Sunny les lanzó una mirada a las tres personas sentadas en su sofá e intentó no ponerse de los nervios. Había bebidas y picaderas sobre la mesita de centro, Pat había puesto música y Venus incluso se había tomado la libertad (o la molestia, dependiendo de cómo se viera) de inflar algunos globos. Les agradecía por el detalle, pero no tenía ganas para sentarse a "celebrar".
Se excusó para ir un momento a su habitación a dejar sus cosas, más interesada en estar a solas un segundo que en cualquier cosa. No sabía por qué, pero tener a Max Taylor en el salón despertaba su ansiedad.
Todavía no entendía por qué había aceptado la invitación. ¿Su reacción no fue bastante clara? Una persona decente se habría negado, pero Max Taylor no era una persona decente, por eso en ese momento estaba sentado en el sofá fingiendo que encajaba allí.
Tiró su mochila sobre la cama y se quedó de pie unos segundos, intentando aclimatarse a la situación. Afuera, en el salón, estaba su mejor amigo y dos desconocidos, listos para celebrar su cumpleaños. Si la situación no fuera ya demasiado incómoda, sería deprimente.
Salió de la habitación y fue hasta el baño. Se lavó la cara, se hizo un recogido en el pelo y se miró al espejo un instante; solo serían unas horas. Dos, tres como mucho; con el alcohol el tiempo pasaba rápido y tenía bastante alcohol a disposición.
Con esa idea en mente volvió a la sala, el cuadro era bastante surreal para ser apenas las nueve de la noche: Patrick desparramado en el sofá mirando su teléfono mientras hacía comentarios estúpidos a Venus que estaba en la cocina preparando tragos de un sospechoso color verde, pero lo peor fue encontrarse a Max de pie, observando fijo el mural lleno de fotos que tenía en la pared.
Cuando Patrick y ella se habían mudado, el apartamento decía Vivi por todos lados y dado que ella y su madre eran los seres menos compatibles del universo, Sunny había decidido redecorar porque cada vez que entraba en el salón le daba jaqueca. El resultado no logró ser perfecto, dado que la decoración no era su fuerte, pero sí logró que el lugar se pareciera a ella. La pieza central del salón eran justo fotos de ella y Patrick cuando se fueron de su viaje de graduados.
Max se giró un segundo, notando su presencia y señaló las fotos.
—Han estado en un montón de lugares.
Sunny se encogió de hombros.
—Fue un regalo de mi mamá.
Hubiera dejado el tema ahí de poder, pero obvio que Patrick no dejaría pasar la oportunidad de lucirse delante de Venus.
—Estuvimos viajando por cinco meses antes de entrar en la universidad, fue una locura —exclamó, irguiéndose en el sofá y dejando el celular sobre la mesilla.
—¡Qué guay! —alabó Venus volviendo al salón con las bebidas que había preparado. Sunny tomó uno y se dejó caer en uno de los sillones individuales. Venus miró las fotos un momento— Son muchas fotos y muchos lugares.
—Sí, muchas fotos —respondió Sunny sin ánimo.
—Es gracioso. La mamá de Sunny le preguntó qué quería por regalo de graduación y ella solo sabía que quería viajar, más por irse más o menos lejos que por las ganas de conocer —Patrick pareció notar la mirada asesina de Sunny, hizo un gesto con la mano y volvió a puerto seguro—. El punto es que tomamos un mapa para elegir un lugar y no pudimos, intentamos hacer votaciones, pero nada funcionó. Al final terminamos con una lista de veinte países. ¿Pueden creerlo? Pensé que Vivi nos ayudaría a elegir uno, pero debía estar loca esa mujer porque dijo que si queríamos podía hablar con su agente de viaje para que nos hiciera una ruta por todos. TODOS.
» Salimos desde Nueva york en un crucero que recorría cuatro países y nos dejaba en Londres y de ahí recorrimos casi toda Europa por dos meses, los últimos meses los pasamos en Portugal, Sunny se bronceó, aprendió el idioma y se enrolló con un tipo llamado Evandro que nos llevó a conocer todo el país.
Sunny se llevó una mano al rostro. Odiaba cuando alguien mencionaba viaje, Europa, avión o mar; porque esas eran las palabras claves que encendían a Patrick para contar la historia una y otra vez. Venus y Max parecían muy interesados en el tema, porque su mejor amigo tenía una manera poética de contarlo, para ella era un poco más crudo.
Unos meses antes Vivi había hecho pública su relación con la maldita sanguijuela de Ian y no era un secreto para nadie que Sunny echaba chispas. Susan acababa de irse a la universidad y ella no tenía ni idea de qué hacer con su vida, así que su madre le ofreció un regalo, lo que quisiera, buscando con eso una reconciliación. A Sunny no le interesaba demasiado viajar, pero la idea de alejarse de la nauseabunda relación de su madre la emocionaba un poco, así que eligió irse hasta decidir qué haría al regresar.
Su madre aceptó el monstruoso derroche que implicaba viajar por veinte países porque quería consentir a Sunny y tener tiempo a solas con su amorcito de un solo golpe. Sunny accedió gustosa, esperando que a su regreso Vivi ya hubiera recuperado el sentido común y mientras se dedicó a gastar el dinero de su madre en el extranjero, como Ian lo hacía en casa con zorras y alcohol.
—Debió ser un sueño. Yo viajé con mis padres a Italia el verano antes de su divorcio.
Nadie supo qué decir a eso, así que casi de inmediato Patrick volvió a hablar del viaje y de cómo habían pasado cinco meses de fiesta en fiesta.