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Sol, paletas y arcoíris.
Todo lo que es maravilloso, seguro que se cruza en tu camino
Cuando amas quedarte.
Sol, paletas y arcoíris.
Todo lo que es maravilloso es lo que siento cuando estamos juntos.
Más brillante que un centavo de la suerte.
Cuando estás aquí las nubes oscuras desaparecen.
Querido, y me siento tan bien
Solo con saber que eres mío.
— Sunshine, Lollipops and Rainbows de Lesley Gore.
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Seúl. Viernes 1 de abril de 2022. 4 p.m.
Un día brillante debería ser de buen augurio. Lastimosamente, este no era el caso.
Sunshine, Lollipops and Rainbows de Lesley Gore ha sido colocada en la pantalla plasma del televisor. La voz melodiosa de la mujer muerta inundaba todo el lujoso salón principal. Do KyungSoo bailaba alegremente al ritmo de la música, balanceando su cuerpo suavemente, pues en sus brazos cargaba a su hermoso bebé Ahn Suk, de tan solo un año de edad. Ahn Suk era precioso, su piel lechosa bien cuidada, sus negros ojos inmensos que miran con curiosidad a quien se le acerque, sus mejillas gorditas que, si no fuera por KyungSoo, JongIn las apretaría con delicadeza. El bebé trajo mucha alegría al matrimonio Do-Kim, no solo por su hermosura, sino porque ellos realmente anhelaban un hijo, sobre todo KyungSoo.
Cuando Do cumplió ocho años, tuvo un hermanito. Muchos infantes pueden sentirse celosos por la llegada de un bebé, pero con KyungSoo ese no fue el caso. Él adoraba a su hermano. Así que, ayudó a su madre y a su padre a cuidarlo, incluso cuando sus progenitores le decían que no era necesario. Años después un primo tuvo una hija y KyungSoo también ayudó. A nadie de la familia le sorprendió que haya terminado siendo profesor de inicial. Las demás personas sí le preguntaban el motivo. La respuesta de KyungSoo era sencilla: "Los adolescentes te mandan a la mierda, los bebés solo llorarán". Detrás de la corta respuesta hay mucha historia. En realidad, no es que KyungSoo tuviera una fascinación extraña con los bebés, más bien le gustaba ser sociable y gentil. A lo largo de su vida se había incorporado a organizaciones que luchaban por ciertas minorías, incluso fue voluntario en la ONU y en UNICEF. Sin embargo, mirando ese largo camino lleno de ayuda humanitaria, concluyó que ayudar y enseñar a los más pequeños podría marcar un cambio significativo, pues como mencionó Raffi Cavoukian: "Si cambiamos el comienzo de la historia, cambiamos la historia entera".
KyungSoo estudió Educación Inicial y se desempeñó en el centro Kids Place. Ahí ejerció acompañamiento temprano a madres y padres, quienes le veían con asombro. Más de una persona le preguntó, sí tenía algún hijo o hija. KyungSoo negaba con la cabeza, fingiendo una sonrisa para no incomodar a las personas que tan solo eran curiosas. Tenía pareja, pero ambos habían acordado que todavía eran muy jóvenes para convertirse en padres. Querían esperar un tiempo más. Así que, KyungSoo se repetía que no debería estar deseando un hijo, debería estar contento de estar realizando algo que le fascina: ayudar a las familias y a los decisivos tres años de vida del vástago. Pero cada día que veía a una familia feliz, deseaba tener su propia familia feliz. Quizá llevaba puestos unos lentes rosas que producían que observara felicidad pura en aquellas familias. Con el pasar del tiempo, KyungSoo subió de niveles, ejerciendo también en la sección pre-inicial e inicial. Cuando se encontró en el último nivel mencionado, un día de verano muy caluroso, una mujer carismática le preguntó en sí tenía su propia familia (es decir, una pareja y, probablemente, un hijo). Ante la temida y repetitiva pregunta, por fin pudo responder "sí" y la sonrisa que acompañó el monosílabo no fue falsa.
Conoció a JongIn en la universidad, aunque no estaban en la misma carrera ni compartían alguna clase. Se encontraron en el club de cine. KyungSoo entró no porque fuera un cinéfilo, sino que el chico que usaba un disfraz de oso y que repartía volantes acerca de lo genial que era el club de cine cayó sobre él. La gran cabeza de oso salió rodando y el chico moreno que se encontraba bajo el disfraz lucía muy apenado. El joven no dejaba de tartamudear disculpas e inclinarse una y otra vez, su rostro tornándose rojo. La situación no solo era bochornosa para el moreno, sino también para el blanquecino. A KyungSoo no le gustaba tener tantos ojos curiosos sobre él, así que le pidió al muchacho que cesara sus disculpas y aceptó ir al club. Claramente, se arrepintió a penas, se comprometió, pero le daba más vergüenza rechazar la oferta. Debería aprender a decir "no".