Sujeto 23061

Capitulo CUATRO

El corazón me martilleaba el pecho tan fuerte que tuve miedo de que se notara a simple vista. En mi recorrido por los pasillos de la CUI, me encontré con un par de personas ocasionalmente. Cada vez que oía unos pasos, aferraba el folder contra mi pecho y bajaba la cabeza. Con suerte, cada una de ellas siguió sus caminos, sin darme un segundo vistazo.


Me guie por las pequeñas placas plateadas con inscripciones en las puertas. Vi muchas habitaciones interesantes, como OVNIS T.A—supuse que la T.A. significaba territorio americano—, RELACIONES INTERNACIONALES, entre otros. El deseo de registrar cada una de ellas me picaba en la piel, pero me mordía los labios cada vez que me encontraba frente a esas puertas, con la tarjeta de acceso cortándome la circulación de lo fuerte que la agarraba. Tenía que enfocarme. No iba a arriesgar mi vida por un poco de conocimiento extra. Solo fui allí para conseguir la respuesta a la pregunta que Axel no había respondido, ¿Qué querían los rebeldes? ¿Tenía que ver con las Kasten?
Las paredes blancas eran tan impecables que me cegaban. Era como si desprendieran un brillo fantasmal de ellas. Tuve suerte de que las personas que trabajaban aquí con las que me había topado no vistieran como la Serum que me había llevado a mi entrevista en el ¨Archivador¨. Las chicas llevaban faldas de colores brillantes y blusas de tonos sobrios, con el cabello amarrado en colas de caballo bastante ajustadas. Así que mi ropa no estaba del todo fuera de lugar.


Al fin deje atrás los pasillos blancos cuando me topé con una amplia escalera que bajaba y subía. Me mordí las uñas considerando a donde ir. Si yo trabajara en la CUI no pondría información comprometedora en el piso… ¿Superior? ¿Inferior? No tenía ni idea, solo sabía que quería explorar ambos, a sabiendas de que eso no sería ni remotamente posible. Al final decidí bajar, ¿Por qué no? Después de todo, Chris me había contado que en las antiguas películas de espías o del gobierno, lo interesante siempre estaba en plantas inferiores. Casi siempre profundamente bajo tierra.


Bajé las escaleras con cuidado de no hacer ruido, mirando hacia abajo sobre mi nariz. Casi me puse a correr de puntillas para acelerar el tedioso proceso. La intriga me carcomería viva si no llegaba allá bajo pronto. Y pronto me di cuenta de que no había un ¨allá abajo¨, sino muchos.


La escalera me llevó a un ascensor, al que entré sin vacilar. Luego vi un coctel de botones que pedían a gritos ser presionados, pero que también me hacían dudar más de lo que debía. No sabía dónde sería más probable que estuviera la información que quería. Así que opté por empezar por el principio. Cuando el panel me pidió el MI, me asusté por un momento, olvidando que tenía la tarjeta. Suspiré de alivio cuando escaneé la tarjeta y presionando el botón que decía S1, el elevador respondió.


Me paré erguida cuando las puertas se abrieron y no perdí tiempo recorriendo el primer piso. Pero, nada de nada. Por lo menos nada que necesitara.


S2, nada.


S3, alg…no, nada.


S4, empecé a cansarme de bajar tanto, casi rindiéndome. Ya era tarde y no había hallado nada, tarde o temprano, alguien me hallaría y me pediría el MI. Y ahí ya estaría perdida.


Cuando llegué al subnivel 6, ya estaba desplomándome en el ascensor. Ya estaba harta de tanto blanco y de tanto silencio. Sentía como si estuviera rodeada de muerte, aunque sabía que seguramente había personas en las diferentes habitaciones. Y, honestamente, no sabía cuál de esos pensamientos era peor.


A pesar de eso, bajé del ascensor en el subnivel 6 y lo recorrí entero. Pasillos y más pasillos de puertas inútiles y sosas. Caminé hasta llegar a una intercesión en forma de ¨T¨ y me fui por la izquierda. Resultaba que al final esa ¨T¨ era más como una ¨Q¨ medio cuadrada. Al fondo vi una puerta diferente a las demás y me desperté al instante. La puerta no era blanca, curiosamente era de madera y cuando me acerqué, sonreí ante lo que decía la placa.


KASTEN


El panel junto a la puerta silbó cuando pase la tarjeta y por un instante, temí lo peor. Pero oí el desbloqueo del picaporte. Con el corazón en la mano, abrí la puerta y entré.


Diferente a lo que pensé, los archivos estaban en papel. O sea, como papel real.


Había varios archivadores dispersos en toda la habitación y todos ellos bastante empolvados. Me pregunté si esa sería una habitación olvidada o algo así. Me paseé por la habitación y empecé desde la esquina derecha, que tenía un archivador negro empolvado que decía ¨Cuarta Guerra Mundial¨. Si iba a investigar, mejor hacerlo desde el principio.


Abrí la primera gaveta y saqué un folder manila lleno de papeles. Lo hojeé un poco, parando en un artículo de periódico con un encabezado bastante alarmante.


Meningitis Mutada, ¿El Fin de la Raza Humana?


Tragué en seco.



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En el texto hay: distopia, romance

Editado: 21.09.2020

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