Me adentro a mi vieja habitación junto con mi madre, todo está como lo había dejado, con la única diferencia de que en los floreros hay rosas frescas, sonrió al sentir ese aroma que tanto me gustaba, dejo mis maletas a un lado de la enorme cama y yo adentro a mi vestidor personal, todas mis Abayas, zapatos joyas y por supuesto lo que no puede faltar, las hijab guindadas en los percheros de aceros pegados a la pared, del gran vestidor, aún recuerdo cuando mi menstruación llego, mi madre tuve toda una semana comprándome hijab de todos los colores y tamaños, muy pero muy adornados.
-Después que te fuiste, di la orden de que dejaran todo como estaba, para cuando regresaras te sintieras en casa, la que se ha encargado de limpiar y cambiar tus rosas favoritas he sido yo, ya que eso llenaba el vació que habías dejado en esta habitación, me recuerdaba a ti, y en gran parte determinada que establece conmigo- la miro y se le comienza aguar los ojos, le sonrió con cariños, un peso de todo es mi madre y la amo, no se como pude estar tanto tiempo lejos de ella, me acerco para abrazar y besarle las mejillas.
-Oh vamos mamá no llores, aquí estoy de nuevo contigo no te pongas triste- acuno su rostro y quito sus lagrimas.
-Es que estas tan grande aibnatu (hija), que dudo de que sigas siendo la misma niña que corría por toda la casa riendo y fastidiando a su hermano- murmura melancólica- oh la chiquilla que robaba las galletas de la cocina en altas horas de la noche- sonrió recordando esos bellos recuerdos, ademas tampoco es que era tan traviesa, no era mi culpa que mi hermano Bezalet prefiriese los libros que jugar conmigo.
-Mama todos cambiamos en cualquier momento, tal vez yo halla cambiado un poco, pero aun sigo siendo la misma niña que criaste- ella acaricia mi rostro con dulzura.
-Mi pedasito de cielo, habi lileuyun alraqiqat easal (mi amor de tiernos ojos mieles cuanto te extrañe- la vuelvo a abrazar, me acurruco entre sus brazos cálidos y llenos de amor.
-Y yo a ti mamá, oye quería preguntarte por qué no me habías dicho que mi hermano Bezalet se casaba- ella se encoje de hombros.
-Bueno, es que quieras decírtelo personalmente, lo demás ya sabes, cuando llegue tu padre te diremos.
-Está bien, voy a bañarme ...
- Bien, voy a pedir que te preparen algo de comer debes estar hambrienta, por cierto estas muy delgada hija mía- refunfuña.
-¿Enserio? y eso que como más que un elefante Indu-digo burlona, ella me sonríe y se marcha yo subo una de las maletas a la cama, y saco mi ropa interior, unos pantalones rasgados junto con una blusa de chifón manga larga y holgada, lo dejo en la cama y yo adentro a bañar.
después de media hora dándome una refrescante ducha, salgo para vestirme, me coloco la ropa interior y después de las demás prendas, busco unos botines negros que metí en el otro equipaje, perfumeo mi cuerpo y saco mi neceser de maquillaje, hago sencillos delineados en mis ojos, coloco un poco de sombra dorada y un labial mate color rosa en mis labios, suelto mi cabello que lo había colocado en un moño al bañarme, mi espejo en el espejo que está cerca de la puerta del vestidor, después de ojeras mi apariencia , decido bajar a recorrer un poco la casa.
Al bajar las escaleras un rico olor invade mis fosas nasales, me dirijo a la cocina, y veo a mi madre dando órdenes y revisando la comida, las sirvientas solo hacen lo que la ama de la casa manda.
-Huy que rico huele, que gusto volver a probar la comida de casa- hablo, madre se sobresalta un poco al escucharme, todas sonríe al verme, han pasado muchos años desde la última vez que entre en esta parte de la casa, y sé muy bien que muchas de las sirvientas que llegaron a conocerme les agrada mi llegada, y más sabiendo que era la que hacia el desastre la cocina cuando era su hora de descanso.
Mi madre me mira sonriente al escucharme-hija mía tu nunca puedes quitar esa maña de entrar y hacer reír a las sirvientas, no ves que las distracciones con cariño.
-Discúlpame madre pero es bueno recordar viejos tiempos- ella me mira de arriba abajo, inspeccionando mi atuendo, arruga la nariz, y eso solo me confirma que no es de su agrado la forma en la que he visto.
-Pensé que te pondrías las Abayas y el hijab Rhania- murmura con voz altiva y desafiante.
-Y yo te dije que me pondría la ropa que compre en Dubai umu aleaziza (madre querida) - ella frunce el ceño, suelta un suspiro pesado, camino asía ella- no deseo discutir- le digo, ella solo se resigna que nunca me cambiara mi forma de pensar.
-Bien, aunque sea una vez hermosa con cualquier cosa que te pongas- responde al fin, le sonrió, cuando estás criado dentro de las costumbres, mayormente te sumas una realidad, y es que siempre tiene el papel que tu padre o esposo quiere.
-Gracias mama, y que están preparando de comer tengo un hambre de leona- empiezo a revisar las hoyas.
- Si, si ya veo, él mandado a preparar lo que más te gusta mi princesa, los cuernos de gacela y kefta de ternera junto con pollo con cuscus, y como postre galletas con chispas de chocolate- comienzo a saltar como una chiquilla alegre.
Levanto mis manos y miro arriba y hago una alabanza de alegría- barak allah hadhih almar'al alty aetayatni ka'um (Dios bendice a esta mujer que me diste como madre) - digo en voz de gloria, el drama siempre ha sido una de mis virtudes, y tal vez esa sea mi ruina en esta familia.
Madre ríe, yo me acerco más a ella- por favor déjame probar- digo suplicante, um coloca los ojos en blanco.
-Hijita mía aún no están listos, pero te dejare que comas una galleta de chocolate, están encontrando, y en el refrigerador esta la leche por si quieres acompañarlo- voy directo asía mi objetivo, las galletas, todo lo que tenga que ver con dulces , me encanta, pero lo que más amo en este mundo, son las deliciosas galletas viscosas de chocolate que hace mi um.