Sophie Bullock
—Anker… —digo con más nervios que voz —Soy Sophie, eso ya lo sabes, debes saberlo, ¿no? —exhalo fuerte —Sí, soy la chica de esa noche.
No, así no.
—Señor Anker.
Sin sonrisas, Sophie.
—Señor…
Tampoco, no puedo solo mirarlo a los ojos, porque solo imaginarmelo me hace temblar. ¡¿Por qué tiene que ser así?!
—Anker —mantengo la respiración —, tú no sabías quién yo era antes de esa noche, pero yo sí sé quién eras… aunque no te reconocí.
Acosadora.
—Es que yo soy tu fan desde hace años. Tus diseños significan muchísimo, Anker.
Lame botas.
¡Dios mío!
—Y se que debo dar asco ya que tu sabes a qué… lo que hago… pero yo… Te juro que tiene una explicación, no pienses mal… —se me llenan los ojos de lágrimas.
—Pésimo, menos melodrama —me interrumpe la imagen de Anker.
Retomo la compostura.
—Esa noche fue un desliz…
—¿Qué te drogaras y que un tonto casi te violara?
—Podría decirse —susurro.
—¿También fue un desliz que él te haya pagado para hacerle un oral? —pregunta cruzándose de brazos y dejando todo su peso contra la pared contraria —¿Que estuvieras dispuesta a hacerlo, aunque él era el novio de tu amiga, mi hermana?
—Pues no…
—No, no lo fue —dice burlón—, porque eso es lo que haces.
Bajo la mirada llena de vergüenza propia.
—Eso hago…
La realidad me rompe y solo de pensarlo me doy asco. No puedo contenerme y tapo mi boca para evitar sollozos audibles.
—Así de poco vales —me expresa sin dejar de mirar mis ojos.
—Así de poco…
Me encojo y abrazo mi propio cuerpo. Así de poco valgo.
Pierdo el poder de las piernas y quedo en posición fetal. Las lágrimas salen, pero no él dolor. La realidad empieza a caer encima de mí. Quizás si escondo la cabeza entre mis rodillas me sentiré mejor… Pero al hacerlo no sucede, no hay mejoría.
Si el Anker imaginario me pone con los nervios de punta, ¿Cómo miraré a los ojos al real? Yo no puedo verle sabiendo que él es mi persona favorita en todo el mundo y que yo, una y otra vez, he perdido todo valor con esos chicos.
¿Cómo podría tenerle enfrente? ¿Cómo podría siquiera hablarle al Anker real? El imaginario es mil veces menos directo que el real; así que es obvio que si tenemos esta conversación va a ser peor.
¿Cómo le veré hoy en la pasarela?
Mierda.
Sigo abrazando mi cuerpo y llorando, pero más por el asco que me da mirarme en el espejo cierro los ojos.
Me asquea verme.
Comienzo a pasar mis manos por mi cuerpo, cada vez con más fuerza, con más rabia. ¿Cómo salgo de mi propia piel?
+
—Salomé…
—Diga, querida —ella está dándose una ducha mientras yo estoy recostada sobre la puerta del baño hablándole.
—¿Y si mejor me quedo?
El agua de la ducha para.
—Sophie, ¿Qué dijiste?
Si calculo la situación, mantenerme alejada de él es lo más sabio.
“Sabia” no es una palabra con la que me identifico, pero puedo fingir que sí.
—Solo estaba pensando, no soy tan buena, no tengo manera de saber que no me paralizaré frente a todo el mundo… ¿Te imaginas? Habrán cámaras, revistas, bloggers, si me equivoco ellos subirán eso a internet y… “Caídas más penosas de la historia”, ya lo vi.
—Naomi Campbell se cayó varias veces.
—Sí, pero ya era Naomi Campbell para esos entonces —devuelvo en un susurro.
Salomé abre la puerta del baño y sale con la toalla envuelta.
—¿Sabes por qué Dios hizo a las hermanas mayores? —niego divertida —Para detener a las niñas ansiosas de hacer cosas de las que se arrepientan, para no dejarlas perder oportunidades como estas —besa mi frente y sigue su camino hasta ir a su habitación para buscar ropa—. Irás, Soph, no es una pregunta.
—Pero…
—Nada de peros. Por años solo habías hablado de que Anker era tu marca favorita, llorabas cuando Damon te compraba esos vestidos —bajo la mirada—, enloquecías cada vez que él te compraba algo nuevo. Soph, la vida te diseñó este momento.
No es cierto. Además, no me importaban los diseños de la vida, se puede meter sus diseños por donde le entren.
—La vida lo diseñó para ti —susurro mirando el suelo—, a mí me pegaste tú, pero te ofrecieron esto a tí.
—Este momento no es mío… es tuyo. El momento que la vida tiene diseñado para mí debe estar por llegar —susurra — sé que sí.
—No quiero ir.
—Soph, piensa en todas las cosas que tuvieron que pasar para que esto esté sucediendo ahora, te esté sucediendo a ti —mi hermana toma unos leggins y una franela—, la vida pocas veces tiene cosas positivas para nosotras.
—Exacto… ¿Por qué algo tan bueno nos podría estar pasando?
Salomé ríe hasta que finalmente su teléfono suena. Inmediatamente ve el identificador sale una mueca; yo conozco esa mueca.
—¿Es mamá?
—Al parecer necesita dinero…
—Salomé —le digo con pena —, ella debe dejar de…
—Es nuestra madre, Soph —levanta la mirada y sonríe —, no es perfecta… pero fue la mujer que me dió una hermanita y un hermanito, ella me dió todo lo que tengo —acaricia mi mejilla —. No la puedo dejar morir de hambre.
—Yo sí la dejaría —susurro.
—Haz la pasarela —me ordena con ternura—. Disfruta el diseño, nena. No siempre la vida es así con nosotras. Y no te preocupes por mamá, le depositaré solo un poco esta vez; será suficiente para que no nos moleste por un rato.
+
—¿Cómo iba a saber qué eras el hombre de aquella noche? —le pregunto a mi Anker imaginario mientras caminaba en toalla de aquí para allá por mi cuarto.
—Soy bastante inolvidable, querida —me responde.
—Estaba ida… Borracha. Además, fue la primera vez que consumí drogas.
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Editado: 21.07.2024