Lo admito, mi intento de vengarme de Martina fue un verdadero fiasco; aunque también es cierto que todo fue por culpa de esa sarta de inútiles que me tocaron como equipo. ¡Grrr, que rabia me da!! ¡Ah no, pero ni crea esa jirafa oxigenada que ya me he rendido! Lo juro, no descansaré hasta encontrar la oportunidad perfecta para cobrar de una buena vez mi venganza… ¡Basta! Ya debo olvidar este asunto. No vale la pena seguir con lo mismo todo el rato. Es fin de semana, y como dicen por allí: “y el cuerpo lo sabe”. Así que lo mejor que puedo hacer ahora es pasármela bien y así desestresarme de esta semana tan terrible que he tenido: ¡He pasado por tanto que ya no doy más!
***
Sábado por la mañana. En la sala de entrenamiento de la escuela Chìbǎng, Mandy y Xian se encontraban en medio de un combate de prácticas.
–¡A ver qué te parece esto! –Mandy se lanzó al ataque–. ¡IAIAIAIA! –ella le propinó una lluvia de puñetazos a su compañero.
–Veo que has venido con muchas energías el día de hoy –Xian tuvo que esforzarse más de lo que había previsto para esquivar los ataques de Mandy.
–¡Toma esto! –Mandy exclamó, y sin previo aviso lanzó una patada de media vuelta dirigida al abdomen de su oponente.
–¡Eso estuvo cerca! –Xian por poco logró hacerse a un lado en el momento justo.
–¡Xian, ¿papá está aquí?! –Jet se apareció por la puerta que conectaba con el resto de la casa.
–¡Uo, uf! –Xian esquivó un par de golpes de Mandy–. ¡No, no se encuentra aquí! Se fue al mecánico a recoger el auto.
–¡¿Es en serio?! ¿Y ahora quién se supone que me dará dinero para salir con mi novia? ¡Mierda, y justo el día de hoy que había quedado con Amy para ir a los carts…!
–Lo siento, Jet. Te prestaría, pero ya sé que nunca me pagarás –Xian le dijo.
–¡Tacaño!
–¿Sabes cuánto dinero me debes hasta ahora de todas las veces que te he prestado? ¿Cómo te atreves a llamarme tacaño?
–Préstame cincuenta soles, hermanito… ¿Cómo dices? ¿Que me los saque nomás? Muchas gracias –Jet dijo y de inmediato desapareció por la puerta.
–¡Jet, ni se te ocurra! ¡Oye, espera!
–¡JAIAAA! –aprovechando la distracción de Xian, Mandy le asestó una certera patada de media vuelta en el abdomen. Xian cayó de rodillas y tomándose del estómago. No podía hablar, pues el ataque le había sacado todo el aire.
–¡Jajaja, una vez más he obtenido la victoria! –Mandy sonrió mostrando los dientes, y con la mano derecha realizó la “V” de victoria.
Xian no respondió nada. Solo gimoteos ahogados salieron de su boca.
–Xian, ¡hey! ¿Estás bien? –preocupada por lo mucho que tardaba su compañero en ponerse de pie, Mandy se le acercó, se puso de cuclillas, y con la mano derecha le tomó el hombro.
Xian asintió. Se echó de espaldas sobre el reluciente piso de madera. –Estoy bien, no te preocupes –una vez recuperó el aire, él finalmente respondió.
–¡Fiu, menos mal! Ya me estaba remordiendo la consciencia por haber usado demasiada fuerza en mi ataque…
–No, lo has hecho bien. Fue mi culpa por distraerme.
–Creo que por el día de hoy ya ha sido suficiente entrenamiento, ¿no te parece, Xian? –Mandy habló con voz agitada.
–Estoy de acuerdo –Xian respondió.
–Oye, Xian. Me estaba preguntando… ¿tienes algo que hacer ahora?
–No, la verdad es que no. La tarde de ayer me la pasé todo el rato ayudando a mamá en el restaurante, así que ahora me ha dejado el día libre. ¿Por qué me lo preguntas? –Xian, ya algo recuperado, se sentó.
–Mira –Mandy se dirigió al vestidor y sacó su mochila. Una vez estuvo de vuelta, de esta extrajo un cupón y se lo mostró a Xian–. ¿Recuerdas ese día en el que me viste detrás del coliseo?
–Eh… ¿te refieres a cuando Samara y sus amigos te agarraron a huevazos, y después tú te enojaste y los perseguiste echa una demente?
–¡Ejem! Sí, ese día. Aunque no era necesario que me recuerdes todos los detalles –Mandy le dirigió una mirada inquisidora–. En fin, lo que quería recordarte es que ese día Samara estaba ofreciendo vales de descuento para la heladería de su tío. De todos los vales ella sorteó el único que servía para reclamar un queso helado totalmente gratis. Y adivina qué: ¡yo lo gané! ¡Mira!! –Mandy le tendió el vale.
Xian lo cogió y lo leyó. –Aquí dice que la heladería pertenece a un nuevo restaurante de comida típica que ha abierto a unas pocas cuadras de aquí. Vaya, no sabía que habían abierto un nuevo restaurante en el barrio –Xian le devolvió el vale a Mandy.
–¿Me acompañas a reclamar mi queso helado? ¡¿Si?!! –Mandy junto las manos y comenzó a tambalearse hacia adelante y hacia atrás cual una niña pequeña cuando se engríe con su padre.
–Claro, no hay problema. Como ya te dije, tengo el día libre.
–¡Perfecto! ¡Vamos entonces!
–¿Así como estamos? ¿No sería mejor que cada uno vaya a su casa y se aliste primero? Quisiera darme un baño.
–Como quieras. Te vengo a buscar en quince minutos, entonces –Mandy no esperó la respuesta de Xian, y salió de la sala de entrenamiento tarareando una alegre melodía. “…I hallucinate when you call my name…”, Xian la oyó entonar mientras ella se alejaba de muy buen humor rumbo a su casa.