Sunny

VEINTISIETE

Su madre estaba en medio del salón mirando una maleta con suspicacia cuando ella entró en la casa. Tardó unos segundos en levantar la vista, pero cuando lo hizo la forma en la que los ojos se le iluminaron fue evidente.

—Susu, bebé, qué bueno que viniste —exclamó yendo hacia ella para abrazarla—. Creí que me iría sin volver a verte.

Sunny no se movió, solo dejó que su madre la rodeara con los brazos y luchó con sus sentimientos de culpabilidad. Patrick debía estar a sus espaldas burlándose de cómo Vivi la apretujaba.

—Siento mucho que hayamos peleado, cariño...

—Mamá no tienes que hacer esto —intentó interrumpirla.

En serio no necesitaba tener una charla profunda y sanadora con Vivi a esas horas de la madrugada, aquel era un reencuentro motivado solamente por el deseo egoísta de no sentirse tan mierda por haber estado ignorando a su madre los últimos días. Las palabras que su amigo le había dicho unos minutos atrás en serio la hicieron sentir como la basura de hija que posiblemente era.

—No, escúchame, cielo. No quería verlo, pero Ian me ha hecho comprender que tal vez he sido demasiado dura contigo.

Sunny contuvo las ganas de hacer una mueca; su madre no la vería, ya que continuaba exprimiendola contra su pecho, pero su futuro padrastro, que era una versión aún más repugnante de Bettlejuice y que aparecía a la mínima mención, acababa de entrar en el salón arrastrando otra de las maletas de su madre.

—Esta ya es la última —canturreó.

Cuando su vista se encontró con la de Sunny, tuvo el descaro de sonreír, como si no supiera que ella lo odiaba.

» Sunny, justo a tiempo.

Ella le dedicó una sonrisa y ni siquiera se esforzó en que luciera sincera. Volvió a respirar con normalidad cuando Vivi al fin la soltó.

—Ha sido muy lindo que vinieras a despedirnos, mi amor. Ya casi estamos saliendo, pero quiero que sepas que te amo y que jamás volveré a castigarte de la forma en que lo he hecho.

—Mamá...

—El taxi está abajo, mamá —murmuró Susan, apareciendo en el salón— Oh, hola Sunny —agregó al verla.

Su hermana deslizó la mirada por ella, parecía ser la primera persona que notaba que estaba despeinada y en pijama, pero no dijo nada al respecto, sino que se acercó para darle un abrazo, porque era Susan y no sería ella si no fuera tierna y considerada.

—Ya tenemos que irnos, pero llámame esta noche.

Sunny asintió. La habilidad de su hermana para fingir que no habían discutido la última vez que se vieron ya no la sorprendía, después de todo, Susan siempre fue la gemela madura. Y Patrick tenía razón, ella era la gemela mala.

—¿Puedo unirme a su llamada? —preguntó Vivi, animada— Podemos hacer una videoconferencia en Skype.

Sunny volvió a asentir. Sentía como que todo pasaba muy rápido, todos hablaban a su alrededor y ella no podía entender a ninguno.

—Perfecto —murmuró Susan tecleando en su teléfono—. Mamá, el Uber nos espera.

Vivi le dio otro abrazo de despedida.

—Espero verte pronto, cariño, y no por Skype —luego se giró hacia Ian—. Vamos, querido.

Ian fue lo suficientemente sabio como para no intentar acercarse, y solo hizo un gesto de despedida con la cabeza. Le dio un apretón de manos a Patrick que estaba de pie detrás de Sunny y salió hacia el ascensor cargando las maletas.

Vivi se despidió de su mejor amigo con sus habituales dos besos en las mejillas y Susan, parecía que lo abrazaría, pero al final solo se dedicaron un asentimiento. Sunny se quedó observándolos mientras su madre y su hermana terminaban de salir del departamento.

—Intenta dormir un poco, Susu, cielo. Te ves muy cansada.

—¡Mamá! —La llamó Susan, deteniendo el ascensor para que no dejara a su madre.

Esta se despidió una última vez antes de entrar en el aparato, casi de inmediato las puertas se cerraron, dejando a Patrick y a Sunny nuevamente solos. Antes de que su amigo pudiera hacer algún comentario, ella habló.

—¿Qué fue eso? —cuestionó sin mirarlo.

—¿Qué fue qué?

—Susan no te abrazó.

—¿Por qué tendría que abrazarme?

—¿Por qué tendría que no hacerlo? —Contraatacó— Susan y tú nunca han tenido problemas con tocarse.

—¿Estás locas, Sol? —Tartamudeó— ¿Cómo puedo yo saber por qué Susan no me abrazó? Tal vez huelo mal.

Sunny lo miró con ojos entrecerrados. No le creía nada.

» Mejor ve a la cama, Sunny, ya escuchaste lo que dijo Vivi. Aprovecha las dos horas que tienes antes de irte al trabajo a afrontar la realidad.

Su amigo le dio ligeros empujones hacia el pasillo y Sunny estuvo a punto de hablar, pero él la interrumpió.

—Nada, señorita. A la cama, te veré en dos horas.

—¿Eso de ahí es baba seca?

—Si... Creo que sí.

Sunny abrió los ojos como pudo al escuchar aquellas voces. El sonido parecía lejano, pero ella sabía que provenía del interior de la habitación. Volvió a hacer el intento de abrirlos y se giró para poder localizar el lugar del que habían salido esas palabras.




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