Tratando de mantener el control decidí salir del hospital, aunque los doctores y enfermeras no me lo querían permitir, se dieron cuenta rápidamente que mis heridas ya no estaban, al menos la mayoría de ellas.
Baje las escaleras, llegue al pasillo de recepción y un doctor de ahí me hablo para entregarme los papeles.
—Einar, aquí está tu información, la que el ministro te menciono. Afuera te espera un taxi que te llevara a tu departamento, bienvenido de regreso a Reikiavik.
—Muchas gracias, adiós.
Me dirigí a la salida mientras sostenía el papel que me habían dado. Estaba en Reikiavik, la capital de Islandia, realmente solo actuaba por actuar, no recordaba quien era, que paso con mis padres, era obvio que yo anteriormente no vivía en Islandia, me encontraron algo lejos de mi país de origen, según lo que había dicho el señor, bueno, no recordaba su nombre.
Simplemente me quedaba cooperar y aceptar el refugio, no tenía otra opción. Me subí al taxi y efectivamente me llevo a un edificio y rápidamente llegue a lo que era mí habitación.
La nota también decía que iría al colegio en 3 días junto con la dirección del mismo. No estaba seguro de lo que hacía, no tenía algún tipo de plan, algo para defenderme, no tenía recuerdos, simplemente la marca que estaba en mi brazo, suponía que mi memoria se recobraría al pasar el tiempo, ya no quería ir más al hospital, esos lugares me dan escalofríos.
En la cama había otra nota, esta decía que en el closet se encontraba ropa nueva, así también como zapatos y artículos de primera necesidad, realmente el mismo gobierno me estaba manteniendo.
Decidí explorar un poco para saber en dónde estaba parado. Reikiavik sí que era hermoso, se podía respirar un aire de pureza y tranquilidad. Las casas de alrededor también eran muy bonitas y coloridas, habían muchas calles por donde ir, aunque no era muy grande el lugar un muy buen ambienta era en aquel lugar, todo parecía muy perfecto.
Después de caminar y distraerme con cada cosa que veía me perdí, no recordaba cómo llegar a mi edificio, sin embargo seguía melancólico, así que trate de relajarme.
En ese momento me volvieron a suceder los dolores de cabeza, cada vez eran más fuertes, gotas de lluvia empezaron a caer sobre mi cabeza y estas mismas camuflaban mis lágrimas, mis odios ya no escuchaban nada. A mi mente me llego el recuerdo de un chico que me pedía ayuda, pero no recordaba quien era, simplemente se alejaba por un hueco de oscuridad, por más que corría para alcanzarlo no lo lograba.
Seguí caminando a paso veloz y el dolor ya iba bajando en cuanto a la intensidad, por fin ya no era tan intenso y preferí ir a un muelle que alcanzaba a ver cercano. Llegue y me quede mirando a la nada.
Escuchaba por las calles a gente que hablaba de un incidente que paso en E.U.A el cual en realidad un terremoto era artificial, fuera de lo natural. Según varios rumores, realmente ponía atención por lo que me había dicho el señor ministro, por nada más, era como nostálgico y no sabía exactamente el porqué.
Me estaba volviendo completamente loco. Camine tratando de llegar a mi habitación y así poder dormir un poco.
La gente que iba pasando se me quedaba viendo muy raro y no sabía el porqué. Además no encontraba el camino para llegar al edificio en donde yo estaba hospedado. Realmente Islandia no era grande, pero me salí sin grabarme bien el número y me daba pena equivocarme, mientras caminaba me encontré con un par de chicos que al parecer eran buenos amigos, habían salido de una tienda y ambos se veían contentos por lo que habían comprado.
Decidí ir a preguntarles para tratar de orientarme, sin embargo me daba pena, quizás la timidez era un buen amigo y enemigo. Tome valentía, me decidí por preguntarles.
—Amigos, necesito ayuda me perdí, no recuerdo el número de mi edificio.
Ambos se me quedaron viendo de una forma muy extraña, estaban paralizados y uno de los chicos me apunto con el dedo. —Tu brazo está brillando —retrocedió un par de pasos— ¿te pasa algo malo?
En realidad tenía razón, no me había fijado pero mi brazo estaba brillando con un tono rojizo, además donde más brillaba era en donde tenía ese extraño símbolo. —No sé lo que me pasa, hoy desperté en el hospital y perdí la memoria.
Realmente todo eso ya era muy surrealista. Podía esperar lo que sea, nada me iba a sorprender tan fácil.
El brillo desapareció y toque mi brazo, al parecer ya había vuelto a ser otra vez normal, claro sin mencionar la marca.
Los tres nos tranquilizamos y tratamos de no armar un alboroto y el chico se centró en lo que le había preguntado desde el inicio.
—Podemos ir con un oficial de seguridad.
La idea me gustaba, era mejor que yo lo hubiera hecho desde el inicio, pero conociéndome.
Decidimos ir con el primero que nos encontráramos y por fin llegamos con uno que nos pudo guiar. Llegamos con buena fortuna, muy amables esos chicos.
—Listo, llegaste a tu hogar.
Editado: 21.05.2020