Sus diseños

Capítulo 9

Sophie Bullock

Despierto asustada, una que otra pesadilla que no vale la pena recordar por ser repetitiva. ¿Qué hora es? Veo las manecillas y al parecer es apenas unos minutos después de lo que usualmente me levanto para ir a la escuela, ¿Por qué Salomé no me vino a despertar como siempre hace? ¿Siquiera está en casa?

—¿Salomé?

Nada.

—Parece que tu hermana tuvo una noche movidita.

—Imaginación, no es el momento.

La casa está oscura, no hay ruido o algo que delate la presencia de alguien más. ¿Qué había sucedido? La ausencia de regaños en la mañana me hace sentir extraña; ¿Cómo voy a iniciar mi día sin que me dijeran que debía ir a la escuela? O sea, sé que tengo que ir a la escuela, pero Salomé tiene que decírmelo para que me sienta en paz con la obligación.

Bajo las escaleras luego de que me cambié y toda la casa está igual que como la dejé anoche antes de irme a dormir.

—¿Salomé? —pregunto al entrar a tu habitación. El rechinar de su puerta me asusta, pero fui yo misma quién lo provocó al entrar. Está vacía la alcoba, su cama desarreglada, ropa tirada, totalmente a oscuras…

¿No volvió anoche?

Es algo deprimente ver la evolución de mi hermana. Hace dos años, antes de que toda nuestra vida se fuera en picada, cuando papá estaba vivo, cuando Damon aún estaba presente, cuando Salomé no había entrado a esa vida… El cuarto de mi hermana era como un templo o quizás un hotel. Hermoso, delicado y ordenado. A medida que el tiempo iba pasando mi hermana iba cambiando y el orden de su cuarto con ella. Va dejando de ser la mujer feliz y tierna que antes era, pero aún sigue siendo igual o aún más amorosa conmigo.

Ahora es la mujer que llora todas las noches e intenta levantarse por ambas al día siguiente.

Entro a su cuarto, huele a ese perfume barato pero hermoso que ella usa.

Miro la hora en mi celular, raya la hora límite para salir si quiero poder ir a la escuela y llegar a tiempo. Salgo sin desayunar y de camino solo puedo llamarla, intentando localizarla, unas cuatro veces. No responde mis llamadas telefónicas.

—¿Qué habrá pasado? —no puedo evitar preguntarme mientras voy en el bus.

Mi compañera de todos los días, Hailey, está sentada a mi lado, intenta iniciar una conversación pero mis respuestas siempre son monosílabos, y eventualmente entiende que no quiero hablar.

A celular de Salomé le entran las llamadas, entonces ¿Por qué no responde?

Me da paz que su celular esté encendido, porque si algo terrible le hubiera pasado ellos le hubieran quitado el eso. Pero a la vez me preocupa, porque si está encendido, ¿Por qué no me contesta o me escribe al menos?

Decido pensar en todas las veces que previamente ha sucedido esto y ella regresa.

Me bajo del bus y camino de la parada a la escuela. El viaje es muy rápido, más que nunca, quizás porque no puedo dejar de ver mis pies.Ya no me da esa euforia de venir a la escuela, como cuando recibí la beca, no desde que perdí a mis amigas. Si pudiera volver atrás, jamás hablaría con Thomas y me alegraría por Petra y él… Así no la hubiese perdido. Aunque ella ya no me ignora como antes, su intento de sonrisa hacia mí me duele; antes no tenía que esforzarse por quererme. Inmediatamente llegamos me despido de Hailey y Jules me lleva de la mano.

—¿Sí o no? —me mira fijamente.

Jules me mira y yo sé a qué se refiere.

—Jules, yo…

—Genial —dice sarcástica, y me aleja de la entrada. Milo mira todo con diversión y recibo ciertos recuerdos de cómo se sintió lo agresivo que fue, me estremece el cuerpo y quiero vomitar inmediatamente —. Lo primero que te dije es que tuvieras cuidado, nada de lugares abiertos, ¿Es que eres subnormal?

Me quedo callada.

—Obviamente ya lo resolví, hablé con el director yo misma, si quieres que las cosas salgan bien debes manejarlas tú mismo. Los chicos que iniciaron el rumor fueron sancionados, y los otros chicos no dijeron nada. Solo trata de no cagarla más —soba sus sienes con cansancio—, tengo suficiente con mi vida ahora mismo.

—Jules… Lo lamento.

—Tu disculpa no soluciona nada —comienza a dejarme atrás—, entré tú y los mareos me tienen hastiada, o empiezas a usar el cerebro o vomitaré esos zapatos tuyos de tercera mano.

Bajo la mirada.

—Escucha atentamente, Sophie. La única razón por la que no te he hecho trizas es porque al parecer mi hermano tiene algún tipo de… Sabrá Dios qué.

—Apenas le he visto…

¿Yo cuento como su hermano? —pregunta el Anker imaginario a mi lado —Porque en ese caso te he visto desnuda, sé todos tus pensamientos y soy muy… comprensivo con tus problemas mentales…

—Las cosas que hago para congraciarme con él.

—Yo… apenas he conocido a Anker.

—Calla —me ordena Jules irritada —. Vi a mi hermano rescatarte de… Milo aquella noche y vi la manera en que pidió un vestido para ti en la pasarela, lo apartó para que tú lo usaras, de alguna manera que no entiendo, a mi hermano le agradas. Así que es la única razón, repito, la única razón por la que no te he mandado a la mierda por hacerle un oral a mi novio. O meterlo en problemas. O siquiera estar cerca de mí.

Bajo la cabeza.

—Tú lo mandaste… creí que debía hacerlo, no quiero que publiques…

—¿Yo lo mandé? —me pregunta —¿Crees que mandé a mi novio donde una prostituta? —vuelve a preguntar con agria diversión.

—Eso dijo Jenna.

Jules sube sus pobladas cejas sorprendida.

—Así que eso dijo Jenna —responde.

Uh… problemas para Jenny al parecer —se burla, el espectro del demonio que me atormenta.

—Genial —se queja mientras se aleja sin perder la compostura. Sería incomprensible que Jules se dejara ver afectada ante una persona como Jenna, todo siempre tiene que estar bajo su control, o al menos eso ella dice.

—¡Sophie! —se acerca Gael corriendo —¿Estás bien? —me mira a los ojos y luego ve a Jules alejarse —¿Te has metido en problemas con ella?




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