La relación familiar estaba de vuelta en marcha todo parecía estar bien. Diego volvía a ser el mismo de siempre, mirando de lejos a la esposa de su padre ocultando ese amor que sentía por ella.
Lizbeth también continuo con su vida común de siempre tanto en casa como el colegio, donde se encontraba junto a unas amigas sentadas mirando como los chicos jugaban voleibol. En eso una de sus amigas miro a Diego caminar al otro lado de la cancha con su típica expresión de siempre. No parecía alguien muy sociable.
Diego era típico chico antisocial alejado del mundo, callado, pero tenía un aire de misterio a su alrededor. Era un chico listo y bueno para el deporte sus calificaciones y su cuerpo trabajado lo dejaban en claro en esos dos aspectos, pero no entendían porque siempre, estaba solo.
—¿Cómo es tu vida con Diego? —pregunto su amiga Camila.
Lizbeth volvió a verla notando a donde miraba. Ahí estaba Diego sentado en el graderío lanzando una botella de agua al aire y atrapándola. La destapo bebiéndola.
—¿te gusta Diego? —pregunto ella.
—Es alguien misterioso. Siempre anda solo, pese que es muy popular en el colegio —continuo su amiga.
—Cierto. No ha cambiado nada desde que llego aquí. siempre solo, guapo, listo y fuerte —dijo Gabriela otra amiga de Lizbeth.
—Has visto sus abdominales. ¡Dios! Son increíbles —hablo Camila.
—Si… no están mamado como los demás que van al gym. Sus músculos son naturales. Quisiera que me estrujara con ellos.
—No eres la única… —Camila miro a Lizbeth —dime Liz. Tú también deseas que te estruja entre sus brazos.
Ella miro a Diego —para nada —respondió directa. Para ella los únicos brazos que querían que la estrujaran de esa forma eran los del capitán Ross.
Solo entre sus brazos quería estar, quería sentir la fuerza y el calor proveniente de su cuerpo. Que la mire a los ojos y le diga que la ama con todo su corazón. Era algo de lo que más anhelaba con su corazón. Su mente el empezó a jugar conectando con fantasías y más cuando escucho a sus amigas decir.
—Viéndolo detenidamente, se parece mucho al capitán Ross. —hablo Gaby.
—Me pregunto si era así de joven el capitán —cuestiono Camila. Y Gaby la miro… —no lo digo en el plan de Diego. Solitario, distante. Bueno prácticamente Diego.
—Es verdad. Pueda que Diego sea la versión joven del capitán, pero… la personalidad no es la misma ¿verdad Liz? —hablo Gaby.
Lizbeth que estaba sumergida en esa fantasía se miró así misma ahí, en el mismo lugar donde estaba Diego. Siendo envuelta por los fuertes brazos del capitán Ross. Una escena donde se sentía segura y protegida en sus brazos. Su imaginación corría. No podía detenerla.
—¿Tienes sed Liz? —pregunto el capitán Ross de sus fantasías.
—Sí, mucha —respondió.
El capitán Ross tomo la botella de agua destapándola. Sujeto la barbilla de ella —a ver abre la boca —ella obedeció abriéndola y el capitán vertió el líquido ingresando en su cavidad bucal bebiéndola —mucho mejor ahora —dejo la botella de lado.
—¿Por qué lo dice?
—Porque así… —acuno su rostro entre sus manos —puedo hacer esto.
Acerco sus labios a los suyos sintiendo el cálido tacto de los labios de sus fantasías sobre los suyos. Era embriagador. Un beso suave y tierno. En su cabeza solo eran ellos dos sin nadie a su alrededor. Donde se permitía ser libre desabotonando los botones de la chaqueta militar levantando la camiseta tocando los abdominales fuertes. En su fantasía no le importaba que la tomara ahí mismo al aire libre.
—Liz… Liz… —llamo Gaby sacudiéndola. —hey… despierta. —la empujo un poco para sacarla de su fantasía.
—¡Ah…! ¿Qué paso? —dijo aturdida por el regreso a la realidad.
—¿Qué te paso a ti? Estabas como perdida —continuo Gaby.
—Si. Te quedaste observando a Diego. Y… lo mirabas de forma extraña —continuo Camila.
Lizbeth se puso nerviosa, al dejarse llevar por su fantasía se descuidó de que estaba en presencia de sus amigas. Diego era tan parecido al capitán Ross, que se dejó llevar por esa imaginación.
—Cierto. Cerraste los ojos y… movías los labios, como… si trataras de besar —hablo Gaby. —Liz no me digas que…
—Claro que no —respondió rápido, pero algo alterada.
—Hey… tranquila, además, no pasaría nada entre ustedes. Son polos diferentes. —hablo Gaby.
—Si es verdad —hablo Camila.
La sirena señalo el final del receso volviendo a clases donde se encontraron con Diego, que paso ignorándolas por completo. Algunas chicas se lo quedaban mirando detenidamente, de forma extraña les agradaba esa forma de ser de él
En el salón de clases la profesora de química estaba repartiendo trabajos grupales para las exposiciones de la semana. Lizbeth hizo grupo con sus dos amigas tenían que investigar lo necesario sobre los hidrocarburos de cadenas cerradas tenían hasta el jueves para presentarlo y exponer sobre el tema.
—Bien donde hacemos el trabajo. —declaro Camila.
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Editado: 29.03.2025