Sus diseños

Capítulo 2

Lunes 7 de agosto 2017

Sophie Bullock

¿Cómo he llegado a casa? Eso no está claro…

Aún sin tener pleno poder sobre mi cuerpo, en cuanto veo la puerta de mi casa me bajo. Agarro los tacones en las manos, no quiero que se ensucien con todo lo que seguro hay en la calle y camino hasta dentro. Tambaleo, pero logro manejarme. 

No miro hacia atrás, porque moriría de vergüenza con quién sea que me haya traído. Es mejor no saber quién es, así no lo reconocería.

"Mejor no lo miraré, así no sabré quién es. Ojos que no ven, corazón que no siente... además, a esos ojos azules era mejor no ponerles nombre, si me le acercaba mucho empezarían las ilusiones".

Estoy ebria, drogada y uso la chaqueta de alguien... Salomé me va a preguntar qué ha pasado.No estoy tan ebria... como para decirle.

"Ni loca tampoco"

Al entrar, lo primero que logro ver  es a mi hermana, que sale de su cuarto con una camisa grande, no es de las de ellas... ¿Hay un hombre aquí? Mi hermana nunca trae hombres a casa.

Su pelo rubio, como el mío, está amarrado en una coleta. Ella me mira a los ojos y me regaña sin apenas decir palabra, lo merezco pero no quiero escuchar alegatos ahora mismo; yo solo puedo ver como, al menos a simple vista, ese chico no la ha golpeado. “¿Cuándo se volvió nuestra realidad el que yo intentase saber cómo eran los hombres que se acostaban con mi hermana?"

—Creí que dormirías en casa de una de tus amigas —dice —. A estas horas, las calles no son para chicas, Sophie.

—Tú sueles estar a estas horas...

—Eso no es justo.

Me arrepiento de decir eso. Salomé odia esta manera de vivir.

"Mientras nosotras estábamos así, Damon debía estar en algún lugar de Seattle, con alguna mujer, en algún departamento hermoso y algún empleo digno... Bebiendo chocolate caliente y disfrutando de la vida, mientras sus hermanas apenas podían subsistir.

Nunca creí que llegaría a odiarte, a ti, que fuiste mi primer amor, y mi príncipe, y que me diste mi obsesión y sueño con la moda... ¿Quién diría que pasaría de esperar los vestidos Anker que me regalabas, a desear siquiera saber si sigues vivo?

Espero que sepas que Dania estaría orgullosa de ti, la familia está aún en más ruinas."

Por alguna razón me llegan recuerdos de cuando Sal creyó que ya me había dormido y lloró detrás de la escalera, sus sollozos desgarradores me asustaron tanto que bajé... Lo único que vi fue como su ropa estaba rota y la sangre caía de sus piernas. Ella temblaba tanto, ella sufría tanto... y yo no podía evitarlo.

La miro pidiendo perdón por decir eso. Ella es todo lo que tengo.

—Sophie, tú no serás así —dice fuerte, no de voz, sino de actitud —. Tú irás a la universidad. Serás doctora, veterinaria, profesora, arquitecta o lo que desees, pero no serás cómo yo. Serás mejor. Mucho mejor. Tu futuro es hermoso.

Quiero llorar.

—Ve a dormir, pequeña —besa mi frente—. Necesitamos descansar... Y tú no necesitas un regaño ahora, ¿No? —niego —entonces a dormir.

Subo las escaleras, pero antes de terminar el camino me dirijo a ella.

—¿Salomé? —ella me mira antes de entrar a su cuarto— Sé que hay alguien ahí, pero ¿Quién es?

—Nadie —responde—, nadie importante.

+

Martes 8 de agosto 2017

Sophie Bullock

Despierto por las manos de mi hermana.

La casa ha sido lo único que nuestro padre nos dejó. 

Es de dos plantas, pequeña, algunas paredes están llenas de grietas y demás, pero es nuestra. El cuarto de mi hermana está debajo, el mío arriba, tiene un montón de ventanas, pero Salomé siempre dice que deben estar cerradas. Se ha vuelto un poco paranoica.

Entonces, no entiendo, como ahora ha abierto la gran ventana que están en mi cuarto.  Me cubro los ojos pero no siento alivio, la luz me deja casi ciega.

Lo que identifico como resaca me tiene adolorida, ella disfruta darme esta lección. 

—Despierta, holgazana.

—Quiero dormir, me duele la cabeza.

—No te pregunté, y eso es por estar bebiendo.

—Salomé... por favor —suplico deseando que me dejase unos minutos más.

—Debes ir a clases.

—¿Puedo faltar? —La escuela no me apasiona.

Ser holgazana es mi pasión.

—Primer día, Soph. Tienes exámen con el nuevo profesor, ¿Recuerdas? de inicio de año en Matemáticas.

¡Rayos! ¿¡Por qué él nuevo profesor debe mantener el mismo método del profesor Adam?!

—¿¡Quién da exámenes el primer día de clases?!

Si faltaba a este examen o cualquier otro, reprobaba todos, porque un examen menos incompleta las calificaciones. No podría graduarme. Y si sigue del todo como Adam daba sus clases, cada semana habra uno para mantener un control de lo aprendido. Tonto sustituto. ¡Nosotros que creíamos que nos habíamos librado de Voldemort! Pero al parecer dejó un aprendiz.

Es la única materia que hace eso.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡No me acordaba!

Corro al baño. Me doy cuenta que me dormí con el maquillaje, así que me lavo la cara con más cuidado. 

—Me duché en menos de tres minutos...  —susurro saliendo.

—Yo no hablaré de la calidad de esa ducha entonces —dice Salomé en risas.

—Nadie anda oliendo a nadie por la vida... espero.

—Usa esto —mi hermana elige algo rápido.

—¡Gracias!

Me maquillo sencilla mientras ella amarra mis cordones y posteriormente cepilla mi pelo. Es más mi madre que Dania, y sabrá Dios dónde esta esa mujer ahora.

—Me iré sin desayunar, Sal.

—No, no puedes.

—No me dará tiempo.

Solo siento la pantufla de ella en mi espalda —Te vas sin desayunar y venderé esos zapatos Anker que vi en tu cuarto.

—No te atreverías a vender mis zapatos Anker... —achinó los ojos— Me los acabo de probar, Jules recién me los ha dado.




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