“Cuando yo venía, tú te ibas,
Cuando yo me iba, tú llegabas,
Pero aunque muy lejos hemos estado,
Ni el ancho del mundo nos separaba.
Yo trabajando, tú lejos viajando,
Cuando yo descansaba, tu vida te encerraba,
Pero aun siendo puestos sobre el círculo,
Yo en ti conciente y tú en mí pensabas.
Porque yo por raros sueños me guiaba,
Porque en los tuyos tú te ocupabas,
Porque las direcciones contrarias se exigen,
Sin dejar de tener juntas el mismo origen.
Hasta los mares tu suerte ha dado,
Hasta las colinas mi destino ha pisado,
Y el espacio que queda en el centro,
Se abre en caminos ha nuestro encuentro.
Como extremos del arco iris,
Incierto y difícil encontrarlos se hace,
Pero aunque para todos sea un misterio,
A través del cielo se saben yace.
Así es el amor que nos junta,
Contra la distancia que cruel presume,
Que a través de la cuerda consume,
El deseo de unión de sus puntas.
Así es la pasión que sentimos,
La que el tiempo pretende quitarnos,
Con su paciente poder humillarnos,
De nuestros corazones ahogar suspiros.
La vida misma nos hace girar,
Marchando perdidos en una rueda,
Tal vez celosa, quizás reprueba,
Nuestra firme forma de amar.
Pero no hay quien pueda hacer,
A los amantes perder el camino,
Enfrentando todo destino,
Como la muerte que abraza al nacer.
En la noche clara está nuestra estrella,
La del centro al cinto del gran Orión,
Sé la buscas en cada ocasión,
Como yo que te encuentro en ella.
Hacemos de puente el astro,
Como el eje de aquella rueda eterna,
Como los campos de lo alto a la costa,
Como los hilos que a la cuerda enreda.
Y no importa en donde estemos,
No importa el cuando, tampoco el como,
Y los porque mucho menos,
Mientras entre ambos tracemos,
Nuestro amor por el cielo creando,
El camino del arco iris.”