La atracción era evidente, pero no precisamente por ellos. Sino porque sus mentes las personas que miraban eran ellos. El capitán Ross y la señora Diana. En esos momentos solo existían ellos dos. Cuando nadie estaba cerca para ellos solo eran ellos en sus fantasías de su realidad.
Era por eso que no sentían incomodidad cuando ellos se miraban o se encontraban, pero si la sentían cuando estaban cerca de sus padres. Al verlos manifestar su amor se sentían culpables de experimentar aquello de desearlos con tal intensidad. Solo en esos momentos eran vulnerables, se odiaban por su pecado. Sentían la amargura de sentir aquello.
—Bien niños vayan con cuidado —dijo la señora Diana.
Diego sintió amargura con esa frase. No era un niño ya era un hombre —no soy un niño —respondió tomando camino.
—Yo también me voy —dijo Lizbeth al notar que el señor Ross iba a decir algo.
—Tengan un buen día —despidió el capitán.
Ambos esposos tenían la casa sola, era una casualidad de que no tuvieran días libres comunes. El capitán Ross sujeto a su esposa de la cintura atrayéndola hasta él. Cerrando la puerta una mirada de lujuria al igual que su sonrisa se reflejaron en su rostro.
—Finalmente, la tenemos solo para nosotros dos —frente a frente sujeto la cintura de ella.
—Si… necesito tomar signos vitales. Y dar mi tratamiento —dijo de manera coqueta.
—Adelante examíneme cuanto quiera.
—Tome asiento. Ahora regreso…
La señora Diana subió a la habitación bajando con un sexy atuendo de enfermera. Portando un estetoscopio. Los ojos del capitán brillaron al verla de esa forma. Sonriendo perversamente.
—Revisemos su corazón —puso el estetoscopio en el pecho escuchando las pulsaciones del corazón —su ritmo cardiaco es bueno, tiene un buen flujo sanguíneo. —coloco su mano en la frente —su temperatura está en aumento —tomo un palo de helado —saque la lengua —coloco el palo de helado sobre la lengua de su esposo —sí, es fuerte y blanda. —guardo sus cosas. Revisando sus brazos, manos y piernas
—¿Y bien? ¿Cuál es mi tratamiento? —pregunto el capitán.
—Cargarme hasta el dormitorio. Usar sus fuertes manos para amasar, su blanda lengua para lamer, sus labios para besarme y constante flujo sanguíneo en su herramienta para complacerme por un largo tiempo.
El capitán Ross sonrió levantándose cargo a su esposa en brazos llevándola hasta la cama. Donde hizo todo lo que su esposa y doctora le receto. Con sus labios la beso como si no hubiera un mañana, con su lengua lamio su cuello, tetas, y su flor y el flujo sanguíneo constante en su herramienta, para complacerla. Se entregaron, por más de una hora. Duchándose juntos donde también lo hicieron.
—Amor ¿Cuándo crees que será necesario? —pregunto la señora Diana.
—Cuando los chicos se gradúen. Ahí podemos abrir la fábrica de bebes, pero si lo quieres tener ya… —la miro con picardía.
—Estoy de acuerdo. Aunque podemos poner en apertura un mes antes de su graduación —dijo la señora Diana besándolo.
—Si estoy de acuerdo…
En el colegio Diego actuaba como siempre, pero con algo distinto Camila se estaba acercando a él intentando establecer conversación, pero Diego solo decía las frases normales. Hola. Bien, o solo asintiendo con la cabeza. Diego no era el chico locuaz, no hablaba mucho con las personas. Desde lejos Lizbeth y Gaby observaron esto.
—¿Qué haces? —pregunto Lizbeth.
—Intento acercarme a tu hermanastro —respondió Camila mirando a Diego sentado apartado de todos comiendo. —no lo sé, pero… desde ese día en tu casa. No he dejado de pensar en él.
—Tal vez suene raro, pero yo también he pensado en él. Ese día parecía tan… —cerro los ojos expresando su deseo.
—Lo siento, pero yo me quedare con él. después de todo es a mi quien beso.
Lizbeth escucho como hablan de su hermanastro, notando cierta incomodidad al ver como sus dos amigas deseaban a su hermano. Una sensación de amargura se presentó en su boca, una acides que no era agradable para ella.
—Hey ustedes dos —intervino Lizbeth —dejen de fantasear u olvidaran todo para la exposición de hoy.
—Tranquila. Todo está aprendido —respondió Gaby.
—Eso espero —respondió bebiendo de su jugo.
La sirena doy el aviso de volver a clases y justo para la exposición de ellas en química donde prepararon el equipo para la proyección de diapositivas entregando el trabajo escrito a la profesora que les dio paso a su ponencia. Empezaron comentando todo lo relacionado con el tema de exposición, destacando al descubridor de los hidrocarburos, ventajas y desventajas. Los hidrocarburos más importantes sus usos y derivados.
Su explosión fue excelente ganándose un diez tanto en el trabajo escrito como el oral. Ellas eran las primeras en exponer y se tomarían unos días para estudiar el tema de mano de la profesora de química para pasar a la siguiente exposición con el nuevo tema a estudiar.
—Ves nos fue bien —dijo Gaby saliendo del colegio.
—Estaba algo preocupada. Últimamente están en las nubes —respondió Lizbeth.
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Editado: 29.03.2025