-¿Estás segura de que lo tienes todo preparado? –mi madre vuelve a mirar dentro de la maleta por décima vez y yo hago un gesto de afirmación con la cabeza.
Ahora entiendo lo que decía Peter. Mamá se preocupa demasiado por nosotros, cree que podríamos morirnos de hambre o que no sabríamos poner la colada. Por cierto, Peter es mi hermano mayor. Está viviendo en Los Ángeles, California.
-¡Crema solar! –grita mi madre desde el baño –Ya decía yo que te faltaba algo, crema solar –vuelve a repetir mientras mueve la crema de forma frenética de izquierda a derecha.
Cojo la crema solar al vuelo y la pongo dentro de la maleta, junto a la ropa interior y al maquillaje. Vuelvo a echar un vistazo a mis pertinencias y cierro al fin la maleta. Aunque no es muy grande ya que nos dijeron que en Europa haría buen tiempo y podría llevar ropa que no fuese muy gruesa.
-Todo listo –le aseguro.
Pero mi madre sacude la cabeza.
-Déjame echarle un último vistazo y nos vamos –insiste. Vuelve a abrir la maleta y empieza a ordenarla a su gusto. Así es mamá.
Frunzo el ceño y me acuerdo de Peter. Si él estuviera aquí estaría riéndose de lo cabezota que es mamá. No le culpo, yo también me reiría. Pero tengo una especie de nudo en el estómago que me lo impide. Este verano será el primer año que estaré lejos de mi familia. No puedo negar que estoy nerviosa y por un momento me gustaría no haber enviado esa carta tan a lo loco. ¿Y si me arrepiento?, ¿Y si no consigo que publiquen mi novela?, ¿Llegaré a ser exitosa como Peter?, ¿Podré al fin experimentar qué es el amor?
-Creo que deberías llevar el sari.
-Mamá… -le reprocho. El sari está bien llevarlo en la India, pero en Europa seguramente me convierta en el centro de todas las miradas.
Aunque me niego, lo pone dentro de la maleta. Cierra la cremallera y le pone un candado. Mi madre ha decidido ponerse el sari para darme una “buena despedida” cuando suba al avión. Yo en cambio llevo un vestido de seda beige.
Llegamos al aeropuerto a medianoche. De esta forma me aseguro que llegaré pronto y podré visitar la zona nada más aterrizar. Me asusta un poco la idea de despegarme de mi madre, pero a la vez siento la adrenalina de saber que me encontraré allí.
-Ten mucho cuidado, cielo –mi madre me da un beso en la frente y acto seguido me abraza tan fuerte que siento que voy a romperme por la mitad.
-Si mamá –le devuelvo el abrazo. –Hablaremos por video llamada.
Cuando nos separamos y nos mandamos besos al aire siento que se me encoge el corazón. Me estoy alejando. Ya no hay vuelta atrás. Aquí empieza mi nueva aventura. Quizás es en Europa donde pueda encontrar el verdadero amor.
Estoy lista. O no.