POV: Allison.
¡Maldita sea! Se acerca peligrosamente y de la manera más discreta, antes de que empiece a gritar, la jalo del brazo afuera del hospital. Lo que menos quería era armar drama.
— ¡SUÉLTAME! — vocifera Beatriz. La miro como si estuviera completamente loca. Es ella quien ha venido a buscar su muerte.
— ¿Pero qué te pasa a ti? — alzo la voz al ver la mirada que tiene sobre mí: odio puro.
— Pasa, que a ti no te quedan las cosas claras, Allison — me nombra despectivamente. Hago una mueca.
— ¿Te parece coherente criticar a los demás y ni siquiera mirarte a ti misma? — interrogo irónicamente. Enseguida veo como su ceño se frunce.
— ¿Acaso a ti te duelen las verdades? — contraataca con otra pregunta. Sonrío de lado, algo fastidiada.
— No, al contrario, me fortalecen, pero al parecer a ti sí que te duelen — respondo limpiamente. Veo la rabia en sus ojos.
— Por lo menos sé lo que me conviene y lo que no — murmura. ¿QUÉ? Malditas indirectas.
— Cada quien actúa como se le pega la gana— y ahí se fue mi paciencia. Ella ríe cortamente.
— ¿Y qué quieres? ¿Una carta de despedida? Isaac no te va a recibir — musito con la cabeza llena de humo.
— Ya me di cuenta, pero no te preocupes, regresaré en cualquier momento — responde con un tono jocoso.
AH CLARO, CUANDO YO NO ESTÉ. ¡MALDITA PERRA!
— Como quieras, seguramente la respuesta es la misma — afirmo poniendo una sonrisa de "me voy a salir con la mía".
— La perseverancia es la clave, así que no me rendiré — asegura ella. Respiro suavemente. — Y ya me voy, no quiero seguir perdiendo mi tiempo, eso sí, recuerda que para cualquier momento en el que tú estés con defensas bajas, pueden aprovecharse de tu situación — termina sacándome de quicio.
Uy sí, qué miedo.
Camina rápidamente hacia su auto. Yo me mantengo seria hasta que me aseguro de que se marcha. Ingreso nuevamente al hospital.
Esta vez no me voy a morder la lengua, tengo que saber qué pasa entre Beatriz e Isaac.
Isaac ya estaba con la charola de comida vacía y la enfermera a su lado.
— Descanse, que tengan buenas noches — murmura la enfermera para luego salir de la habitación. Mi apetito se había esfumado, pero tenía que ser discreta en eso.
— Allie — me llama Isaac cuando me siento a su lado. Lo miro y sobo su brazo, al parecer le han inyectado nuevamente.
— La enfermera me dijo que te vio salir con Beatriz, estaban discutiendo, ¿verdad? — dice el chico con un tono de "no puedes mentirme".
— Sí, pero tranquilo, no pasó a mayores — respondo con un suspiro. Él enlaza nuestros dedos.
— ¿Y qué te dijo? — intento no girar los ojos ante su pregunta. Ay Theo, siempre tan curioso.
— Bueno, básicamente estaba enojada porque no habías querido verla y también al saber que yo estaba aquí — es lo que atino a decir. Isaac hace una mueca.
— Si te conforta, no pienso recibirla — responde el ojimiel. Sonrío cortamente.
— Hay algo más que me gustaría saber para estar tranquila — mando el mensaje suavemente. Una indirecta, bien directa. Isaac ríe y enseguida juega con mis dedos.
— Conocí a Beatriz en el colegio. Nunca me llamó la atención, pero era mi compañera de asiento y siempre hallaba la manera de hacerme la conversa, cosa que casi nunca le seguía la corriente. Luego pasamos al mismo instituto y seguía en el mismo plan, hasta llegar al punto en el que los trabajos grupales siempre se apuntaba conmigo sin que yo lo sepa y llegaba a mi casa a preguntar por mí, cosa que me molestó porque era demasiado el acoso y le dejé en claro que no quería que se acercara más — hace una pausa y yo sigo impactada — Y hasta ahora sigue sin dejarme tranquilo, y sabiendo que estás aquí, ella no va a dejar de molestarte — afirma.
Claro, ella no dejaba de comentar cosas y encima me dejaba pensando sin saber qué hacer.
— Así que te pido que borres toda la basura que te dijo de tu cabecita y escuches a tu corazón — dice sutilmente mi querido Theo.
Despeino un poco su cabello y beso su mejilla.
¿Cómo mierda puede ser así de…? ¡USH! Él es increíble.
— Trataré — apenas comento. No podía prometerle que lo iba a hacer, porque en mi mente traicionera ya habían tomado efecto las palabras del anterior día.
— Bueno, ahora quiero otro cuento para dormir y un verdadero beso — exige el pequeño Theo. Lo miro sorprendida para luego reírme.
— Decídete entre el cuento o el beso — pongo la regla. Era demasiado para mí, aunque en el fondo quería que se salga con la suya.
— ¿Por qué no me puedes consentir en ambas? ¡Vamos! ¡Ya me voy a lavar los dientes para besarte mucho mejor! — suelto una risita ante su comentario. ¿Lo ven? ¡ESTE ES EL THEO DE SIEMPRE!
— Está bien, pequeño Theo, que no se haga costumbre — pido en broma. Esto desde ya iba a ser continuo.
— Siempre me voy a salir con la mía, y de alguna u otra forma tú también te diviertes con esto, niégamelo si no es así — dice seguro de sí mismo. Se acerca a mi rostro y hace ese contacto visual.
— No — digo después de asentir con la cabeza. Isaac alza una ceja y ríe.
— Creo que sería buena idea comenzar con que te cepilles los dientes — comento en son de broma nuevamente. Isaac no quita su gesto anterior y alza los brazos, para luego pedir que lo ayude a ir al baño.
Sale después de cinco minutos con una sonrisa de oreja a oreja. No deja que lo lleve nuevamente a la cama, sino que se abalanza inmediatamente a besarme.
Correspondo entre una sonrisa tonta.
A veces creo que es demasiado para mí y no sé si en algún rato llegaremos a otro nivel, cosa que me aterra por ser tan inexperta.
Nos separamos por falta de aire. Él va con esa sonrisa de campeones y yo intento recuperar el aliento, a la vez de no sonrojarme.
Cuando ya está acostado cómodamente, apago las luces y solo mantengo la de la lámpara. Me acomodo en el mismo rincón de siempre.