Sus diseños

Capítulo 25

Abro mis ojos y ciertamente la tristeza quiere ahogarme. ¿Qué planeo hacer con mi vida…?

Esa es la misma pregunta que me vengo haciendo desde niña, siento que no importa que tan fácil y minúscula sea la cosa que me imagine, siempre voy a fallar.

Por eso es que estar aquí, hospitalizada, se siente tan bien… Me ahorro ir a la escuela, me ahorro tener que enfrentar cualquier cosa, me ahorro tener que despreciarme cada vez que le veo la cara a algún chico que ha tenido la… Simplemente quiero escaparme. 

¿Por qué debo ser tan inestable?

—¿Estás bien, Sophie?

—Sí… —respondo mientras me escondo más entre las sábanas frías.

—¿Quieres hablar de algo? —me pregunta con una voz que intenta ser tierna, pero sé que también está ansiosa. A estas horas de la noche estuviera ya allá… Aún no entiendo por qué está faltando. Sé que está preocupada por mí, pero también sé que así no es como funciona esto… ¿Se estará metiendo en problemas por mí culpa?

No quisiera que la vuelvan a golpear como antes solían hacerlo cuando faltaba, ni quiero que tenga que trabajar más de lo que ya debe. 

—No te has ido ni un solo día —susurro.

—¿Qué? 

—Nada —respondo, porque no tengo ánimos para repetir nada.

Saco mi celular. Tiene la pantalla rota, pero aún así puedo ver el desfile en el que participé, con mis compañeras, con Jules, mi hermana y usando la ropa de Anker. Han pasado tantas cosas desde ese tiempo. 

No puedo dejar de ver la manera en la que todas caminan, desfilan. Clover y Petra se ven tan lejos a lo que éramos antes… Cecile y las amigas de Jules, o ex amigas se ven perfectas, Jules se ve aún más sorprendente… y Hailey, Gael y yo nos vemos fuera de tono, yo más que ellas. Aún así, hay un pequeño corte dónde se puede apreciar a Hailey sonreírme, me sonríe y se ve tan contenta.

Quiero ser una adolescente normal, como Hailey. La rubia disfruta de su amor no correspondido, de su familia y trabaja medios tiempos suaves, nada que la estropee mucho, porque trabajar es un capricho suyo, no una necesidad.

Yo… yo desesperando es como vivo.

—¿Por qué me siento tan mal de repente?

Odio tener estos ataques de melancolía, o hasta ansiedad, la manera en la que la tristeza vuelve… siempre vuelve. 

—Hails —saludo, cuando la llamo. Mi hermana me mira al ver mi nariz roja por haber llorado, pero me oculto un poco más, y le sonrío para tranquilizarla.

—Hola, Soph. ¿Qué ha sucedido? No asistes a clases.

—Tuve un pequeño accidente —informo y las imágenes vienen a mi mente. Veo a una Jules destrozada, con su alma en la mano, gritando al verme caer y sintiendo quizás culpa de lo que pasó.

Mierda. 

Eso. 

Por eso Jules se fue, quizás se siente culpable por mí caída.

—Oh… ¿Estás bien? ¿Dónde estás? Quiero ir a verte.

—No, ya pronto  me darán de alta. Y volveré a clases… pronto.

Espero que no.

—Bueno, Hails, te llamo luego.

Ella no termina de despedirse cuando yo ya me levanté de mi cama y junto a mi suero camino hasta donde está Shawn. Destaco que aún tengo puesta la sábana a mi alrededor.

—Shawn —digo y limpio mis lágrimas con la sábana que me cuelga —, ¡Shawn! —grito.

—¿Qué, Sophie…? —pregunta sonriendo mientras despierta —¿Te sientes sola? ¿Quieres que veamos una peli?

—No, no. Escucha —asiente y se despereza. Ahora que lo pienso, no debí despertarlo así —. Es sobre Jules…

—Soph…

—No la buscaré, ni te pediré que la busques… Solo quiero saber  si han hablado.  Solo sé que si ella fuera a hablar con alguien de aquí serías tú o yo, y yo no he sido, Shawn…

—Hablamos poco, rubia —confiesa.

—Solo Anker me llama así —le digo, con un sonrojo y una sonrisa. Esto es tan…

Rueda los ojos.

—No te burles de mí.

—Eva amaría haber visto a Anker con su Rubia.

—Vuelve a Jules.

—Sophie, hablamos claro sobre por qué se fue, a dónde fue, por qué se fue y ya. Es todo. Y no, no quiso responder ninguna de las anteriores.

—¿Y sobre mí?

—Preguntó por ti, Sophie… Lo juro —Ve como arrugo mis cejas —Pinky promise.

Sube su meñique y me siento tentada a no hacerlo, pero jamás se ignora una pinky promise.

Shawn saca un juego de mesa, sabrá Dios de cual lado del trasero, porque no había visto eso jamás. Y me dice que ahora que lo desperté debo jugar con él. Sé que lo hace porque me vió sensible. Invita a Salomé, pero ella dice que no, y se queda mirando por la ventana del cuarto. 

—¿Dónde está An…? 

—Salió a llevar a tu hermano y su esposa a tomar el avión a Seattle mientras dormías. Fueron a resolver algo. Además de resolver algunas cosas sobre la empresa.

—Anker trabaja mucho, ¿no?

—Ahora mismo lo hace menos que nunca. Eva siempre lo obligaba a tomarse días libres, desde que ella murió él se ahogó en el trabajo.

—Estás mencionando mucho a Eva —susurro cuando muevo una ficha.

—La extraño —me confiesa —. Cuando hablé con Jules… no sabía qué decir y fuí un poco duro con ella. Y pensé en Eva, ella sabría qué hacer.

—¿Tú amaste a Eva?

—Te dije que no le correspondí cuando ella se me declaro —amo hablar con Shawn, es el primer amigo que jamás he tenido —, al enterarme de su enfermedad quise… la quise.

—¿Amas a Jules o a Eva?

—Yo no veo a Jules… así.

—Shawn —lo miro porque mentir de esa manera debe ser pecado, aunque yo no soy quién para hablar de eso —, por favor.

—No voluntariamente —añade y se queja cuando los dados simplemente dicen dos, no logra avanzar casi nada.

Por la manera en la que su cara se friza, entiendo que ni siquiera él mismo está de acuerdo con mirar a Jules de esa manera, pero no tiene fuerzas para negarlo tampoco.

—Debe ser un infierno imaginarla con Milo, ¿No? —pregunto. Y Shawn no me responde. Aprieta la mandíbula y mira fijamente al juego, como si eso lo hiciera escapar.




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