Sus diseños

Capítulo 32

Sophie Bullock

Viernes 08 de septiembre 2017

—¿Estás bien, Sophie? —me pregunta una voz. 

Siento como me pasan algun tipo de tela húmeda por la cara y lo hacen con demasiada delicadeza como para ser uno de esos hombres. 

Tengo miedo… No quiero abrir los ojos, pero acaricio mi vientre. El calor de mi piel friza mis pensamientos. 

¿Habrá un bebé? O sea, ¿Un humano? ¿Ahí? ¿Dentro de mí?

Oh no…

¿Quedé embarazada en mi primera vez? No puede ser. 

¿Y qué rayos debo hacer ahora, en este lugar?, ¿Y si pierdo el bebé?

No estoy nada segura de que de verdad esté en cinta, pero ¿Y si lo pierdo por estar en este lugar tan horrible? Si sigo vomitando no podré alimentarlo bien… Mierda, ¿Qué le diré a Anker si lo pierdo?

—¿Sophie?

Anker… 

Cuando vuelvo a abrir los ojos veo el rostro que esperaría jamás tener que enfrentar.  

—¿Mamá? 

—Veo que estás bien —dice con su tono de siempre —, desde pequeña siempre has sido dramática.

Me remuevo rápido hasta sentarme sobre el piso. Ella se levanta y termina de cerrar la puerta, estoy de vuelta en la pequeña celda que quisieron hacer parecer habitación. Las paredes de piedra, húmedas por el ambiente, resuenan todo el eco que su voz deja salir. Taladrán en mis neuronas.

—¿Qué demonios?

—Solías ponerte a vomitar cuando tu padre y yo discutíamos. Creí que de adolescente habías superado eso.

—¡¿De qué demonios es que hablas?!

Su boca se mueve, pero mi cerebro no procesa.

—Sophie, no te alteres. No te han hecho daño, ¿O sí? No seas dramática.

—¿Tú me hiciste esto?

Pestañeo un par de veces, como si mi cerebro no pudiera gestar la idea de que ella me hubiera hecho pasar por tan horrible situación.

—No has salido herida, te he dado mantas, te di comida.

—Me secuestraste.

—O sea sí, pero sabes bien, querida, que sabemos que tus nuevos amigos pagarán bien, dividiremos el dinero. Sabía que ese lindo cuerpecito tuyo algún día serviría, Soph.

Asco… 

—No quiero ese dinero.

—Admítelo, eres hermosa —dice —, ¿Qué hay de malo con que saquemos algo de eso?

Trago profundo.

—¿Cómo puedes no querer dinero, Sophie? Todo estará bien, pagarán el rescate, de hecho, llegarán en cualquier momento.

—Aléjate de mí.

—Sophie…

—Cuando Anker llegue, rogarás misericordia. Anker jamás te perdonará esto.

—¿Qué? —me pregunta  —¿Qué tomara a la amiga de su hermana? Creo que te estás dando mucha importancia, Sophie… A menos que…

Sus ojos se abren más, con mucho más brillo.

—Esa es mi niña…

Arrugo mi rostro

—No, Dania —susurro.

—Sedujiste al Avery. 

Yo no seduje a nadie…

—No sé como haces para hacerme sentir tan sucia.

—Jamás había estado tan orgullosa de ti. Sophie, ¿Hasta cuando seguirás con esto de querer probar que no eres mi hija? Vamos, siempre has sido la niña de la desgracia, como yo.

—No soy como tú. 

—No dirás lo mismo en unos años. Como madre solo quiero lo mejor para ti.

—¡No soy como tú, no lo seré en unos años y por supuesto que no seré una madre cómo tú!

No lo seré.

—Prefiría morir —me levanto —. Y lo digo en serio, moriría antes de ser como tú.

Recién me doy cuenta que tras el golpe, tengo sensible el área de la mejilla.

—¿Por qué insistes tanto? Por Dios, Sophie, no es como que ser yo sería lo peor. No sé por qué siempre me has despreciado.

—Hiciste la vida de papá una miseria, nuestras vidas también. Dejaste que abusaran de Salomé, golpeabas a Damon ¿Y… preguntas? 

—¡Mientras estuvieron conmigo, no les faltó la comida!

—Ni las lágrimas, Dania. ¡Ni la miseria!

*

—¿Seguirás comiendo sin verme?

Llevo la comida a mi boca, ignoro.

—¿Desde cuando tienes tanto apetito?

Necesito comer para recompensar lo poco que me alimenté previamente. No le hará bien al niño. Mi niño.

Aún no sé si estoy embarazada.

—Sophie —antes de seguir algo la interrumpe. Se queda abruptamente callada, pero entonces veo como los hombres vienen rápido y ella se asusta. Algo no está pasando como ella quería.

Lo veo en sus ojos.

Sigo comiendo.

Miro todo cautelosamente, como una pequeña presa que espera a ver a su captor. Pero en el momento en que ella se levanta y se marcha, me aseguro de ponerme en una pequeña esquina y taparme con una manta. Anker ya viene por mí.

Confiar en él es liberador. 

Anker ya viene por mí.

—Respira…

No sé cuanto tiempo pasa. No sé cuanto debemos esperar, aquella posibilidad de vida dentro y yo… Solo sé que cuando volví en sí, a la realidad, escuché pasos, escuché una voz llamandome, y luego… vi su rostro cuando me quitó la manta con total delicadeza.

Ya todo acabó.

 




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