Súper Seis Uno Nueve

LA TRAGEDIA Capítulo 3 (Primera Parte)

CAPÍTULO 3

 

LA TRAGEDIA

La Rochelle, Francia

Edith Brocheré

Controladora de Vuelo

 

[9 de noviembre de 1994]

Buen día.

Buen día Edith ¿Cómo está usted?

Muy bien señor Doe, muchas gracias y ¿usted? ¿Qué tal su viaje?

La verdad es que bastante pesado, la diferencia de horario me trae con los ojos pelados, pero me gusta mucho su país, muy pintoresco.

Todo aquí es bellísimo, muy diferente a su américa…

Claro eso puedo verlo, por favor llámame David.

¿Me estas coqueteando David?

[Risas]

No me hables tampoco de usted por favor…

No, para nada… Es solo que pensé que serías una persona un poco más grande, más adulta, me sorprendí al ver que eres muy joven.

No te sonrojes, no me molesta, suelen decirme eso a menudo.

¿Cuántos años tienes?

Veintiséis años recién cumplidos, hace una semana exactamente.

¡Vaya! Pues feliz cumpleaños Edith, lamento no haber traído un regalo para ti…

No te preocupes, no me gustan mucho las sorpresas. ¿Y tú, cuántos años tienes?

Treinta y dos, más viejo.

Vaya, pero no se te notan, te ha tratado bien el tiempo, dicen que el tiempo pasa más lento en Norteamérica… Sigues sonrojándote, me encanta eso.

[Silencio]

Pero dejaré de molestarte y bien, dime, ¿Por dónde empezamos? ¿De qué se trata esto?

Bueno Edith pues como creo que ya sabrás, soy un periodista del “Daily American News” de San Antonio, yo fui el corresponsal enviado al lanzamiento del súper seis y a raíz de la tragedia del 18 de abril, el periódico decidió hacer una crónica de sucesos que parte desde unos días antes del lanzamiento o esa idea tenemos. Tú eres la primera a la que entrevistamos y deseo que me cuentes tu experiencia durante el lapso que estuviste en la isla.

Bien, pues no fue realmente mucho el lapso que estuve en la isla, fueron solo 4 semanas, de las cuales dos fueron antes del lanzamiento.

Ya veo, pero antes de abordar el tema, cuénteme un poco de ti, como llegaste a la AIIEC. Veo que eres Teniente, un buen grado para su edad.

Bueno… La tradición militar viene de mi familia, mi padre participó en la segunda invasión de Shaba con el Frente para la Liberación Nacional del Congo, mi abuelo luchó fervientemente contra los nazis y ayudó a tomar las playas en el día D y mi bisabuelo defendió la frontera sembrado en una trinchera contra el asedio incesante de la artillería Alemana, los demás atrás no los recuerdo, pero mi padre solía contar la historia de un ancestro que era cercano a Napoleón.

¡Vaya! Toda una tradición.

Por desgracia para mi padre, tuvo solo mujeres, a pesar de que lo intento y ¡mucho! Nunca tuvo un varón para que continuara con la tradición familiar.

¿Cuántas hermanas tiene usted?

Cinco hermanas de sangre y seis medias hermanas más de otros matrimonios de mi padre.

¡Rayos! Vaya que si lo intento.

[Risas]

Pero de todas, soy la favorita, porque después de terminar la escuela de lenguas, decidí enrolarme al ejército.

Creo que ha de estar muy orgulloso de usted.

No creo que de la misma manera que estaría si hubiera sido un varón, pero de cierta forma sí. Desde pequeña siempre me gustaron los conflictos políticos, bélicos y demás, ya sabe, las guerras e intervenciones, pero sabía que en mi condición de mujer sería más difícil abrirse camino en una carrera militar. Así que antes de comunicarle a mi padre mi interés por la armada se lo dije a mi madre, pegó un grito en el cielo, pero después de un tiempo lo entendió.

¿Por qué se lo comunicó a su madre antes que a su padre?

Porque aún no estaba segura y para hablar con papá necesitaba estarlo. Lo hubiera desilusionado aún más comunicarle mi intención y arrepentirme a la mera hora. Por eso se lo dije primero a mamá.




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