Sultana de mi corazón

V

Dos emociones me embargaban, la emoción y los nervios, sabía que no sería fácil que creyera en mí, mucho menos después de la horrible experiencia que esa mujer le dejó, pero no me rendiría con tanta facilidad.

Llaman a la puerta, tras escuchar la autorización entró con la cabeza baja.

- Su alteza –digo haciendo una reverencia, de reojo veo que me ignora–, he venido para complacerlo –digo suave acercándome un poco.

- No es necesario, dile a la Sultana, mi madre; que no lo haga –dice dándose la vuelta.

- Si me permite su alteza, sé que puedo hacerlo muy feliz –digo en tono suave, no iba a dejar que me echará de sus aposentos, pelearía hasta el final.

- Me haría feliz que te fueras, no necesito la lastima de nadie –dice frío, suspiro y alzo la cabeza.

- No es lastima mi príncipe –digo suave acercándome de nuevo a él–, si bien su madre me envió, es mi sueño poder venir a sus aposentos –confieso con algo de timidez.

- ¿Para qué?, ¿corroborar lo que todas dicen de mí?, ¿qué soy un monstruo feo? –dice con asco, mi corazón se encoge ante aquello, esas mujeres merecían las decapitaran por hacerlo sentir así.

- Para nada mi príncipe –digo segura–, los monstruos son esas mujeres que dicen eso de usted, son ciegas y no son capaces de ver lo guapo que es, de lo hermoso de su ser y de su inteligencia, me gusta su voz, escucharlo hablar con el príncipe Bayezid –confieso sonrojándome–, me deleito escuchándolo cuando nos visita en Edirme.

- No recuerdo haberte visto cerca –dice pensativo.

- Eso es porque siempre me mantenía cerca de los príncipes y sultanas, así que sólo podía escucharlo de lejos y soñar con poder hablar con usted, como ahora –lo miro directo a los ojos–. Además, yo tampoco soy perfecta –digo comenzando a desatar mi vestido para mostrarle la enorme cicatriz en mi vientre–. Tengo esto que ante los ojos de los demás, me haría fea, sin embargo, esto es un recordatorio de que fui capaz de salvar a los príncipes y sultanas, y que de haber muerto, habría sido una buena muerte –me sentía nerviosa por la desnudez, pero había logrado decir aquello sin tartamudear.

- Escuche de ti –dice mirando mi cicatriz, aunque pronto sus ojos se desviaron a otras partes de mi cuerpo, tomo aquello como una buena señal, así que me acerco con paso suave.

- Permítame demostrarle que mi interés en usted es genuino –digo suave mientras acaricio su mejilla, de cerca era incluso más hermoso.

Esa maravillosa noche, supe que los sueños si pueden hacerse realidad.



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En el texto hay: principes, amor, sultanas

Editado: 04.02.2022

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