Sustitutos

Capítulo 20

—No creer que eso haya pasado —comento Gaby.

Sus amigas estaban al tanto del atentado que ella paso ese día —si y debido a eso debo reportarme con Diego, por si salgo temprano del colegio.

—Entonces ya tienes su número —intervino Camila con alegría.

—Si… lo tengo guardado.

—Dámelo ¡por favor! —pidió con una amplia sonrisa.

—¿Todavía no tienes su número? —interrogo Gaby. —pero ya han pasado tres semanas desde que te le acercaste.

—Si… pero Diego es muy cerrado. Casi no habla y lo poco que dice es muy confuso.

—¿de qué habla? —pregunto Gaby.

—Pues… temas de la naturaleza, las estrellas, la historia. Bueno cosas así…

—Vaya parece algo soso —comento Gaby.

—Pues, a Diego le gusta ver documentales, respecto a esos temas. En su habitación tiene algunos libros de astronomía y otros géneros literarios…

—¿Cómo sabes eso? —indago Gaby.

—¿Has entrado en su habitación? —continuo Camila.

—Si —respondió directo —se había quedado dormido escuchando un documental sobre los agujeros negros de national geographic y vi lo libros de su estantería.

—Serio. ¿Qué géneros tiene? —pregunto con interés Camila.

—Pues… thrillers, como tres libros de Stephen King. Carrie, El cazador de sueños, La larga marcha. Algunos libros de psicología. Hamlet de William Shakespeare. Uno libro de astronomía.

—Parece que no le gusta el romance —dijo con tristeza Camila.

—Creo que tenía un libro de poesía. Y uno de Becca Fitzpatrick. Hielo negro.

—Becca Fitzpatrick. La escritora de Hush, Hush. Me encantan sus libros —dijo con emoción Gaby.

—A mí también. Liz rápido dame su número. Ya tengo de que hablar con él esta noche.

—En serio vas a escribirle esta noche —dijo Lizbeth.

—Si.

—Estás loquita. Yo empiezo a perder el interés en Diego, por lo que eh visto y me has dicho Camila —hablo Gaby.

—Si. Estoy de acuerdo en que es algo soso, pero sé que hay otro Diego detrás de esa personalidad. El Diego que me beso en tu casa. Ese es el Diego que quiero conocer.

—Si lo pones de esa forma. Empiezo a recuperar mis ideales con él. Liz también dame su número.

—Está bien. Cópienlo —les mostro el número de Diego.

—Bien. talvez ahora pueda lograr algo con Diego. —comento Camila.

Esa noche Diego estaba tranquilo mirando, mirando la serie de Arrow. Era cerca las ocho de la noche todos ellos ya habían merendado y estaban en sus actividades respectivas. El capitán Ross y la señora Diana se encontraban en la sala mirando las noticias, Lizbeth estaba en su cuarto preparando el informe del experimento de química.

Diego estaba recostado sobre la cama, conversando con Aleni, acerca su nueva vida amorosa. Ella no perdía su encanto natural, ese encanto, de seductora y promiscua. No tenía reparo en mostrarse tal como era ella. Cubierta en una toalla con el cabello húmedo, pasándose crema en sus largas y esbeltas piernas.

—Segura que quieres que vea eso —dijo Diego acomodándose sobre la almohada.

—Ya me has visto como Eva. Y esto te molesta. O no te gusta que te interrumpa mientras ves tu serie —replico ella.

—No es eso. Acabas de decir que tienes una relación seria y me muestras esto.

Ella se levantó dejando caer su toalla al suelo dejando ver sus firmes glúteos se acercó a su cómoda abriendo un cajón sacando prendas íntimas cubriéndose y su pijama que consistía un short corto y un top de color morado. Tomo el celular lo coloco en un área alta para que pudiera verla, mientras secaba su cabello con la secadora. Ver como su cabello se movía con el aire caliente dándole unos tonos castaños era increíble.

—¿Has tenido suerte? Quiero decir, con tu amor imposible o ya lo aceptaste.

Diego permaneció en silencio y suspiro —talvez…, seria olvidarme de ella.

—¿Y crees que podrás hacerlo? Te conozco Diego. Puedo decir que cuando te enamoras eres muy arrebatado. La verdad no entiendo cómo has podido soportar la situación.

—Talvez porque su felicidad es la felicidad de todos o solo el bienestar de estos cimientos.

Aleni dejo la secadora a un lado —Diego, ya deberías saber que ocultar algo por mucho tiempo. solo te causara dolor. Yo lo sé muy bien.

—Lo sé. Es por esa razón, que todavía me llamas para estás ocasiones.

—Eh cambiado Diego. Aunque no lo creas. Desde nuestra última vez solo te he llamado tres veces. En estos tres meses.

—Lo dices como si estuviera bien.

—Porque está bien, piénsalo de esta forma. Es como una necesidad, pero controlada. Yo decido el tiempo cuando liberar esa parte oscura mía por un corto tiempo. le doy la libertad para que un día si llego a caer esa parte mía, no me encierre como yo lo hice.

—Visto de esa forma. Me parece correcto, pero sería más correcto si esta forma oscura tuya se la mostraras a él y no a mí.




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