Uno
POV: Allison.
No soporto ni un minuto más. Isaac ha estado intentando sacar un tema de conversación, pero niego todo lo que venga de él. Estamos en McDonalds y sé que mi actitud infantil no me llevará a ninguna parte, pero no puedo portarme bien.
— No entiendo porqué llamas a esto "cita" si está más aburrido que mirar hormigas — mi comentario no parece afectarle en lo absoluto. Sigue comiendo sus papas y haciendo gestos raros, intentando sacarme una sonrisa.
— Eso es lo que hacen las parejas "normales" — detesto ese término de pareja. Estúpido Isaac insistente que me hizo cometer este error.
— ¿Y no podemos vernos una vez al mes como algunas de esas? — ríe lleno de sarcasmo, mientras niega con la cabeza.
— Pues ya me quiero ir — no he probado bocado alguno de las papas que ha pedido para mi. Me mira algo cansado y sé que viene su discurso.
— Te prometo que si comes todo y hablas un poco, iremos rápido a casa — bufo y no me queda otra opción.
Me observa en todo momento y me molesta.
— Bueno, habla de algo — meto una papa en mi boca. Descubro que sí he tenido hambre, pero mi orgullo no me ha dejado comer nada. Isaac respira profundamente, intentando obtener paciencia.
— ¿Te parece ir al baile de la próxima semana? — al fin me consulta antes de actuar como un maniático y llevarme a algún lugar.
— No lo sé, no tengo ni un vestido, además de que tengo dos pies izquierdos — era verdad. No me gustaba salir a fiestas ni por todo el oro del mundo. En vez de lastimarme mis pies con tacones de aguja y morirme de frío en una falda que no me cubre absolutamente nada, prefería estar sentada observando como duerme Dusty, mi perro.
— Pero se puede solucionar — admiro su positivismo. Me alisto para escuchar su propuesta, y sigo comiendo.
— ¿De qué manera? — levanto una ceja, dándole a entender que tendrá que tener un buen argumento para hacerme salir de casa.
— Podemos ir mañana a visitar el centro comercial, y lo del baile, pues simplemente te guío — no ha sido suficiente para mi, pero es una idea tentadora.
— Espero y sepas bailar lo suficiente bien para que ambos no terminemos siendo la burla de la fiesta — sonríe confiado y me da muy mala espina.
— Al menos lo habremos intentado — su optimismo me da asco. No sé si ha sido así todo el tiempo, pero tendré que aprender a lidiar con ello.
Termino las papas y el vaso de soda. Me brinda una sonrisa enorme y a cambio le muestro una mueca. Salimos del local y hace demasiado frío. Maldigo el llevar solo una camiseta y me aguanto las ganas de frotar mis brazos para entrar un poco en calor.
Isaac observa todos mis movimientos. Se saca su chaqueta y me la brinda.
— No la necesito — el orgullo es más fuerte. Muchas veces mi madre ha dicho que esa actitud no me llevará lejos, pero no puedo evitarlo.
No comenta nada y la pone sobre mis hombros. Bufo pero mentalmente le agradezco.
Me pongo a pensar lo extraño que es estar en una relación. Mientras él se esfuerza, yo intento hacerle cambiar de idea.
Caminamos hacia el auto que está en la próxima cuadra. En el camino se apega un poco más y estira su brazo, poniéndolo en mi hombro. No hago comentario alguno y los humos ya se me han bajado un poco.
— Así que sí aceptas ir al baile — afirma. Lo regreso a ver. Me mira divertido y no evita sonreír sumamente complacido.
— Sí, pero solo por dos horas — hace una mueca. No pienso cambiar de idea y quedarme hasta que amanezca. ¿Qué podríamos hacer todo ese tiempo? ¡Absolutamente nada! Ni que estuviéramos condenados a bailar todo el tiempo y a beber.
— Vamos, no seas aguafiestas — comenta cuando ya estamos dentro de su auto.
— Me parece aburrido estar ahí hasta que en vez de sangre corra alcohol por mis venas, así que esa es mi decisión y no la cambiaré — me mantengo firme a la idea. Me mira disgustado pero al final acepta.
El camino es silencioso. Supongo que no tenemos ganas de lidiar más. El ambiente es fresco porque ha encendido la radio y la calefacción.
Llegamos a mi casa. No sé cómo despedirme. Isaac apaga el carro y abre mi puerta gentilmente. Salgo e inmediatamente le entrego su chaqueta. Él se acerca y admito que los nervios surgen rápidamente.
— Puedes quedártela — la coloca de nuevo y me besa en la frente. — Paso por ti a las tres de la tarde, hasta mañana — murmura en mi oído y sin más entra de nuevo a su auto y lo veo alejarse.
Salgo del shock y me aferro a la chaqueta que tiene un perfume suave.
Entro a casa y mamá me espera en el sillón. Supongo que quiere que le cuente ABSOLUTAMENTE TODO.
— Hola mamá — le doy un beso en la mejilla y me corresponde de la misma manera.
— ¿Qué tal hoy? — me mira severamente al ver mi intento de cambiar de tema.
— Sería mejor que me digas como te fue a ti — me rindo. Es demasiado insistente y no me va a dejar descansar hasta que no le cuente el "chisme".
— Bien, pues me llevó al McDonalds e intentó sacar un tema de conversación al que claramente no respondí — mi mamá se lleva una mano en la cara, seguramente pensando en qué hizo para que yo sea así — e hicimos un trato — alzó una ceja.
— ¿Qué clase de trato? no me saldrás con ninguna de esas cosas que hacen los adolescentes hoy en día — río amargamente por el pensamiento de ella.
— Que me traería si comía y le conversaba — su cara de alivio fue evidente. No entiendo lo que cruza en su mente.
— Y también dijo que asistiremos a un baile la próxima semana — admito que su reacción fue divertida.
— ¿Vas a ir en verdad? — asiento y ella no lo puede creer.