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Durante varios días, su alteza no me llamo, algo que me había puesto muy triste, una tristeza que todas habían notado, comía poco y no hablaba con nadie, la sultana Hürrem me había pedido que hablará con su alteza, pero sabía que eso no cambiaría nada.

No fue hasta el quinto día que él la llamo, se había arreglado intentando ocultar sus cansancio y tristeza.

Tras recibir autorización, había entrado a los aposentos de su amado príncipe.

- Su alteza –digo haciendo una pequeña reverencia, él pide que me acerque así que eso hago.

- Aysel, tengo maravillosas noticias –dice emocionado, no tuvo que decir nada más para saber a que se refería, él iría a la guerra–. Mi padre me ha dejado ir a la guerra, así que quiero que pasemos estos días juntos –me había sentado a su lado, le había sonreído intentando ocultar mi dolor.

- Claro que si su alteza –digo tomando sus manos, lo abrazo intentando no llorar, lo último que deseaba es que la viera mal.

- He pensado en una cosa Aysel, como promesa de que todo estará bien –dice haciendo que lo mire, no entendía que podría ser–, me costó un poco de trabajo, sobre todo, convencer a mi madre, pero tengo la autorización –lo miro desconcertada, ¿autorización, para qué? Él deposita un casto beso en mi frente–. Tengo autorización para casarme contigo y dejarte aquí como mi sultana –mis ojos se abren grandes debido al a sorpresa, entonces comienzo a llorar.

- Rezaré todo el tiempo por usted su alteza, Allah quiera que regrese con bien –digo entre lágrimas, él me abraza y siento que nada más importa.

Resulta que los preparativos estaban listos, en el momento que quisiera, se llevaría a cabo la boda, algo que había ocurrido al día siguiente, me había sentido flotar.

Los días habían pasado demasiado rápidos, casi como agua entre las manos, ahora ayudaba a preparar lo último del equipaje de su alteza, por orden de mi ahora esposo, me quedaría en sus aposentos.

- Te prometo que volveré Aysel –toma suave mis manos y las besa.

- Sé que con el favor de Allah volverá pronto, sano y salvo, sin duda lo recordarán como el héroe que es –lo abrazo con fuerza, alza mi rostro y me besa lento, no quería definir el sentimiento que llego con ese beso, porque la palabra no me gustaba, ese beso sabía a una despedida absoluta.