Viernes 25 de agosto 2017
Sophie Bullock
Ser exageradamente hermosa es cosa de Jules.
Es que, mierda, ambas nos está llevando la vida, pero ella se ve perfecta. Está cayendo, pero con glamour. Yo con el pelo desordenado y ojeras por no poder dormir.
Honestamente, tenerla frente a mí es muy humillante.
—Jules…
Voy caminando detrás de ella, pero se me dificulta porque tiene piernas largas y yo de pollo. ¿Esas proporciones son normales? Es casi imposible tener el cuerpo de Shego.
—Ya para. No importa, solo cállate, Sophie, ¿Siempre hablas? —tiene que pararse a tomar aliento en uno de los casilleros, estos días había estado débil; contactó a la doctora que la atendió y dijo que era normal tras el procedimiento. Lo que dijo Jules fue con un tono no muy amable, cosa de la que se da cuenta y en sus ojos aparece el arrepentimiento, inmediatamente intenta resarcir eso —. Quiero decir que… no planeo dejar de ir. No puedo dejar de ir.
Alivianar la manera en que habla por mí… Eso me hace sonreír; es un esfuerzo para ella, gigante, y la verdad, es tierno de ver.
—No creo que debas andar en esas cosas, comencé a buscar por internet y dice que después de… —hago una pausa, y procedo a susurrar —aquello…
—Debes tener reposo, lo sé —me dice —, pero no voy a detener mi vida, Soph y mucho menos haré algo que me lastime. Iré a una fiesta, compraré algo de tomar y listo, no más. Ir es mi responsabilidad.
—Debes parar en algún momento.
—Sophie, cuando paro lloro y yo no lloro, ¿Entiendes?
—Solo me preocupo por ti.
Se detiene y se da la vuelta para mirarme —Lo sé y te lo agradezco, pero debo ir aunque sea a tomarme un martini, luego nos largamos tú y yo y vemos películas toda la noche, ¿Eh?
—Se supone que no debes tomar…
Me mira aburrida y entonces vuelve a ver su celular. ¿Sigue pendiente a lo que dice aquel noticiero de Anker? Ayer Anker viajó a Seattle para hacer un comercial de su marca, y lo han visto con aquella cantante, Jessica Hale. Dicen que ellos tenían una relación, pero… Era Anker, eso es casi imposible.
—Jules…
—Si tienes tanto miedo deberías ir conmigo, ¿No crees? —me dice con risas —Así me cuidas.
—¿Sophie? ¿Cuidarte? ¿Quién la cuida a ella?
Cuando volvemos de nuestros descansos los pasillos se llenan, pero cuando ven a Jules se hacen espacio; no faltan quienes la miran como si el deseo fuera el oxígeno, o algunas chicas que le tienen envidia. Cosas de todos los días.
Ninguno de ellos logra hacerla salir de su mundo, Jules los ve como hormigas. Y yo… soy la chica que no pueden creer que Jules la tenga a su lado, no detrás.
—Jules —la intercepta un chico a mitad del pasillo, es Nathan.
—¿Qué? —pregunta sin mirarlo.
—La chica de tercer año, Wanda, ha dicho que no te invitará a su fiesta pasado mañana.
—No es una fiesta si no va Jules, y no es cómo que Jules quiera ir al cumpleaños de Wanda tampoco —digo entre risas.
Jules me mira y me sonríe.
—Y está saliendo con Marlon, según los rumores los vieron anoche en casa de él —explica el pequeño chico frente a nosotros.
—Mi cuñado tiene unos gustos cuestionables, pero que humillante…
—Dicen que le fue infiel a Russo con ella.
—Imaginate tener a Cecile perfecta Russo de novia y cagarla… —susurro.
—Gracias por la información, Nathan. ¿Algo más?
—¿Crees que acepte salir con un producto de la imaginación de la persona que reemplazó? Debe estar muy descolada, seguro necesita alguien con quién desquitarse. Porque me ofrezco como tributo…
—Cállate —le susurro al Anker imaginario.
Nathan se despide embobado de Jules y nosotras seguimos caminando. Entonces, Jules me mira con esa sonrisa que reconozco, para a medio lugar y todos la miran. ¿Qué hará?
—Nadie irá a la fiesta de Wanda —dice subiendo la voz, todos comienzan a textear —Está en la lista negra.
La lista negra es aquello que Jules misma maneja, es básicamente que tienen el permiso innegable de tratarte como basura, molestarte, ignorarte o dejarte plantado, todo en colectivo. Si entras ahí, eras blanco de todos.
—Mira esa maldad…
¿Por qué hacen eso? Simple, Jules tiene la escuela en sus manos desde que entró. Eso me hace cuestionar quién será la siguiente queen bee cuando Jules salga.
Mientras caminamos ellos cuchichean, supongo que expanden el mensaje.
—¿Así de simple? ¿Nadie irá a esa fiesta? —pregunto.
—Así de simple —responde simple
A mí me miran de manera mínima, eso tiene sus cosas positivas. Ejemplo: a mí nadie me ve como tal, siempre y cuando excluimos a quienes fueron mis clientes. Pero ni ellos me miraban mucho, porque ando con Jules.
—¿Tienes el número de Marlon? Cambié de celular hace unos días.
—Sí —se lo enseño—, mira.
Ella lo toma y marca —Hola, cuñado. ¿Sí? ¿Estás en las gradas? Sí, sólo quería que supieras que Wanda… oh, ya lo sabes, fue más rápido de lo que pensaba. ¿Quedó claro? No me interesa. Cecile es una buena chica. Entiendo, adiós.
Salir con alguien que está en la lista negra es impensable. La única persona que estuvo en esa lista y conservó su pareja fue Cecile, la antes mencionada. Ella sí conservó su relación con alguien de lo alto de la pirámide, ¿Por qué? Simple, en la crisis que tuvo la escuela a finales del año pasado, donó dinero de emergencia, que ella misma ganó en su empresa y eso salvó el recital, donde media población escolar y sus clubes de artes hubieran quedado en quiebra; entre esas personas, Petra.
Realmente, de ser algo no imprevisto alguno de los padres hubiera hecho una donación, pero fue algo rápido y Cecile actuó de inmediato y por demás, era su dinero, no de su fideicomiso. Jules la sacó de esa lista por haberse ganado el respeto.
Antes de que el año pasado le subieran un grado a Cecile por sus notas, ella era la mejor seguidora de Jules; eran consideradas la reina y princesa de Trueland High School.
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Editado: 21.07.2024