Sujeto 23061

CAPITULO NUEVE

El encuentro seria, nada menos que, en mi casa. Así que yo tendría que preparar todo. Por un momento considerehpedir comida del restaurante al que Axel me llevaba, pero…sencillamente no se sentía correcto, a pesar de que a él no le molestaría.
Así que tuve que dar un apresurado viaje al supermercado para comprar cualquier cosa que se cocinara en cinco minutos. Me quede más tiempo del necesario en la sección de sopas instantáneas, pero me reprendí a mí misma. Debía tratar de hacer esto perfecto. Willen era el chico con el que me casaría y al igual que Axel con Adelaide, debía por lo menos crear un ambiente romántico entre nosotros. A pesar de que las dudas contra Synapse habían calado hondo en mi interior. No podía pagarla con Willen, él no tenía la culpa de nada de lo que sucedía.
Así que salí de ese pasillo y me fui al de pastas. Podría dejarlas hirviendo mientras me arreglaba y luego terminarlas y preparar la mesa para antes de que Willen llegara. Revise mi reloj y casi se me salió el corazón, faltaba solo media hora para eso.
Me fui corriendo con las bolsas en las manos, como si los Sterin de la otra vez me persiguieran. Llegué a mi apartamento en diez minutos, lo que solo me dejaba veinte para prepararlo todo. Ni siquiera guardé lo demás cuando saqué una olla y la llené de agua, echándole los spaghettis. Prendí la hornilla y me fui de ahí, dejando todo en el piso, para bañarme. Me di una ducha rápida y me metí en un vestido negro sin mangas, con un pequeño cinturón negro. Luego, cepillé mi cabello dos veces y me miré al espejo. Ni siquiera pensé en maquillaje—el que no tenía—y salí corriendo a revisar la comida. Luego me devolví corriendo porque había olvidado los zapatos.
Ya en la cocina, levanté todas las bolsas y le apagué el fuego a la olla. Preparé una salsa sencilla que había aprendido en mi curso de cocina, con cuidado de no mancharme y revisé la hora. Cinco minutos, solo cinco minutos me faltaban. Apreté los dientes y fui corriendo con los platos, tenedores, cuchillos y vasos—de un solo viaje—al comedor. Los arreglé, tan lindos como pude y volví a la cocina para traer la comida. Coloqué los spaghettis como había visto
en una foto del restaurante y volví a la cocina por el refresco. Cuando cerré la nevera, vi el desastre por todos lados. Me mordí los labios y corrí de vuelta al comedor, tendría que limpiarlo todo rapidísimo, antes de que Willen llegara. Corrí a la cocina pero me detuve en seco al oír el timbre.
Ding-Don
Pudo haberme dado un paro al corazón en ese mismo momento, y mi mirada viajó de la puerta de la cocina a la puerta de entrada. El timbre volvió a sonar y me precipite a la puerta de la cocina, cerrándola cuidadosamente. Sí, Willen no tenía que entrar ahí.
Me alisé el vestido y me pasé los dedos por el cabello y respiré profundamente. Y entonces abrí la puerta. Willen estaba de pie mirando el piso pero cuando notó que la puerta se había abierto, levantó la cabeza y me miró, dándome una sonrisa que acentuaba sus hoyuelos y pómulos.
Willen era justo como lo recordaba de su registro, su pelo oscuro estaba peinado—esta vez de verdad, no como el de Axel—y sus ojos marrones brillaban, enmarcados por unos lentes. Su piel sonrosada le hacía ver menor de lo que era, parecía un chico de dieciséis años. Llevaba un esmoquin y una corbata negra, luciendo tan elegante. Era guapo, eso sin duda, pero no me hizo sentir como la vez que lo vi en el registro.
Le devolví la sonrisa y lo invité a pasar.
—Eres más linda en persona—Le sonreí algo tímida y murmuré un gracias—Un placer conocerte, Kalila.
—Gracias, para mí igual—Lo guie al comedor y nos sentamos. No sabía que decirle para cortar el hielo, pero él no parecía incomodo, lo que me dio más confianza—Así que, Willen…
—Llámame Will, por favor, solo mi jefe me llama así—Me reí un poco y por un momento casi dejé salir puedes llamarme Kali, o algo más.
—Claro, Will. Así que, ¿A qué te dedicas?—Me apoyé poniendo los codos sobre la mesa para mirarlo mejor.
—Soy fotógrafo—abrí la boca en una ¨o¨—Trabajo en el periódico de Erlogen.
—Tenemos empleos muy parecidos—Will asintió.
—Sí, pero el tuyo parece más prestigioso—me reí y Will me sonrió—digo, te mandaron a Geld solo para que documentaras esto. Es increíble.
—Gracias, lo de fotógrafo no suena nada mal.
—Nunca dije eso, me gusta lo que hago.
Le sonreí de nuevo y miré la comida en la mesa.
—Yo también tengo hambre—dijo adelantándoseme— ¿Puedo?—miró mi plato y se lo di. Will me sirvió una buena cantidad de Spaghettis y luego se sirvió a sí.
— ¿Los hiciste tú?—Preguntó alzando una ceja.
—Sí.
—Están muy buenos, ¿Cómo aprendiste a hacerlos?
—Tomé un curso de cocina italiana…Me gusta hacer eso en mi tiempo libre—Me pase un mechón de cabello por detrás de la oreja y luego me entretuve con las puntas del mismo.
—Yo solo sé cocinar un par de cosas, supongo que podrías enseñarme cuando…cuando nos casemos—Alcé las cejas y le di una sonrisa tentativa.
—Claro, me encantaría. Pero debes enseñarme algo a cambio… ¿Qué tal algunos trucos secretos de fotografía?—Me reí un poco y Will se encogió de hombros, guiñándome un ojo.
—Cuando quieras—Algo en ese gesto y la familiaridad con la que lo hizo me hizo sentir mal.
Will lideró la conversación durante la mayor parte de la cena y con el tiempo, empecé a relajarme. Will era simpático, aunque hablaba mucho. A veces me preguntaba si no se cansaría, pero no me molestaba, para ser honesta. Era solo
que ya estaba acostumbrada al silencio de Axel. A sus sonrisas calmadas y no a las brillantes que me daba Will. Axel me contaba de sus libros, mientras que Will me hablaba de los lugares a los que había ido en sus viajes. Siempre creí que yo hablaba mucho, ya que con Axel era yo quien llevaba el ritmo, pero en la cena, Willen me mostró mi lado más callado.
Acabamos la cena y me levanté para llevar todo a la cocina. Will se paró junto conmigo y tomó sus propias cosas.
—Deja que te ayude.
—Gracias, pero puedo hacerlo sola…—Honestamente, su ayuda no me hubiese molestado, pero la cocina era un desastre.
—Insisto.
—No sabes en que te estas metiendo—susurré. Will me miró confundido.
— ¿En una cocina?—Me reí y lo guie hasta la puerta, donde vacilé un poco—Wow, ¿Qué pasó aquí?
— ¿Recuerdas los spaghettis de hace un rato? Bueno, eso paso—Will dejó escapar una carcajada—Iba a limpiarlo luego de que te fueras…no pretendía que lo vieras.
—Puedo ayudarte a limpiarlo…
—No te preocupes, solo es un poco de salsa…en todos lados.
—Tranquila, Kalila. No me molesta, además, debemos acostumbrarnos a este tipo de cosas, ¿No? Pronto va a ser así cada día—Le di una pequeña sonrisa. Ya me había acostumbrado a la rutina con Axel, no tenía idea de que eso decía de mí, pero la idea de acostumbrarme a otra rutina, con otro chico era…en cierto modo, impensable.
En un instante, Will tenía un trapo y limpiaba la estufa y la meseta, mientras yo trapeaba el suelo. Cuando pasé por al lado de la nevera, mi corazón de detuvo, recordando aquel día en el que Axel me había mecido en sus brazos justo en ese lugar. Cuando había estado tan hundida que ni siquiera lo había notado hasta que ya no pude más. Por un segundo, vi a Axel arrodillado junto
a mí, abrazándome y hablándome en italiano. Vi sus labios curvándose con cada palabra y la sonrisa que le seguía y se la devolví inconscientemente.
— ¿Kalila?—Espabilé y me giré a Will— ¿Estás bien?
—Sí, yo solo…recordé que pronto volveré a Erlogen—Will me sonrió.
—No sabes cuánto me alegra—ni si quiera lo sospechaba, porque una opresión en el pecho le siguió a mis palabras. Erlogen era un antónimo para Axel. Tenía miedo de lo que eso significaba y de cómo me hacía sentir.
—Sí, a mí también. Volveré a montar en bici y a ver a mis antiguos amigos y eso—No mentía, pero no supe si esa alegría opacaría la tristeza que se cernía en mí.
—Mira, la cocina ya está limpia—Ni siquiera me había dado cuenta de que ya había terminado de trapear el piso.
—Parece que hacemos un buen equipo—murmuré. Lo hacíamos, teníamos qué. Synapse nos había emparejado…sin embargo, no sentía eso por Will. Tal vez era muy pronto para decidir eso o tal vez aún tenía que acostumbrarme, o…me dolía la cabeza de tanto meditar en ello— ¿Cuánto tiempo vas a quedarte en Geld?
—Me voy mañana, solo vine para conocerte—el calor subió por mi cuello.
— ¿En serio? No es un viaje corto…
—Lo sé, pero tengo trabajo que hacer y confío que pronto volverás a casa—Casa.
— ¿Tienes dónde quedarte?—Quedarse conmigo no era una opción, por miles de razones. Pero tenía que preguntarle, no fuera que terminara durmiendo en su auto por falta de cortesía.
—Hay un hotel a un par de minutos de aquí. Gracias por preocuparte—Asentí.
—No hay de qué.
—Mañana me voy por la tarde, si quieres podemos hacer algo antes—No me entusiasmaba tanto la idea. Justo por eso acepté.
—Claro, podemos ir a ver una película.
—Suena bien—Will revisó su reloj e hizo una mueca—Es bastante tarde ya, debes estar cansada. Yo lo estoy—Will caminó a la puerta de salida y me sonrió antes de irse—Vengo a recogerte a eso de las once, ¿Te parece?—Asentí.
—Claro, nos vemos mañana—cerré la puerta y me apoyé en ella, deslizándome hasta caer al suelo.
Me dormí al instante.

— ¿Kalila? ¿Kali? ¡Despierta!—Un voz me grito hasta que abrí los ojos, llevaba la misma ropa de ayer, lo que me dijo que me había dormido en el mismo lugar anoche. Mire hacia arriba y me encontré a Axel mirándome con reproche—Olvidaste bloquear la puerta, y encima te dormiste en ella, ¿Estás loca?
—Creí que Geld era una ciudad segura—farfullé.
—Nunca se sabe—dijo dándome una sonrisa de lado. Luego me ayudo a pararme y quedamos cara a cara. Sabía que era tonto, pero sentí que mis piernas flaquearon cuando Axel me sostuvo por los codos— ¿Ya desayunaste?
Me aleje de él un poco y negué.
— ¿Qué hora es, por cierto?—pregunté.
—Mmm…las diez y cincuenta—Abrí los ojos de golpe, despertándome de repente.
—No otra vez…—musité y me fui corriendo a la habitación, dejando a Axel con la boca abierta. Me di una de esas duchas de veinte segundos y me puse el mismo vestido que lleve la noche que Axel me llevó a las afueras de Geld.
Salí a la sala, mientras me amarraba el pelo y al verme, Axel dejó el libro que había sacado. Cuando sus ojos hallaron los míos, no se detuvieron ahí, sino que bajaron por el vestido—no de forma perversa, sino con esa fría
evaluación—y sonrió ausente. Cambié el peso de un pie a otro y noté lo que él vio en mí. El vestido ya no me quedaba tan grande. Algo en mi pecho se movió al darme cuenta de que le alegraba que ya no pareciera una rata desnutrida. No por lo físico, sino porque ya estaría seguro de que estaba bien.
Luego volvió a mis ojos y arrugó la frente.
— ¿Qué pasó?
—Yo… tengo una cita—susurré dándole una pequeña sonrisita. La expresión de Axel pasó de confusión a algo parecido a shock y luego a indiferencia.
—Ya era hora, supongo, de que lo conocieras—Dejé salir un poco de aire, su reacción había sida tan madura y normal…que me dejo con ganas de rodar los ojos.
—Sí, eso creo. Ya era hora de volver al mundo real…—Axel dejó salir una carcajada, volviendo su mirada al libro— ¿Qué?
—Nada, solo, a veces cuando leo sobre cómo era todo antes…hace que esto se sienta ficticio e irreal.
Abrí la boca para replicar pero no salió nada. Irreal.
—Y parece como si quisieran pasar lo irreal por natural y al revés—Me miró con tanta intensidad que palidecí. Lo natural era que la gente fuera emparejadas, siempre salía bien así, pero… Antes había sido normal que la gente se enamorara por su propia cuenta. Donde sin importar cuál era sus circunstancias, si se amaban podrían estar juntos. Lo natural era que me sintiera atraída a Willen luego de un tiempo. Me acostumbraría a él y con el tiempo…con el tiempo lo querría. Porque así lo quiso Synapse, quien creí que nuca se equivocaba. Pero Synapse ya había probado estar podrido por dentro.
Lo que no debía suceder era toda esa confusión en mi cabeza, sobre Synapse…y sobre Axel. Axel era mi amigo y ya. Pero había una brecha que se había abierto en mi interior, ya no veía todo del mismo modo. Viendo a Axel me di cuenta de que las dudas y cosas que empezaban a aflorar no serían vistas de forma natural.
Y por un segundo, un breve instante, tuve la pequeña esperanza de que él se refiriese a eso cuando dijo lo de natural y antinatural. Tuve la pequeña esperanza de que el conociera mi confusión y mis dudas y no las viera como algo malo.
— ¿A qué te refieres?—Caminé para sentarme a su lado en el sillón, donde ya había sacado otro libro. Axel no respondió e incliné mi cabeza, prácticamente metiéndome en el libro.
— ¡Eh!—Dejó escapar una risa y aparto el libro. Me acomodé en el sillón, con las dos piernas encima, mirándolo fijamente.
—Res-pon-de—Pronuncié excesivamente cada silaba, Axel se pasó una mano por el cuello y me miro directo a los ojos. Una sonrisa bailo en sus labios.
—Creo que puedes aplicarlo como quieras—Dejé salir el aire y a Axel se le desvaneció la sonrisa. Lentamente, elevo la mano en el aire, en mi dirección. A pesar de estar callada, dentro de mi habían alarmas de alerta y ¡Wiuuuu, wiuuuu! ´s que no paraban. Su mano cayó, fue un amago tan vago que pude haberlo imaginado—Deberías abrirle.
— ¿Qué?—Arrugue la frente y ladeé la cabeza. Al parecer, los Wiiiuuuuu habían ahogado todo sonido externo a mí.
—A William o como se llame—Abrí los ojos como platos y me levanté del sillón tan rápido como pude, pase la mano por el panel para que se abriera.
—Se llama Willen.
Cuando la puerta se abrió, Will entró con una sonrisa, que vacilo un poco—sin caerse por completo—al ver a Axel en mi sillón, con tanta comodidad.
— ¿Hola?—Me dijo y luego lo miró, volvió a girarse a mí y me dio una sonrisa cálida—Lamento llegar tarde. Mi alarma no me levanto— ¿Tarde? Yo lo sentía excesivamente puntual…— ¿Eres su asesor?—No me di cuenta del momento en el que Will se acercó a Axel y le tendió una mano. Axel se levantó del sillón y lo miró por debajo. Axel notó su mano, pero la ignoro y le apoyo una mano en el hombro para apartarlo. Tomó sus cosas y caminó a la puerta.
—Sí—Luego me miró, con una frialdad que me tomó por sorpresa—¿Puedo volver en la tarde?
—Mmm…sí, creo que ya estaré aquí para esa hora—Me atraganté con las palabras, pero le di una sonrisita— ¿Axel?—Él se giró a verme, con la expresión en blanco—Recuerda traer comida—Con eso se relajó un poco y me sonrió.
—Solo te acuerdas de mí para eso, ¿No, Kali?
—Prego—Supliqué. Un carraspeo me recordó que Will seguía ahí y debía estar muy confundido. Bueno, que se pusiera en fila.
—Claro—Me acerqué a la puerta para cerrarla y abrazar a Axel como de costumbre. Axel me envolvió en sus brazos, de manera superficial y miró sobre mi cabeza a Will—Cuídala, y ¿Kali? Pásala bien. Llámame para lo que sea—Vi en sus ojos la misma preocupación de la noche en la que los Sterin me habían atacado.
Asentí con una sonrisita. Me sentía tan estúpidamente alegre cada vez que Axel me cuidaba como si fuera su pequeña Kali. Cosa que no era.
Cuando Axel se fue y cerré la puerta, dejé salir un suspiro, pero entonces me puse tan roja como mi cabello al recordar que Willen estaba tras de mí. Traté de enmascarar el suspiro con otro bostezo.
—Wao…no estoy acostumbrada a levantarme tan temprano—Una mentira muy pobre, me levantaba más temprano que esto. Pero Willen no pareció tomarle importancia, fue a la puerta junto a mí y me dio una sonrisa de lado, ofreciéndome un brazo.
— ¿Lista, señorita…Kali?—Estuve a punto de sonreír y luego de dejar de hacerlo. Asentí y le sonreí a duras penas. Kali se oía ajeno a sus labios. Me pregunté si eso era otra cosa a la que debía acostumbrarme—#1: Synapse, #2: Amar a Will, #3: Separarme de Axel, 4#: Que Will me llame Kali—y me subió un sabor amargo por la boca.
Iba a ser una larga película.
Will estaba muy distraído, durante la película, como para darse cuenta de mis sonrisas tímidas al aire. Sonrisas que eran para alguien que no estaba ahí, por un recuerdo que no podía reprimir. El de la mano de Axel elevada hacia mí. Como si fuese a tocarme la mejilla o a acariciarme el pelo. El recuerdo de Axel, preocupado por mí, cuando me cargo al hospital, cuando se quedó hasta tarde conmigo. Cuando me decía Kali y cuando me sonreía.
Básicamente, cuando pensaba en él. Y una parte de mi me decía que debía parar, que ese tipo de pensamientos no iban a ayudarme con mis dudas, sino que iba a fomentarlas aún más. Pero, estaba este otro lado de mí, que me susurraba que eso sí era correcto. Que era lo que debía ser. Y mirando a Willen a mi lado, las ideas chocaban, dándome migraña. Al final, decidí ver la película, tranquila y sin pensar en nada. Sin embargo, para cuando decidí eso, ya se había acabado.
Willen me llevo a mi apartamento y me dio una sonrisa antes de irse.
Estaba tan cansada, que dormí la tarde entera, sin despertar si quiera cuando Axel llegó.



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En el texto hay: distopia, romance

Editado: 21.09.2020

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