supervivencia z

capitulo 3

El autobús volcó, no recuerdo como salir de allí, creo que pedí el conocimiento, cuando desperté estaba en medio de la carretera, no sabía dónde estaba.

Sofía me ayudo a levántame cuando le pregunte donde estábamos me dijo que cerca de alquerías.

—Señora que hacemos. —Pregunto un soldado.

—No lo sé, estábamos a punto de llegar. Estamos en medio de la carretera, no hay ningún sitio para pasar la noche, y lo peor es que hemos pedido la comunicación con la base.—comandate.

— ¿Dónde estamos? —pregunto el soldado

— No lo sé, no conozco la zona. —contesto

— Creo que estamos cerca de alquerías. — me atreví a decir

—¿conoces la zona? —me preguntar la teniente

— Si, vivo cerca y he venido varias veces, por eso se dónde estamos. — dije

—escucha bien todos, iré por allí-dijo señalando un camino a la derecha. _)— decía la teniente—Buscare un refugio, espero que mientras este fuera a nadie se le ocurra ir por su cuenta—

Al cabo de un rato, volvió dijo que vio una casa pequeña casi al final del camino, estaba rodeada por vallas y que estaba vacía. Pero que no estaba de todo segura de pasar allí la noche sea lo más seguro, luego nos miró vio que estábamos asustados y cansados, suspiro profundamente, no tenía ninguna opción. Cuando llegamos ya era de noche estaba todo en silencio, la casa era algo más grande de lo que había dicho, era vieja, tenía dos plantas en la de arriba había 3 habitaciones, una de ellas era doble, otra era simple y luego estaba el principal que tenía una cama de matrimonio, cerca de la ventana había una cuna. En la parte de abajo estaban el baño, una habitación que habían sido un estudio, tenía una mesa de madera con un ordenador, la silla era inclinarle con ruedas, también había un viejo equipo de radioaficionado. Nos repartimos habitaciones, me toco dormí con Sofía y con una mujer mayor, decidimos dale a ella una de las camas, yo dormí en el suelo.

Los soldados hicieron turnos de vigilancia, otros fabricaron un sistema de alarma casero, con latas. Santi encendió la televisión, no tenía señal, al principio pensó que era por el lugar, pero en realidad ya no había señal ni de la televisión, ni de radio y tampoco internet.

De pues de cenar nos pusimos a habla de lo que íbamos a hacer a partir de ahora, los militares no podían contactar con nadie y no sabían si seguir con las ordenes que tenían o no, pero lo que estaba claro era que no nos iban a dejar tirados a nuestra suerte. Cuanto la teniente se quedó sola me acerque a ella estaba sentada frente a una pequeña ventana, bebiendo un café, fue entonces cuando me decidir contare lo que sabía.

Ella se sorprendió y me pregunto cómo sabia eso.

—¿Lo sabe alguien más? — me pregunta la teniente

— No me he atrevido a decirlo. – dije

— Vale, de momento que nadie lo sepa. Mañana partiré con dos más para busca comida y ver si este sitio es seguro. — teniente

-—Vale, si necesita algo puedes pedírmelo. —y diciendo esto me fui para intentar descansar un poco.

Al día siguiente la comandante se llevó a dos compañeros para hacer una pequeña batida de la zona

—Fernández, tu estarás al mando mientras estemos fuera. – ordeno la teniente.

— Si, señora— contesto Fernández.

Salieron de la casa, nos dijeron que volverían antes de que anochezca.

Fernández era alto musculoso, tenía el pelo rapado. Nos miró a todos, llamo a su compañero Sánchez que era bastante más joven que él. No le gustaba hacer como él dice, de canguro, pero no tenía más remedio, era una orden directa de un superior. Le puso su mano derecha sobre su hombro.

—Dime ¿conoces las ordenes? — Fernández

—Sí, proteger a los civiles y llevadlos a la zona segura. –sanchez

— Bien, vamos a organízanos un poco. —fernandez

Estuvimos toda la mañana ocupados, estuvimos recogiendo cosa que nos podía servir, comida enlatada y envasada, llenamos botellas, cantimploras con agua. Y cogimos cualquier cosa que podía servirnos como arma.

Pero cuando García intentaba comunicase, con los que habían salido nadie le contesto.

—Nada no responde por radio, esperamos hasta mañana y si no han vuelto, nos iremos – nos indicó un poco preocupado. -

Cuando terminamos de llenar las mochilas que encontramos, nos reunió a todos, para avísanos que nos iremos de aquí mañana, hayan vuelto o no. Ya que no podíamos quédanos, porque tenía la orden de llevan a los superviviente a un punto seguro, esas eran las ordenas y la iba a cumplí.

El día fue muy tranquilo no pasó nada interesante, estábamos listos para irnos en cualquier momento.

Después de cena, escuchamos unos ruidos muy raros, también unos risparos, eso nos puso en alerta ya que se escuchó muy cerca. Cuando fui al piso de arriba par busca mis cosas, escuché como se rompía unos cristales, bajé corriendo, vi a una de esas cosas, se quedó de frente mío, Salí corriendo, no veía a nadie. ¿Se han ido sin mí? Solo tenía ese pensamiento en mi cabeza, me encerré en una pequeña habitación, bloqueé la puerta con una mesita de madera que había en un rincón, mi única salida era una pequeña ventana. Habían entrado más, oía más golpe, en cualquier momento tirarían la puerta, solo tenía una opción y poco tiempo, cogí una silla, me subí en ella, intente abrí la ventana, pero no pude, han hecho un agujero en la puerta el tiempo se acaba, baje deprisa y cogí una lámpara, volví a subí y de un fuerte golpe rompí la ventana, quite los trazos de cristales que había en los lados y salte por la ventana.

 

No estaba muy alto, me levante del suelo y Salí corriendo de allí. Tropecé con algo y me caí, cuando me levanté me encontré cara a cara con alguien, no supe que hace. Era Fernández, se había dado cuenta de que cuando salieron yo no estaba con ellos y había vuelto a por mí.

—¿Estas bien? — Fernández

—Sí, pero tenemos que irnos de aquí ya—  contesté

—Estoy acuerdo, vamos con el resto— Fernández




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