16 años han pasado desde mi Nacimiento:
“Mi nombre es Summer Marcos soy de Noruega y acabo de llegar a la ciudad”
Para llegar justamente este momento de mi vida tenemos que regresar a aquellos momentos en los cuales era feliz y no lo sabía, regresemos un poco hacia el pasado.
Desde que tengo memoria hemos estado viviendo en Noruega. Climas fríos, personas cálidas bellos paisajes y vida humilde.
Crecí junto a mis padres Silvia y Andrew y mis abuelos Cristina y Pablo. Me parecía totalmente hermoso e increíble que fuéramos vecinos y nuestra cabaña se encontrara ubicada a muy pocos metros de su hogar. Lo cual me permitía pasar la gran parte de mi día junto a mis abuelos pintando o ayudándolos en lo que necesitaran.
Mi vida era bastante tranquila mi padre era carpintero y mi madre se había dedicado a enseñar durante toda su vida, era lo que más amaba hacer y yo la apoyaba en lo que podía. No tenía hermanos pues mis padres siempre decían que yo era el milagro mágico que les había enviado Dios y que no necesitaban tener a nadie más en su vida.
Mi padre era mi mejor amigo y la luz de mi vida. (Madre no te pongas celosa también tengo una muy relación contigo). Nos comunicábamos y entendíamos perfectamente. Nuestras personalidades eran totalmente parecidas y me encantaba que me enseñara todo lo posible sobre lo sus dibujos y la carpintería.
Mi vida siempre fue muy buena y divertida, llena de mucho amor y simplicidad. Pero lamentablemente la ley de la vida siempre pasa su factura y aleja de nuestro lado a las personas que amamos.
Cristina mi abuela falleció cuando acababa de cumplir mis 16 años y fue la primera vez en la cual sentí un dolor tan intenso e insoportable en el pecho que no sabía el cómo quitármelo de encima. Yo siempre había conocido la felicidad y la paz hasta el día en el que mi abuela se acostó a dormir y no despertó. Fue el peor momento de mi vida y la extraño en cada respirar que doy.
El tiempo comenzó a pasar y siempre luego de la escuela me la pasaba haciéndole la compañía a mi abuelo Pablo, el había quedado muy dolido por la partida de su esposa y se sentía muy solo en ocasiones así que la gran mayoría del tiempo siempre hacia todas las cosas que mi abuela para ayudarlo a sentir mejor, regaba sus plantas, le hacia él te y veíamos programas de televisión juntos. Quería pasar todo el tiempo que fuera posible a su lado para que se sintiera bien.
Todo parecía nuevamente marchar de buena manera (Aunque el dolor por la ausencia de mi abuela no iba a irse tan fácilmente) Hasta el día en el que llegue a casa y mi abuelo me comento que mi padre había sentido mal y lo habían trasladado en una ambulancia al hospital. Aquel día estuve sentada en la puerta de la cabaña durante toda la tarde a su espera y con el corazón en la mano. Cuando lo vi llegar y bajarse de aquel vehículo totalmente de pie y tranquilo sentí la enorme paz y alegría de saber que estaba bien. Así que corrí rápidamente para abrazarle.
-¿Qué hacías allí sentada mi Girasolito?- Amaba decirme así ya que cuando era pequeña amaba disfrazarme de Girasol.
-Estaba esperándote –
-No te preocupes mi niña que ya estoy en casa- Continuo con el abrazo.