Sus diseños

Capítulo 27

Sophie Bullock.

Jueves 07 de septiembre 2017

—¿Feliz, Soph? —me pregunta Shawn. 

—Sí. 

Miento.

Quería quedarme ahí. 

—¿Qué quieres comer? Te compraré lo que sea que quieras, o lo cocinaré. No, mejor compro. No tengo ganas de cocinar ahora. ¿Te apetece algo?

—No, Shawnie —bromeo con él.

—¿Pizza quieres? Bien.

Nos reímos los tres, mi hermana, él y yo, pero mi persona favorita ni siquiera pestañea. Está en silencio, con la mirada fría, como siempre estaba antes, está lejos, no sé siquiera si me oye hablar. Y yo no puedo dejar de verlo.

—Dale espacio —me susurra Shawn en el oído.

Supongo que no se siente bien. ¿Qué habrá sucedido?

Por esto es que no me quería ir del hospital.

Anker no me mira. A nadie, pero ni a mí. Está parado, contra la pared de metal del ascensor, con sus brazos cruzados, estrujando su camisa blanca y zapateando con el pie derecho cada segundo. ¿Algo le impacienta? Lo dudo, se ve muy frío.

—¿Qué es eso que Bastian ha estado haciendo? —pregunto en general, cuando tocamos la planta base, la primera, para irnos.  Shawn y Anker se van con la excusa de ir a buscar el auto en que nos iremos, siento que me hasta ignoran. El castaño y el de ojos azules quieren dejar el tema zanjado… pero necesito saber qué me ocultan, quizás esa sea la razón por la cual está así An.

Conmigo,  y manejando la silla de ruedas, solo viene mi hermana. 

—Entonces… ¿Dónde está, Sally?

—En cosas de la empresa.

—No me mientas.

—Soph, las cosas mejorarán, es todo lo que importa —susurra.

—Salomé, no soy una niña. Solo dime. ¿Qué es lo que anda haciendo Bastian?

—Sophie, ¿Recuerdas cuando Petra se quedaba en casa y tú actuaste de esa manera fea con ella? Yo respeté tu silencio cuando no me quisiste decir qué sucedía… Esto es igual para mí.

Golpe muy bajo.

Me quedo callada. Soy tan tonta, es cierto. Yo misma supe aceptar su apoyo aún cuando no quise decirle. Se me hace un nudo, y mi hermana sigue llevándome hasta afuera del hospital. Y todo se siente real, el pequeño dolor en mi cuerpo y los pensamientos que no se detienen. 

¿Por qué he cometido tantos errores? ¿Por qué siempre vuelvo a sentirme tan mal? 

Mierda.

¿Alguna vez esto parará?

Me ahogo, siento que me ahogo cada vez que las cosas van mejorando. Extraño cuando mi mayor preocupación era solo no saber qué comeríamos ese día, o si comeríamos. Suena mal agradecido, pero es más fácil autocompadecerse, que autodespreciarse.

Ya no reconozco a la Sophie que era en el cumpleaños de Jules, mucho menos la que era cuando Clover aún era mi amiga junto a Petra. Yo jamás, jamás había llegado a este punto antes, de desconocerme, de no saber qué pensaba, qué hacía, de pensar “Joder, que tonta y estúpida fuí”. Recuerdo mis acciones y me siento enferma.

—¿“Las cosas mejorarán”? ¡¿Podrás dejar de ir a…! —bajo la voz para no llamar la atención —a la zona muerta?

Asiente efusivamente.

—¿En serio te casarás con él, Sal?

Ella asiente con delicadeza.

—Sé que crees que no pertenecemos a su mundo —dice, ha de ser por los comentarios que dije el día de la cena —, pero yo pertenezco con él, a su lado… Soph.

—¿En serio? 

—Sí… 

“¿Y qué pasará conmigo?” Es en lo único que pienso, pero sé que eso es muy egoísta. Si mi hermana quiere casarse, merece casarse.

—Espero que todo salga bien, Sal. 

—¿Estás de acuerdo?

—¿Lo amas?

—Más de lo que me gustaría —admite cabizbaja por la vergüenza —, tanto que no sé cómo es posible, tanto que aunque quisiera negarlo se vería en mi cara, tanto que no podría disimular… tanto que duele a veces. Lo amo tanto… que ni se lo puedo demostrar.

Quedamos en un silencio, y me siento un poco incómoda, lo suficiente como para necesitar removerme sobre la silla de ruedas que me proveyó el hospital

—Quisiera odiarlo —digo riendo —, pero no puedo si sonríes así, Sal.

—Las Bullock merecemos felicidad también, Sophie. Ya encontrarás a alguien que te haga sonreír así. Aunque al parecer ya lo tienes, ¿No, señorita? —se ríe. Y yo me sonrojo y evito su mirada —Anker en serio parece quererte mucho.

Por alguna razón, en mi mente se siente como cuando tienes un lienzo blanco y le caen mil barriles de pinturas encima, pero que por alguna razón eso queda hermoso. Así, como si de manera fría y sin advertencia, hasta bruscamente, todo se viera acelerado y me provocase una sonrisa.

Es un verdadero contraste ver la manera en que se acelera mi corazón ahora, a como me he sentido estos días.

—¿Eso crees? —Admito que eso me emocionó demasiado. 

—Sí, lo creo, Soph. 

—Yo aún… no sé cómo llegamos aquí.

—¿Ya te han dicho eso de que las Bullock estamos hechas para ser debilidades? —asiento, creo que quién inició eso el mismísimo Anker, al parecer se expandió hasta Bastian también —Bueno, esos chicos están hechos, diseñados, para darnos una pequeña gota de felicidad, de verdad.

—Me gusta pensar en que tú encontraste a Bastian y Damon a Lena. ¿Sabes? Porque significa que papá sabe que ya…

—¿No estamos tan perdidos?

Asiento.

—¿Damon volverá? —pregunto —¿Verdad?

—Si no, lo iremos a buscar —besa mi cabeza con cuidado —No volveremos a perdernos, ¿Sí? No ahora que todo está comenzando a mejorar. Somos nuevos Bullocks.

—Nuevos Bullock —confirmo con mucho cariño —. Sin Dania.

Se queda callada. 

De todos los hijos, Salomé es la única que siente empatía por aquella mujer. Y la verdad me duele, porque significa que mi hermana aún sufre sus decisiones, bueno, todos las hemos sufrido, pero mi hermana es la única que además de eso, se añade el dolor de preocuparse por ella.

Dania nunca ha abandonado su forma. Nunca.




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