Lunes otra vez… de nuevo tener que volver a clases… ¡qué flojera! Y lo peor es que ahora tengo que levantarme todavía más temprano para lavar los trastos para el desayuno. ¡Ya no puedo más! ¡Diablos! Y pensar que prometí hacer esto por todo un mes… ¡Me quiero morir!
***
Mandy llegó al colegio hastiada. Tenía un humor de perros. “Me tratan peor que a una esclava. ¡Ya no lo soporto! Y encima luego tengo que partir a clases toda apurada, ¿es que no puedo tener ni un minuto de reposo? Solo espero que a nadie se le ocurra fastidiarme el día de hoy, porque juro que me va a conocer”, ella se dijo para sus adentros mientras se dirigía a su salón de clases con los puños cerrados y a largas zancadas.
–¡Mandy, mi amor! –Lorenzo saltó hacia ella.
¡SMASH! El pobre fue hecho hacia un lado de un mochilazo. –No estoy de humor, idiota.
–Ya-ya me di cu-cuenta, ¡ay! –estampado de cara contra la pared cual una mosca aplastada, Lorenzo habló adolorido y con la voz entrecortada.
–Cielos, Mandy, por lo que veo no estás de buenas en esta mañana –Roberta se acercó a su amiga junto con Estela y Bianca.
–¿Sabes todo lo que tuve que prometerle a mi madre para que me dé permiso de ir a tu fiesta, Roberta? ¡Me trata como a su esclava! No puedo creer que una madre sea capaz de tratar así a la hija de sus entrañas. ¡Es una abusiva!
–Cielos, amiga. No puedo creer que hayas tenido que pasar por tanto para ir a mi fiesta, ¡qué buena amiga eres!
–Por favor, Roberta, no estoy para bromas…
–¡Vamos, Mandy, anímate! –exclamó Estela, y le palmeó la espalda a su amiga–. Además, no me negarás que la fiesta estuvo de lo mejor. Te vi pasándotela bomba con el chinito Xian. ¡Awww, el amor!!
–¡Shh shhh shhh! –Mandy se apresuró en taparle la boca a su amiga con ambas manos–. ¡Deja de decir tonterías! ¡Solo somos amigos y nada más!
–Ya pues, Mandy. ¿A nosotras nos vas a venir con esas? Si se nota que te mueres por el Jackie Chan chifero –señaló Roberta.
–Se llama Xian, por si acaso.
–¡Ya vez como si te gusta!
–¡Mmm-mmm!! –Estela señaló las manos de Mandy. Resulta que la joven púrpura le seguía tapando la boca y hasta la nariz.
–¡Oh, perdona! –Mandy por fin soltó a su amiga.
–¡Por poco me ahogas! Está bien que te dé vergüenza estar templada, pero tampoco es como para que me estés…
–¡¿Quieres que te vuelva a tapar la boca?!
–Paz, amiga –Estela levantó ambas manos en señal de pedir calma. Para ese momento las tres amigas ya habían ingresado al salón.
–Chicas, vengan, por favor –Mandy reunió a sus tres amigas en círculo–. Por favor, se los pido de verdad… acuérdense de lo que pasó cuando estuvieron difundiendo estúpidos rumores sobre mí y Xian en la cafetería. ¿Es que no escarmientan?
–Nop –Estela respondió con desparpajo. Bianca y Roberta soltaron un par de carcajadas.
–¿Quieren que vuelva a perseguirlas hasta el fin del mundo para darles su merecido?
–¿Quién es Xian? –Roberta fingió estar confundida.
–Así me gusta –Mandy se dirigió a su asiento. Roberta y las demás hicieron lo propio, aunque en el camino se dieron tiempo para comentar ciertas cuestiones sobre el estar enamorada y la valentía que se requiere para admitirlo–. Me rindo –Mandy soltó un resignado suspiro, y a continuación hundió la cara en los antebrazos.
Llegó la hora del recreo. Cuando las chicas salieron de su clase, se toparon con que en el pasadizo los chicos de la otra sección se hallaban reunidos en círculo y hablaban y comentaban de lo más excitados.
–¿Qué estará pasando en la otra clase? –se preguntó Bianca.
–Vamos a averiguarlo –sugirió Estela, y se acercó a la multitud.
Mandy y sus amigas dieron saltitos para poder ver por encima de las cabezas de sus compañeros, y al notar que no lograban descubrir gran cosa, decidieron abrirse paso entre la gente. Varios compañeros de su salón tuvieron la misma idea, de modo que la multitud pronto se hizo mucho más numerosa.
–¿Descuentos en calzado? ¿Promociones en ropa? ¿Ofertas en cafeterías y restaurantes? ¡Tomen, tomen! ¡Vales de promociones y descuentos para todas mis tiendas! ¡Tomen los que quieran! –una alumna que Mandy nunca antes había visto en su vida se encontraba repartiendo vales a todos cuantos la rodeaban. La voz de aquella muchacha, tuvo que admitirlo, era muy seductora y atrayente. Y su dueña no se quedaba atrás. Ella era una joven de larga cabellera negra, lisa y sedosa que le caía sobre la espalda. Su frente estaba tapada por un coqueto cerquillo, su rostro era delgado y de bellas proporciones, y en este destacaban sus grandes ojos azules y sus pestañas largas y rizadas.
–¿Quién eres tú? –Mandy le preguntó cuándo finalmente consiguió abrirse paso hasta ella.
–Mi nombre es Rina De La Riva. Soy una nueva estudiante en tu colegio… –en eso Rina se interrumpió y contempló a Mandy anonadada–. Wow, no puedo creerlo. Entonces era cierto lo que me comentaron los muchachos del salón…