Supernova: Plaga Mortal

12

Una brisa nocturna me desacomodó el cabello por unos momentos, pero mi alma se sentía totalmente tranquila al saber que mis compañeros, de alguna manera, llegaron hasta mi posición en una posible misión de rescate. Paulina fue la primera persona que apareció en mi mente, ya que ella era la única que pudo haber dado información de nuestro paradero. Sin embargo, no entiendo muy bien el por qué no podían encontrarme si mi traje de Supernova aparece en el mapa del visor como cualquier otro. Entre mis cuestionamientos al esperar a los demás, Nadia se acercó al Madacra inconsciente y lo ató con una cuerda que sacó de alguna parte de su traje. Cuando vi lo que estaba haciendo, notando una preocupación visible por saber si ese tóxico seguía con vida o no, ella captó mi sentimiento y, después de atarlo, se dirigió a mí.

— No te preocupes, no está muerto —afirmó Nadia al leerme la mente—. Lo que hice fue paralizarlo con una flecha eléctrica desde lo lejos. Paulina nos dijo que era muy importante capturar a uno de estos tóxicos si nos lo encontrábamos.

— Interesante, usas un arco —dije con una sonrisa.

— No es exactamente un arco —contestó al llevarse la mano a la espalda y descubrir un arma con una mirilla muy particular—, lo que uso es una ballesta. Prefiero ser silenciosa y atacar sin hacer mucho ruido desde la distancia, a diferencia de Falco que lleva un francotirador que se escucha de aquí hasta Yinfa. Sus disparos son más certeros y letales, pero la atención que llega a captar es algo que prefiero evitar.

— Ya veo —refuté—, aunque debo preguntarte algo que me llamó la atención. ¿Por qué bajaste desde un árbol?

— Oh… eso… —manifestó, pensando en alguna respuesta—. Lo que pasa es que me he acostumbrado a usar las propiedades adicionales del traje de Supernova para moverme entre los árboles si es que tengo la oportunidad. Podría decirse que soy como un ninja —afirmó al levantar su mano, como si estuviera llamando a alguien. En pocos segundos, su lumineta apareció de entre los árboles en lo que parecía piloto automático—. Mi labor en el escuadrón Beta es ser la rastreadora por excelencia debido a que me encanta la naturaleza y no tengo problemas en moverme entre ella.

— Por eso tienes varias pequeñas mascotas en tu habitación —apunté, recordando los roedores que Lucy dijo que vivían en la habitación de Nadia.

— Podría decirse que sí, me gusta mucho todo tipo de animalito —sonrió—. Además, son pocos los tóxicos que pueden trepar árboles como lo hago yo, por lo que mi vida se ha salvado algunas veces por tener esta capacidad de sigilo y escape ligero.

— Eres muy talentosa, Nadia —expresé asombrado—. Definitivamente esa es una cualidad que jamás había escuchado, pero que debe ser súper útil para los demás.

— Pues… —dijo al ponerse nerviosa por el cumplido, hasta que un grito la interrumpió.

— ¡MATEO! —exclamó Lucy al llegar rápidamente desde el interior del fraccionamiento residencial y saltar de su transporte antes de detenerse completamente — ¡Casi me dejas pelona de la preocupación! —manifestó al abrazarme.

— No es para tanto, Lucía —dije, un poco avergonzado por su gesto de cariño—. No me pasó nada.

— Pero pudo pasarte —refutó al soltarme y posicionarse detrás de mí mientras buscaba algo—. ¡Aquí está! —exclamó al arrancar un pequeño pedazo de tela de mi espalda.

— ¿Y eso? —pregunté confundido ante tal acción.

— Es un dispositivo especial hecho con luminex —contestó Santiago, quien llegó de repente al lugar seguido de Falco y Nova—. Tu hermana llevaba uno similar cuando llegó a Yinfa hace algunos minutos. Esa cosa no nos permitía rastrear sus trajes desde la metrópolis, por lo que estaban totalmente desaparecidos de nuestros mapas. Es un dispositivo interruptor de frecuencias a largo alcance.

— ¿De verdad? —pregunté asombrado— ¿Y de dónde salió esa cosa? ¿Ya venía incluida en mi traje?

— Para nada —reafirmó Santiago—, alguien te la puso justo antes de salir en esta misión. ¿Recuerdas algo extraño que haya hecho Enzo y que pudo haber aprovechado como oportunidad para ponerte esta fibra de luminex?

— Ahora que lo dices… —recordé con esfuerzo, hasta que una memoria me llegó de repente a la cabeza— Posiblemente fue cuando estábamos subiendo en la plataforma del cuartel; Enzo nos dio una palmadita en la espalda y yo sentí un ligero calambre en donde me había tocado.




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