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Extra 4: ~ Eres: Final

POV: Allison.

Después de nuestro compromiso, me sentía como si caminara por las nubes. Sería la señora Burrell dentro de un año. Aún no terminábamos de hablar sobre los detalles de la boda, pero tenía en claro que quería que fuera sencilla. Mientras nuestra familia y amigos más cercanos estuvieran, yo estaría satisfecha.

Trabajar se volvió un poco más armonioso, porque cada que me sentía cansada o extrañaba a mi prometido, veía los dos anillos en mi dedo anular. Necesitaba ese apoyo extra para soportar el estrés.

Mi futuro esposo jamás dejó de sorprenderme, incluso ahora, que recibí un mensaje precisamente cinco minutos antes de que mi turno se terminara. Unas velas, flores y servilletas estaban colocadas en la mesa. Se volvió como una tradición: quien llegara primero los viernes, haría la cena.

Todavía seguía enviando fotos casualmente cuando me sentía aburrida o quería que él se acuerde de mi.

'En camino para ver a mi amorcito'

Isaac enseguida me respondió con otra foto.

'Esperando a mi rayo de luz'

Algo curioso es que yo seguí recortando mi cabello, mientras que Isaac lo dejaba crecer. Incluso se dejó un poco la barba, haciendo que luzca un poco mayor. Creo que no hay look que Isaac tuviese y no me gustase.

Bajé del transporte del trabajo a toda prisa, para toparme con mi futuro marido en la puerta, con los brazos extendidos.

Él me carga en modo princesa enseguida, mientras yo trato de deshacerme de los zapatos de tacón. Cuando me encuentro sentada en la mesa, Isaac me coloca las pantuflas y se lleva mi bolso junto a mi abrigo.

— Vuelvo en un momento, preciosa — dijo antes de que yo me levante. Inhalé profundamente, dándome cuenta de que había pollo al horno para comer.

— Huele delicioso, amorcito — hablo cuando él vuelve con nuestra comida.

— Debo admitir que mamá me ha ayudado — anunció, sentándose.

— Mi suegra ha venido y no he podido verle, es una pena — exclamé sirviendo la comida. Puse más verduras en el plato de mi Isaac.

— Ella dijo que llamaría para que ustedes salgan — consoló mientras él me servía papas fritas.

Comimos hablando sobre nuestro día. Era viernes y el resto del fin de semana discutimos sobre hacer compras. Alcé la ceja cuando lo vi deslizando un sobre después de terminar la cena.

— Mamá no solo vino a ayudarme a cocinar — explicó, mirándome ansioso — También me dio una noticia increíble — terminó. Para terminar con la pequeña tensión, abrí el sobre y me dispuse a ver las fotos para luego leer el papel.

Quedé en shock cuando noté que eran unas escrituras. Escrituras de una casa en la ciudad donde está nuestra familia.

— La casa es de mis abuelos, a las afueras de nuestra ciudad, pero mamá dijo que ellos querían ir al campo y venderían la casa, así que — dejó en el aire la oración.

— ¡Debemos que adquirirla! — exclamé emocionada. Enseguida me apegué a él, sentándome en su regazo.

— Con nuestros ahorros juntados alcanzamos a pagar más de la mitad — empecé a hablar sin control, calculando todo.

— Allie, cariño — llamó mi atención Isaac — La casa ya es nuestra y ya está pagada — expresó posando su mano sobre la mía. Los anillos se juntaron. La mirada que me dio me hizo entender que él se había comprometido a pagar todo y seguro ya dio el dinero.

— Pero dijimos que compraríamos juntos nuestra casa — contradije, en un tono de pena.

— No es que quisiera excluir tu parte, pero hice el trato desde antes que nos comprometiéramos — confesó, jugueteando con mi mano. — Además, ese dinero tuyo podemos ocuparlo para construir y decorar, así podremos tener las oficinas — intentó remediarlo.

Me sentía un poco extraña, pero conociéndolo, realmente había pensado en los dos cuando compró la casa. Seguro creyó que se le adelantarían.

— No estaba seguro si los abuelos habían hablado con alguien, así que mamá aprovechó la oportunidad — mencionó, acariciando mi rostro. — Ahora podemos dar un paso más — finalizó, besando mi frente.

— Tienes razón, muchas gracias por tu esfuerzo — lo abracé fuertemente. — ¿Cuándo podemos visitarla? — pregunté, con los ojos llenos de ilusión.

— Mañana cariño, en el sobre estaba la llave — espetó riéndose un poco. Enseguida volví a checar el sobre para comprobar lo que dijo. Me di un golpe en la frente mentalmente.

— Ya que iremos para allá, podríamos aprovechar para visitar a Sandy — pedí, juntando mis manos, encantada por la idea.

— No puedo esperar por ver a mi hermana — respondió Isaac. No nos habíamos visto con ellos desde la propuesta, es decir, hace tres meses. Aunque Isaac hablara con ella por teléfono el mayor tiempo posible, añoraba verla en persona.

— Bueno, querido, entonces es hora de dormir — dije antes de levantarme y recoger los platos. Isaac se llevó los papeles, obedeciendo mi orden, yéndose al cuarto para cambiarse.

— No tardes tanto, ma chérie — canturreó en la entrada de nuestra recámara.

Suspiré contenta, empezando a perderme en mis pensamientos sobre la casa mientras lavaba los platos y ordenaba la cocina.

(...)

Quedé petrificada cuando estaba frente a la entrada de la casa. Era mucho más hermosa y grande de lo que aparentaba en las fotografías. Parecía estar en buen estado para los años que tenía. Isaac tomó mi mano para guiarme hacia la puerta, pasando el jardín y el pórtico.




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