Sustitutos

Capítulo 6

Otro día y otro día los dos morían por dentro. Este sacrificio era más de lo que podían soportar, deseaban terminar su último año de colegio para irse de casa y no tener que soportar este dolor cada día de su vida. Por lo menos seria de vez en cuando ese dolor.

Sus días se volvieron más difíciles sus padres ahora tenían responsabilidades más complejas en sus trabajos. El hecho de no verse casi mucho tiempo desbordaba en momentos apasionados en sus reencuentros actos provocados justo al frente de ellos o simplemente ellos los miraban desde lejos. Esa tarde cuando ellos se fueron a cumplir con sus responsabilidades.

El cielo gris y el frio era insoportable la calefacción no estaba funcionando. Diego bajo a la cocina a calentar agua colocándola dentro de una bolsa térmica para abrigarse. Se encontró con Lizbeth en la puerta de su habitación.

—Eso funciona —pregunto.

—Lo comprobare —respondió ingresando a su cuarto colocando la bolsa bajo las sabanas. —piensas quedarte ahí.

Ella camino hasta la su cama colocando sus manos sobre el lugar donde coloco su la bolsa — sí, parece funcionar.

—¡Qué bien! deberías hacer una para ti —se dio la vuelta para sacar otra bolsa —aquí tengo otra… —se quedó en silencio al verla recostada sobre su cama. —hey… ¿Qué haces? Sal de ahí.

—Este lugar ya está abrigado, me da pereza levantarme —se cubrió con las mantas.

Diego resoplo tomando las mantas —ya levántate. Sal de mi cama. —ella se aferró a las sabanas. Luchando por no salir de ahí —sal de ahí ya —se molestó.

Ella lo tomo del brazo atrayéndolo a la cama —sería mejor recostarse ya. así nos mantendremos más abrigados.

La situación era extraña y de cierta forma complaciente, excitante. Por instinto Diego se metió bajo las sabanas. Frente a frente. Se miraron a los ojos confundiéndose, engañándose entre ellos mismos. Si. Esta era una fantasía. Cada uno miro al que amaba.

—Diana…

—Elías…

Se olvidaron de quienes eran solo se centraron en su imaginación. Sintieron el calor que emanaban, sus frentes se toparon. Jadearon haciendo que sus alientos chocaran ante lo que estaba sucediendo. Sus manos acariciaron sus mejillas.

—Sí, estas son sus mejillas. Nuestros alientos se mezclan a centímetros de nuestros labios —pensaron por igual.

Sin poder resistirse más al tener esa fantasía. Sus labios se unieron en un suave beso. Esos labios eran suaves, pero no eran como lo habían pensado y eso fue lo que corto la fantasía. Descubriendo que eran ellos. Lizbeth se levantó de la cama bajándose, siendo detenida del brazo por Diego levantándose.

—¿Qué haces?

—Podemos mejorar esto.

Lo miro confundida. Aun así, pregunto. —¿Cómo?

—Sumérgete conmigo en está fantasía —se inclinó un poco al ser un poco más alto que ella acunando su rostro —piensa en quien amas y solo bésame. Piensa que soy él. Que yo también hare lo mismo.

—¿Funcionara? —lo sujeto del rostro.

—Seguro que sí.

La imagen del ser amado apareció frente a ellos.

—Si estas son sus manos —pensó ella al sentir el pulgar de Diego sobre sus labios, pero ella pensaba que era de Elías.

Y de la misma forma Diego lo pensó. Sintío como sus labios se unieron en un beso más intenso, pero tierno. Está vez tenían la seguridad de que eran ellos, pero solo eran Diego y Lizbeth. Al separarse la fantasía termino y la realidad los golpeo. No eran ni Diana, ni Elías. Eran ellos en medio de la habitación.

—Debería volver —dijo Lizbeth.

—Sí, es lo apropiado.

Salió. Recostados en la cama, solo pensaban en una cosa. En aquel beso. Estaban haciendo mal, al pensar que eran ellos al desear a la esposa y esposo de su progenitor. Sí, eran hermanos de papel, cometiendo un grave crimen. Por el cual serian juzgados.




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