—Nada pasa entre Max y Kristal —replicó Betty.
Sunny asintió casi de inmediato. Fue un gesto nervioso, porque lo que menos quería en ese momento era cometer semejante indiscreción. Bueno, ya la había cometido, pero al menos todavía no llegaba a un punto sin retorno. A esas alturas estaba muy segura de que no le agradaba a Kristal, pero si además le revelaba a Betty su relación con Max entonces estaba segura de que la odiaría.
—¡Qué tonta! Me confundo todo el tiempo, perdón —murmuró girándose de vuelta hacia el volante, mejor poner fin a esa conversación— Se hace tarde para el ajedrez.
—Estoy por cumplir doce, no soy idiota. Kristal no saldría con Max —señaló la niña, cruzándose de brazos—. Mamá me explicó que Kristal tiene "gustos distintos", al igual que tu cree que soy tan tonta como para no entender que eso significa que se acuesta con chicas.
Sunny se quedó muda, si hubiera estado tomando algo habría escupido su bebida. ¿Cuántas posibilidades había de que Betty Taylor estuviera burlándose de ella? La miró por el retrovisor porque no tuvo el valor de girarse y verla a los ojos. Sabía que debía decir algo, porque Betty la miraba como si esperara algún comentario, pero no se le ocurría nada que decir.
—¿Tú también tienes "gustos distintos"?
—No —intentó que su voz sonara normal, aunque la pregunta la había tomado por sorpresa—. No tengo gustos distintos y tampoco me gusta tu hermano —hizo una pausa para dejar que esa información entrara en la cabeza de Betty y se asentara allí—. Aclarado eso, ¿Dejarás de hacerme la vida imposible?
—Tal vez, no sé. Molestarte es divertido a veces. La cara se te pone roja cuando te enojas.
¡Genial!
—Hablo en serio —murmuró.
Puso el auto en marcha sin decir nada más. No le importaba que Betty se portara bien o no, con que no volviera a escaparse y pusiera en peligro su libertad y su salud mental era suficiente para ella.
Sunny le lanzó una mirada a su teléfono y maldijo en voz alta. No le preocupaba que la escucharan, porque estaba fuera de la casa de los Taylor y no había nadie que pudiera oír y de paso condenar sus palabrotas. Patrick, ese asqueroso granuja, había quedado de pasar por ella hacía media hora, pero ni rastro de él; no respondía las llamadas, ni leía los whatsapp y Sunny comenzaba a impacientarse.
Le envió un montón de caritas iracundas, esperando que eso lo hiciera responder. Conocía demasiado bien a su mejor amigo, incluyendo esa molesta costumbre de espiar en la vista previa de sus propios mensajes y no responder. Sunny era un poco más directa, no respondía si no quería, dejaba a las personas en visto para remarcar que tanto le importaban sus ideas y no tenía miedo en admitirlo.
Se dejó caer en el escalón del porche, no le quedaba de otra que esperar, porque volver a casa caminando no era una opción y pagar un taxi era un lujo en esos momentos, así que prefería esperar a confirmar que fuera estrictamente necesario.
Hasta el momento Patrick sólo tenía veinticinco minutos de retraso, aguantaría un poco más.
Sacó sus audífonos y puso algo de música mientras miraba sus mensajes de WhatsApp. Tenía algunos sin responder, uno de Vivi que le había escrito temprano para felicitarla por su cumpleaños, una compañera de clases hablándole del fatídico examen de esa mañana y otro de Susan, a ella la había dejado en visto sin dudar ni un segundo porque no estaba de humor para sus estupideces. Volvió a ignorarlos a todos.
Vaya cumpleaños de mierda. La mayoría de la gente con la que había pasado el día ni siquiera estaba enterada, y así estaba bien para ella. Su madre y Susan, por otro lado, estuvieron intentando contactarla al menos dos veces, pero aquel era el día en el que menos paciencia tenía para aguantarlas quejándose de que no estaban juntas para celebrar.
Levantó la vista justo cuando vio un auto doblar en la esquina e hizo una mueca. La calle de los Taylor no era una muy transcurrida, además no creía recordar otro auto escandaloso recorrer los alrededores. Por eso supo, casi de inmediato, que era el auto de Mike. Lo confirmó cuando el vehículo aparcó frente a ella con un estruendo que hacía vibrar las ventanas del mismo. Por fortuna la canción de ese día era una desconocida, pero a un volumen igual de desagradable que la última vez.
Sunny sintió ganas de levantarse del escalón y correr a esconderse, pero sabía con toda seguridad que ya la habían visto y después de salir huyendo el día anterior, hacerlo ese día también sería raro.
Observó a Max Taylor mientras bajaba del auto de su amigo Mike. Parecían demasiado alegres para ser apenas las ocho y tantas de la noche, pero Sunny supuso que tratándose de ellos no debería sorprenderla. Max cerró la puerta de auto provocando un ruido sordo que quedó ahogado por el volumen de la música y luego recorrió los escasos pasos que lo separaba de los escalones del porche. Enarcó una ceja cuando llegó a su lado, como si le preguntara en silencio qué hacía allí, pero Sunny no le dijo una palabra.
Desbloqueó su teléfono, que seguía en su conversación con Patrick y le envió varios emojis con el dedo de en medio en alto. Ese maldito se las vería con ella más tarde.
—¿Hmmm... Su...lly? —cuestionó. En serio parecía que le había costado trabajo intentar recordar su nombre— La niñera a la que no le agrado.