Sunny

VEINTITRÉS

Sunny suponía que el día no fue del todo una pérdida de tiempo. No hizo mucho, pero al menos logró recuperar algo del sueño de la noche anterior. Además de eso había vuelto a hablar con Patrick, esta vez más calmada y recibió siete mensajes de Susan en los que su hermana le reiteraba lo mala hija y desconsiderada que era y como se había cargado lo que pudo haber sido unas buenas vacaciones familiares. 

Volvió a mirar su teléfono, en su ventana de chat con Betty, (su amistad avanzaba). La niña le había escrito a media mañana para preguntarle por qué Max tuvo que llevarla a la escuela, Sunny le respondió que solo estaba un poco cansada y luego necesitó de veinte minutos y mucha paciencia para explicarle que estar físicamente agotada no era el equivalente a estar harta de ella. Se habían mantenido en contacto toda la tarde mientras Betty se quejaba de todo lo que Max no estaba haciendo bien. 

A él no lo había visto desde su conversación de esa mañana, tal vez porque había pasado todo el día dormitando o porque Max estaba demasiado ocupado intentando manejarse con Betty. A las cuatro de la tarde Sunny recibió una imagen de su parte; se trataba de una foto de la niña en su club de ajedrez demasiado concentrada en su juego como para fijarse en su hermano estaba haciéndola de paparazzi. Suponía que esa era la forma de Max certificarle que no lo hacía tan mal. 

Sunny se rindió al aburrimiento y se levantó de la cama. Aún tenía el pijama con el que pasó la noche y toda ella estaba hecha un desastre. Lanzó una mirada a la ventana solo para confirmar lo que ya sabía, que entre mensaje y semiinconsciencia había llegado la noche. Miró su teléfono para confirmar la hora y si era tarde. Volvió a tirarse en la cama. 

Tonta como era, había esperado a que el reloj marcara más de las ocho para sentir ganas de ducharse. Ahora, con la certeza de que Kristal ya debería estar en algún lugar de la casa, tal vez en la cocina, en su habitación o recorriendo el pasillo una y otra vez solo porque sí, le daba miedo meterse a la ducha y que ella pudiera escucharla. 

En el mejor de los casos Kristal pensaría que se trataba de Max y lo dejaría estar. En el peor, podría sospechar que hubiera alguien en la habitación y llamar a la policía. Max ya le había dicho que pasaría la noche en casa de su amigo, ¿Y si Kristal lo hubiera visto marcharse? 

Maldijo y tomó su teléfono para escribirle a Max, pero justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió. Una persona normal habría saltado sobre la cama, gritado, tal vez, pero Sunny solo atinó a cubrirse con el montón de sábanas deshechas que tenía a su alrededor.

—¿Qué haces? —La voz de Max llegó a ella justo después de escuchar como cerraba la puerta. 

Sunny suspiró aliviada antes de salir de debajo de las sábanas.

—¡Ay, gracias a Dios! Por un momento pensé que era Kristal.

—Y pudo haber sido porque has tenido la puerta sin seguro todo el día mientras dormías como una boa después de zamparse una vaca obesa —se burló Max mientras iba hacia su closet y comenzaba a buscar cosas en su interior.

Sunny sintió la necesidad de defenderse.

—Yo no… 

—Te vi —la interrumpió—, no lo niegues, Polly. Entré a buscar algo, estabas ahí tirada babeando mis cosas, me sentí tentado a sacarte una foto porque uno nunca sabe cuándo necesitará extorsionar a alguien.

—Qué bien que no lo hiciste —murmuró Sunny conteniendo una mueca. 

Max dejó de sacar cosas de su closet y se giró hacia ella, serio. 

—No, sí lo hice. Sales de lo más graciosa.

—¿Te estás burlando de mí? —inquirió.

—No —replicó sin dar más explicaciones mientras metía una última pieza de ropa en su mochila y se la ponía al hombro para marcharse. 

Sunny lo miró fijamente. Era claro que se estaba burlando de ella y no pensaba insistir más en ese asunto.

»¿Quieres venir? —Añadió él, cuando estaba a punto de abrir la puerta— Iré a casa de Mike, los chicos se reunirán allá. Será divertido. 

—No. Es decir, gracias por invitarme, pero creo que lo mejor es que descanse un poco para mañana.

—¿Descansar? Pero si te has pasado todo el día tirada en la cama, se te van a atrofiar los músculos, Sally.

—Mi nombre es Sunny…

—Lo sé. Levántate de ahí y vamos. Te gustará, estará Venus. 

Sunny quiso decirle que con eso no lograba ayudar, había pasado bastante tiempo con Venus Berrycloth el sábado y no se moría de ganas por repetirlo. No quería ser mal entendida, la chica le parecía simpática, pero la desesperaba un poco. 

—No puedo salir de aquí —optó por decir—. Sería una catástrofe que Kristal me viera, o Betty. 

—Pero puedes salir por la ventana, de hecho, sería un buen ensayo para mañana.

—¿Mañana? —Sunny en serio no tenía ni idea, hasta que vio la ceja enarcada de Max.

Por supuesto que ella, como buena imbécil, había aceptado el ofrecimiento de pasar la noche allí, básicamente porque no tenía otro lugar en el que quedarse. Lo que no había pensado era que, llegada la mañana, no podía simplemente salir de aquella habitación y bajar las escaleras en cuclillas. Tendría que salir de allí por la ventana, como una vil delincuente. Es decir, ya había entrado la noche anterior como una, pero al menos lo hizo por la puerta principal. 



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En el texto hay: romance, niniera, comedia juvenil

Editado: 09.04.2023

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