Super Purple: One Cursed Girl

Capítulo 2: ¿Salir de casa? ¡No quiero ser el hazmerreír de todos!

¡Ah, Arequipa, mi linda ciudad! Me siento orgullosa y feliz de haber nacido en un lugar tan increíble. Y es que aquí hay tantos sitios que visitar: la campiña arequipeña, el mirador de Yanahuara, la Plaza de Armas, el parque de Selva Alegre, el centro de la ciudad con sus edificaciones de sillar que le dan un aire tan elegante y original, las callejuelas de los barrios tradicionales con sus floreros y farolas, los centros comerciales tan animados y divertidos… Además está su excelente clima, casi siempre soleado y con cielo despejado; con un clima así dan ganas de estar contenta todo el tiempo. Por eso y muchas cosas más me encanta pasear por mi ciudad… Pero, pero, ¡pobre de mí, ahora ya no podré hacerlo nunca más! ¡Es tan terrible! La maldición que me ha caído encima ha arruinado mi vida por completo. Tendré que vivir encerrada en mi habitación para siempre, cargando con esta tragedia tan, tan, ¡tan púrpura! ¡Así es, no permitiré que nadie se burle de mí! Por eso ya lo he decidido, hasta que no resuelva este mal que me aqueja viviré aquí sola y aislada en mi habitación como un ermitaño. ¡Lo juro! Ay, amigos, así de trágicas están las cosas en mi vida. ¡Qué catástrofe tan terrible!

***

–¡¿Qué es lo que te pasa hija?! ¡¿Te encuentras bien?! –la mamá de Mandy le habló desde afuera de su habitación, en tanto tocaba la puerta con insistencia y al mismo tiempo, aunque en vano, intentaba abrirla.

–¿Qué le pasa a la hermana? –una voz de niño se oyó.

–¿Mandy está bien? –una voz de niña intervino esta vez.

–¡Harold, tu hija se ha encerrado con seguro! ¡Tráeme la llave!

–He traído la llave, Susan –el padre de Mandy llegó al poco rato con un mandil puesto y con la llave sostenida en su mano derecha. Él se encontraba algo agitado, pues había venido corriendo.

–Abre de una vez la maldita puerta, Harold, que Mandy no me contesta.

–Por dios, Susan, modera tu lenguaje, que los niños están presentes.

–Ay, lo siento. Pero es que ese grito que lanzó nuestra hija fue tan, tan… ¡parecía que la estaban matando!

El señor Harold introdujo la llave en la cerradura.

–¡No entren! ¡Por lo que más quieran no lo hagan! –desde el interior de la habitación se oyó la voz de Mandy. Ella se oía muy afectada.

–¿La has oído, Harold? ¡Hija, ¿qué es lo que te ha pasado?! ¡Respóndeme, que soy tu madre!

–Me he convertido en un monstruo, mamá. Eso ha pasado. Todo se ha acabado para mí.

–Bah, con que era eso. Seguro le ha vuelto a salir un grano –el señor Harold se relajó.

–Ah, así que era eso. Sí recuerdo la última vez que nos montó una escenita similar. ¡Oye Mandy, deja de ser tan exagerada, que por un grano nadie se ha muerto! 

–¿Oíste Tabata? Mandy tiene un grano –apuntó el niño.

–Sí, Robin. La hermana de nuevo se ha vuelto fea –respondió la niña.

–¡Ustedes cállense, par de pequeños engendros! –desde adentro les gritó Mandy.

–¡Mandy, no les llames así a tus hermanitos! –la señora Susan le llamó la atención a su hija mayor.

–Abriré la puerta –dijo el señor Harold.

–¡No papá, no la abras! ¡Si lo haces, si te atreves a abrir esa puerta… jamás te lo perdonaré!

–Trae para acá. La abriré yo –la señora Susan le arrebató la llave a su marido y abrió la puerta.

Adentro todo se encontraba oscuro, por lo que nadie pudo ver bien lo que estaba pasando. La mamá de Mandy fue hacia la ventana y levantó las persianas. La luz que entró a la habitación les reveló a todos los presentes el nuevo aspecto que tenía Mandy.

–¡Santo cielo, Mandy! ¡¿Qué es lo que te ha sucedido?! –desconcertada, la señora Susan se acercó a su hija.

–Mandy, hija… ¿a qué hora te has pintado todo el cuerpo? –le preguntó el señor Harold.

–Mejor te hubieras pintado de verde para parecer Shrek, hermana –el niño opinó.

–Oye, hermana. ¿Por qué te has pintado de morado? ¿Querías disfrazarte de una uva? – la niña le preguntó.

–¡No me quería disfrazar de nada, tonta! –Mandy se tapó la cara con ambas manos.

–Entonces la hermana se ha vuelto un ogro –indicó el niño.

–Eso es, eso es. Entonces, si es así, si es así –la niña se emocionó–, ¡la hermana tendrá que encontrar a un príncipe azul que la bese para poder regresar a la normalidad!!

–Lo malo es que no creo que alguien quiera besarla ahora, y mucho menos si le sale un grano –señaló el niño.

–¡Oigan, ustedes dos, par de…! ¡Lárguense de aquí!!! –Mandy se destapó la cara y con voz furibunda les gritó a sus hermanitos.

–¡WAAAA! ¡Mamá, Mandy nos gritó! – el niño se puso a llorar.

–Mandy mala, Mandy mala –la niña también se puso a llorar.

–Ya, ya, Robin, Tabata, tranquilos mis pequeños. Su hermana no quiso gritarles –el señor Harold se dirigió a los niños–, es solo que…

–Papá. Por favor. Necesito estar sola, sácalos de aquí.



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En el texto hay: comedia, aventura, magia aventuras misterio amores amistad

Editado: 30.12.2022

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