Sustitutos

Capítulo 21

El ambiente del salón estaba en silencio debido que todavía no empezaban las clases, dentro del salón solo se encontraban Lizbeth y sus dos amigas sentadas en sus lugares. El ambiente frio de la mañana era un poco más intenso ahí dentro debido que la calefacción no estaba funcionando.

Lizbeth y Gaby miraron a su amiga.

—¿Lo vas hacer? —pregunto Gaby. Camila asintió. —si es así… porque simplemente no faltaste a clases y te hubieras ido, al complejo deportivo.

—Es verdad. Pero se te olvida que tenemos una prueba hoy —respondió Camila.

—Es una suerte que lo tengamos esa prueba a la segunda hora —comento Lizbeth. —pero… ¿Cómo harás para salir del colegio? Todo aquí se registra. Entradas y salidas de todos.

—Ya lo tengo planeado. Liz ¡por favor! Necesito de tu ayuda —hablo con esperanza mirándola.

—Eh… ¿Qué puedo hacer yo? —hablo confundida ante la interrogativa de su amiga.

—Necesito que envíes un mensaje haciéndote pasar por mi mamá. —tanto Lizbeth, como Gaby la miraron confundidas —mira voy a cambiar nombre como mi mamá y se lo mostrare al inspector. Así me dejara salir.

—¿Y si llaman a tu mamá para confirmarlo? —pregunto Lizbeth.

—Sería mejor que llamaras y vayas directo con el inspector… enferma —dijo emocionada Gaby —Liz finge que estas afónica, para que tu voz no sea reconocible.

—Es una buena idea —comento Camila. Lizbeth entro en duda, ya que si descubrían la mentira estaría en problemas en casa y más con su mamá —¡por favor! Liz. Te pido.

Lizbeth solo bufo —talvez me traiga problemas, pero está bien. Segura de hacer esto. Digo hacerlo solo por ir a verlo.

—Sí, hice una promesa y debo cumplir.

Lizbeth resoplo —está bien. lo hare.

Camila la, abrazo de alegría.

La hora de clases inicio con literatura siguiendo con matemáticas en la segunda hora, hasta que llegó la hora para salir. Faltaba poco para el recreo donde sería la mejor opción para salir del colegio e ir al complejo deportivo en Bellavista.

En el recreo todos miraron como el equipo de futbol sala salía del colegio subiéndose a la buseta, que los llevaría hasta el complejo deportivo.

—Liz… hazlo rápido —dijo Camila.

—Espera un momento. Al menos unos cinco minutos, sospecharan si sales después de que ellos se fueran. —comento Lizbeth —anda dirígete con el inspector y yo te llamo en cinco.

—Gracias, gracias… eres la mejor —dijo Camila abrazándola.

—¡Hey…! Olvidas que la idea fue mía —replico Gaby.

—Tú también —Camila la abrazo. Las, abrazo a ambas. —son las mejores amigas.

Camila se dirigió hasta la oficina del inspector, espero unos momentos hasta recibir la llamada de Lizbeth.

—¿Estás lista…? —pregunto Lizbeth.

—Si… tienes la voz ronca.

—Hija… —simulo tener tos, con la voz muy débil —puedes, venir para la… casa.

—Funcionara —respondió Camila.

Subió a la segunda planta donde se encontraba el inspector, era un sargento primero, moreno, alto y robusto tenía un aspecto fuerte y serio. estaba sentado detrás de su escritorio, con unos documentos sobre la mesa. Su dura mirada se posó sobre ella que la intimido.

—Sucede algo señorita —pregunto con su ronca y gruesa voz.

Camila trago seco. Debía mantenerse en calma, para no levantar sospechas camino hasta el escritorio —buenos días inspector. Mi mamá quiere hablar con usted.

—El celular —pidió el sargento. Camila se lo entrego. Con su brazo tembloroso. —buenos días señora.

—Buenos días inspector —hablo Lizbeth desde el otro lado de la línea simulando una débil voz —disculpe, que lo interrumpa en sus actividades, pero… —tosió.

El sargento contrajo ligero sus ojos un gesto que, puso nerviosa a Camila —se encuentra bien señora.

—Si… ¡lo siento! Me encuentro algo enferma, y… no puedo moverme —sonidos de tos —quisiera pedirle que diera permiso a mi hija Camila, para que me compre unos medicamentos ¡Por favor!

—Señora… usted conocer el procedimiento de la institución. Debe llamar a un docente de su hija, para que me notifique y pueda autorizar la salida de su hija.

Camila abrió ligero los ojos, parecía que no iba a funcionar. Sintió como un nudo, pensando que esto no iba a funcionar y más con el sargento mirándola fijamente, que no podía respirar.

—Lo sé inspector, pero decidí llamar a mi hija, para que se lo comunique. Espero no importunar.

El sargento se quedó en silencio —bien le firmare el permiso. Recupérese señora. —corto. Busco en el cajón de su escritorio buscando los permisos de salida —nombre —pidió el sargento.

—Camila Guevara —respondió.

El sargento lleno el permiso sellándolo —aquí tiene. Espero que su madre se recupere.

—Gracias inspector —dijo Camila tomando el permiso saliendo de la oficina.

Contenta salió directo al salón de clase por su mochila. —Funciono —comento Gaby.

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