fue muy bonita. En los libros de texto que usábamos en el ¨Archivador¨, se hablaba de la cuarta guerra mundial como un suceso muy destructivo, que no solo tuvo armas como medio, sino también al virus.
Un escalofrío me recorrió la espalda.
— ¿Qué tengo yo que ver con esto?—Dije en apenas un suspiro.
—Necesitamos a alguien que cubra esta noticia, Kalila. Pero hay que ser precavidos en cómo se la damos al público civil. Así que vas a ir a Geld, como nuestra representante y vas a cubrir esa noticia, guardándote los detalles que puedan incendiar una rebelión a gran escala— Torcí la boca.
— ¿Quiere que censure la noticia?
—No pongas esa cara, Kalila. Sabes muy bien lo volátil que son estas situaciones. No digo que no nos digas que pasó allí, solo quiero que guardes algunos detalles. Se los dirás a quien sea que se encargue de ti en Geld pero no los dirás al aire, ¿Entiendes? Los rebeldes son un tipo de personas muy curiosas, Kalila. Tiran una chispa y dependiendo de cómo reaccionan los otros, así reaccionan ellos—Me quedé en silencio un momento, pero luego asentí.
—Bien, pronto te avisaremos de tu partida, aunque probablemente sea mañana. Puedes irte ahora, te recomiendo que lo hagas, haz tus maletas para unas semanas y duerme un poco. El viaje de Erlogen a Geld es agotador.
Luego agitó una mano y sacó un par de papeles de un cajón, indicándome que podía irme.
Salí de ahí más confusa de lo que había entrado, con la mente llena de preguntas. ¿Qué querían los rebeldes? ¿En serio todo estaba tan mal como para que fuera peligroso que la población se enterara de que había rebeldes entre ellos? Y la más importante, ¿Por qué yo?
Chris me interceptó de camino a la salida y le dije todo lo que él quería saber, excepto el detalle de los rebeldes. Luego me fui, como la supervisora había sugerido, e hice mi maleta. Traté de dormir, también, pero mis pensamientos no me lo permitieron. Así que limpié la casa, cociné y busqué todo tipo de cosas para hacer y distraerme un poco.
Al final, terminé tomando mi bicicleta y yéndome a dar una vuelta por el vecindario. No volví a mi casa hasta que me dolían las piernas hasta más no poder. Solo ahí volví, deteniéndome para sentir la noche como la última vez.
Y al día siguiente, cuando tocaron a mi puerta, me precipite a ella solo para darme cuenta de que era mi escolta para Geld.



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En el texto hay: distopia, romance

Editado: 21.09.2020

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