El día de la boda llego los abuelos de Diego y los abuelos de la que ahora es su hermanastra asistieron a la boda tal parece ellos están de acuerdo con esta unión. Ya es un hecho ahora tenía una nueva madre y debía verla como lo que es. Su nueva madre y no como mujer. Todos los presentes los felicitan. Él se alejo ingresando a la casa.
Cierto su papá ahora está ocupando compro, una de las villas del ejército, no está muy lejos de la brigada, el hospital y del colegio. Solo necesitaban caminar unos metros para llegar a sus destinos. Llego a la cocina para servirse un poco de agua encontrándome ahí con Lizbeth sujetando un vaso de agua. Se acercó al mesón donde está el bidón de agua y se sirvo.
—Tú también quieres estar lejos —habla ella bebiendo de su vaso.
—Puede ser —respondió llenando su vaso.
—¿Qué pasara ahora? Digo, nos convertimos en hermanos.
—No esperes mucho de mí. Yo tampoco esperare algo de ti. En lo que a mi concierne, solo somos hermanos de papel.
—Tienes razón —se pone erguida mirándolo —solo somos, hermanos de papel.
Deseo que no fuera una versión joven de ella. Al tenerla frente a él es como tenerla a ella.
—¡Dios! Perdóname no soy un buen hijo. Estoy aquí deseando a la mujer de mi padre al tener frente a mí a su versión joven hace en mi todavía más fuerte este deseo.
—¡Dios! Ayúdame a olvidarme de este amor. Aparta de mi esta tentación —pensó ella al tener a Diego frente a ella.
Sin embargo, sus pensamientos no eran por Diego eran porque él era un vivo reflejo de su ahora padre de su juventud. De su edad. ambos eran los reflejos de las personas que aman, de los que estaban enamorados.
Se miraron perdiéndose en sus ojos. Ojos de los cuales ellos estaban bajo un hechizo y por un instante el tiempo se detuvo. El espacio se congelo. El ruido preveniente del jardín no se escuchaba, parecían que solo estaban ellos dos frente a frente con las personas que amaban. Depositaron sus vasos sobre él mesón acercándose.
Él miraba a su nueva madre en ella. Y ella miraba a su nuevo padre en él. La luz tenue y el silencio que se produjo dio paso al momento idóneo entre ellos. Acercándose solo miraron a la persona que amaban. Solo sintieron sus corazones latiendo por ellos, estando a solo a centímetros de realizar su mayor anhelo. Desearon que no terminara, que fuera eterno.
—Aquí están —dijo el capitán ingresando con su nueva esposa. La interrupción los, saco de su trance, ahora al tenerlos ahí, dejaron su imaginación de lado —vengan hijos queremos presentarlos formalmente como nuestros hijos. —Asintieron saliendo junto a ellos al jardín donde el capitán Ross hablo —atención ¡por favor! Oficialmente quiero presentarles y reconocer a mi hija. Lizbeth Ross.
Ella dio un paso al frente y solo inclino ligero la cabeza. Lizbeth ahora tenía el apellido del capitán. La señora Diana tomo el micrófono hablando —yo quiero presentar y reconocer a este muchacho Diego Ross. Como mi hijo.
Diego también inclino la cabeza y todos aplaudieron. Ellos dos sintieron como una puñalada en el pecho cuando las personas de las que estaban enamorados los reconocieron como sus hijos. en el fondo ellos no querían ser sus hijos. sino como el hombre y la mujer de sus vidas.
Todos aplauden esta aceptación de parte de ellos, siendo ellos los únicos que mueren por dentro al no aceptar está decisión del destino. Los números, la diferencia de edad ya está fuera de la ecuación. Ambos solo eran adolescentes, niños que se habían enamorado de las personas equivocadas y el momento tampoco era el adecuado. No puedes amar alguien que ama a otro y más si ese otro es tu propio padre o madre.
Ladearon la cabeza mirándose a sus ojos miraron a su ser amado, pero sin ser ellos. Si, eran hermanos, pero solo de papel. Esa noche todos celebraron la boda, pero solo ellos dos desearon que la boda nunca hubiese llegado, talvez fuera posible si esperaran otro año más al cumplir la mayoría de edad. talvez así tendrían la mínima oportunidad con ellos. Ya era imposible.
#1516 en Joven Adulto
#8864 en Novela romántica
hermanastros, amor prohibido pasion silencio secretos, oportunidad de amar
Editado: 29.03.2025