La chica del pelo como el carbón no miro a ambos lados antes de cruzar la calle. Las puntas de su cabello le picaban en las clavículas, pero no se molestó en atarlo. Sus ojos azules tampoco se detuvieron mucho en la casa frente a ella.
Una casa sencilla, con una bicicleta fuera y paredes beige con un jardín algo descuidado.
Nunca había estado en Erlogen antes, pero era una ciudad bonita, tan pacifica como le gustaban a ella. Aspiró profundamente el olor a primavera antes de cruzar el jardín y pararse frente a la puerta.
Debía hacer lo que iba hacer, pensó. Las cosas en Geld iban cuesta abajo y era el momento de actuar.
Tocó a la puerta una, dos, tres veces antes de que alguien le abriera.
Un chico de su edad, un poco más alto que ella, la observaba del otro lado. Con el cabello oscuro despeinado y los ojos marrones cansados, enmarcados por unos lentes. Sus labios estaban apretados en una línea tensa mientras la examinaba. La chica se sintió bastante nerviosa y tuvo que carraspear un poco antes de balbucear.
—Mmm… ¿Willen 13133?—el chico la miró por debajo de su nariz cautelosamente.
—Depende, ¿Quién pregunta?
La chica se metió un par de mechones de pelo detrás de las orejas.
—Soy Adelaide 79850, la…la pareja de Axel—su voz se fue apagando. Willen se recostó del marco de la puerta.
— ¿Axel? ¿Cómo el amigo de Kalila?—Adelaide asintió nerviosamente y tragó saliva— ¿Qué quieres?
—Yo…a ti también te debe haber llegado la carta, ¿No?...
— ¿Cuál? ¿La que dice “Lamentamos informarle que su pareja asignada, Kalila 20632, ha sido ejecutada por rebelión al sistema. Lamentamos cualquier inconveniente que esto pueda causarle, se le asignara otra en un lapso de tiempo adecuado…”?—Adelaide abrió la boca, al parecer Willen se la había aprendido de memoria. Justo como ella.
—Esa misma.
— ¿Y?
— ¿Lo crees?
—Kalila me abandonó el mismo día de nuestra boda, claro que lo creo, ¿Tu no?—Adelaide se mordió el labio.
—Claro que sí, por eso vine. No conocí a Axel por demasiado tiempo, pero parecía alguien racional. Sea lo que haya hecho, lo habrá hecho por una buena razón, ¿No?—Adelaide trató de sostenerle la mirada, pero su cuerpo se estremecía bastante. Willen pareció notarlo ya que se relajó visiblemente.
— ¿Rebelarse? Sea cual sea su buena razón, eso lo mató. Y se llevó a Kalila con él.
— ¿No lo entiendes? No puedes desperdiciar su sacrificio, porque eso fue. ¡Abre los ojos! ¿No ves las noticias? El aire se agita, los susurros de rebelión son más fuertes desde que trataron de tomar Synapse y la CUI. Pronto los rebeldes se alzaran…
— ¿Y qué quieres que haga con eso? Yo no soy un rebelde…—Adelaide apretó los dientes antes de hablar.
—Pero la querías, ¿No? Y sé que en el fondo, crees lo que digo. Kalila no habría muerto por una necedad y tampoco lo habría hecho Axel—Willen se quedó en silencio por un segundo, mirándola atentamente. Solo la gran cantidad de adrenalina en el cuerpo de Adelaide impedía que se pusiera más nerviosa.
— ¿Entonces…?—Adelaide tomó una respiración antes de contestar.
—Hay que aprovechar lo que nos dieron. Hay que unirnos a los rebeldes, Willen. Por sus memorias y sacrificios, ¿No crees?
Willen la miró otro rato y Adelaide, milagrosamente, no apartó su mirada de él. Luego, este asintió imperceptiblemente y se movió a un lado.
—Pasa, estos no son temas de calle.
—Oscuridad para asuntos oscuros—Recitó Adelaide de uno de sus libros favoritos. Willen enarcó una ceja.
— ¿Qué?
—Nada, solo entremos.
Y así lo hicieron. Entraron y planearon una revolución, o por lo menos cómo unirse a ella. Pero eso…eso ya es otro tema.
FIN.