sumisa a tus deseos (retirada)

capitulo 3

Estoy en el jardín de rosas, este era mi lugar favorito para jugar con mi hermano Bezalet, siempre brincaba por todo los sederos de margaritas de mi um, solíamos correr por todo el lugar, y mamá nos regañaba por ensuciarnos, eran viejos tiempos, un tiempo maravilloso, no muchas niñas suelen tener la misma suerte, respiro hondo y puedo sentir la tranquilidad, aún no he visto a Bezalet no sé el mar la reacción de mi hermano cuando veo, la última vez que lo vi se enojó conmigo por mi decisión de vivir en Dubái, el nunca entendió nada, como todos jamás comprenderán mi aversión y asía mi propio país, mi hermano, nació para cumplir las normas, solo quiero huir y no vivir una vida de mujer alguna vez, vivir una vida a mi manera como cualquier chica, sin regirse a ninguna costumbres, quiero depender de mi misma, quiero ser libre de decidir,quiero sentirme feliz y no una prisionera de una jaula de oro.

Ya después de un buen rato observando las nubes que pintan de un hermoso color anaranjado claro, percato de que ya deben de ser las cuatro o menos, las horas pasan tan rápido y nunca me doy de cuenta, que tan rápido pasan los días, me decido volver adentro, por lo que me paro y limpio mi ropa del sucio de la grama verde del giganteco Jardín.

Me adentro a la casa y cruzo la enorme puerta de cristal que está cerca del albergue, me dirijo a mi habitación, pero una voz conocida que escucho en la sala, me detiene el camino; me encamino a allí, y me encuentro a mi hermano y mis progenitores junto con una mujer vestida con una elegante Abaya blanca con bordes de oro como adornos, pantalones de seda color rojo y un hermoso hijab cubriendo su cabello, las mujeres musulmanas y su inflamable forma de vestir, me acerco a ellos en silencio y aun que nadie se ha percatado de mi presencia, me acerco aún más hasta que mi hermano deja de hablar con la señora que está cubierta de pies a cabeza, él se voltea y me mira traga saliva y yo solo me cruzo de brazos.

-Um, ¿quién es ella? - le pregunta a mi progenitora, todos voltean a verme, posando sus ojos en mí.

-Tan rápido me olvidaste Bezalet- digo un poco triste de que no me haya reconocido, su confusa mirada me inquieta un poco, pero no les hago saber, tal vez nunca me perdono de que me fuera de la casa, él joven hombre se acerca a mí, dando paso lentos, cambiando mi cuerpo a cada paso que daba, cuando esta lo suficiente cerca, puedo ver lo guapo que esta, tuve dos años sin verlo y hay muchas cosas que ha cambiado en su aspecto físico, de niño era más delgado y no tenía barba, ahora su espalda es más ancha se le puede notar en la franela blanca manga larga sus músculos contraídos, y aquel porte de hombre responsable, el queda frente a mi detallándome, verificar si soy real o solo una ilusión.

-Ya amirat min alsahra ya mutamaridi alsaghir barak allah ealaa 'iihdarih lilealam mith lhadhih almar'at aljamila (mi princesa del desierto mi pequeña rebelde, bendito seas Dios por traer al mundo a tan hermosa mujer) - dice en árabe, le sonrió a tan hermosas palabras coloco mi mano en su mejilla y su mira sigue fija en la mía, y le respondo de la misma manera.

-Allah 'astatie alan'an' yaaf ealaa qadamiin, waahsil ealaa alsalam maratan ukhraa fi qalbi, akhia, ya, ya hayati, ya hayati kl ma, tahtjuh, jaealtani, wa'ana huna liaejab biaibtisamatik alraayleat. (Dios ahora puedo seguir de pie he vuelto a tener la paz en mi corazón hermano. Tu mi amor mi vida, cuanta falta me hacías, y estoy aquí para poder admirar tu maravillosa sonrisa) - mis ojos y los de él se llenan de lágrimas de felicidad y el me abraza con ese amor fraternal que hace dos años no nos dimos mutuamente, yo correspondía a cada afecto que me da, su olor a incienso y aun perfume caro que veo que ha cambiado pero me agrada, todo de él me agrada , nuestro amor de hermano es más fuerte que un tejido de espigas.

-Mi pequeña Aljamal, mi preciosa, como te extrañe- besa mi frente.

-Igual a ti hermano querido, mi valiente guerrero- susurro, él sonríe alegre de mi llegada.

Nos separamos un poco y el con su maravillosa sonrisa que alegra mi alma, nuestro amor mutuo es irrompible, es como si fuéramos gemelos, alguien se aclara la voz y colocamos la vista hacia donde esta aquella mujer, mis progenitores y del que no me habíamos visto percatado en aquel momento Amir Abdul, es por eso que creo que aquella mujer cubierta de pies a cabeza debe de ser la madre de la futura esposa de mi hermano, no aproximamos a ellos, conociendo mis manos en el bolsillo de atrás de mi pantalón ajustado como mayormente lo hizo cuando estaba nerviosa.

-Aljamal Disculpadme por no haberte dado la bienvenida- dice mi padre, y acercándose para darme un abrazo a la cual correspondo.

-No te preocupes padre ya me entres que estabas ocupado por lo de la ceremonia de mi hermano Bezalet- padre solo me sonríe besando mi frente.

-Pero eso no se justifica- murmura alegre de verme, padre era el hombre más compasivo y maravilloso que cualquier hija hubiera querido tener, y le di gracias a Dios por otorgarme un padre tan compasivo- bueno cariño, te encontramos a karina Abdul madre de Amir-señala que ya sé que lo conoces, y de kaila la prometida de Bezalet - la miro y ella me da una sonrisa hipócrita, puedo ver la arrogancia en su rostro.

-Un gusto en conocerte Rhania, tus padres me han hablado mucho de ti, aunque no pensé que te gustara vestir de esa manera- crítica, sonrió de lado y la veo, otra que creen que debo acatar las reglas y normas del islam, a la mierda con todo eso, yo me visto como me venga en gana, y eso nadie lo va a cambiar.

-Pues no veo el por qué no deba hacerlo, muchas personas lo hacen, hasta algunas mujeres musulmanas andan en biquini por la playa-digo sin ninguna vergüenza, mi madre me tira una mirada mordaz y karina solo me mira explícitamente, un poco aprensiva a como me veo.

-Yo no tengo ningún problema de que lo hagas, aquí el que debe importarle como las vistas es tu prometido, no es así Amirdos, me tenso, un miedo me corroe todo el cuerpo, miro a mis padres y luego al tal Amir , mi madre toca mi brazo, me tenso aún más, la miro y niego con una sonrisa irónica sin poder creérmelo.




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