De madrugada Diego se levantó como siempre para entrenar, pero debía agitarse demasiado después de todo en este día se llevaría a cabo la final del campeonato de intercolegiales de la ciudad. Por lo que se puso a entrenar ejercicios más de estiramientos que permitieran a su cuerpo especialmente el tren inferior estar más capacitado para el encuentro.
Lizbeth por su parte también estaba en el jardín practicando yoga, ese cuerpo esbelto se lo debía a esa práctica, además de que tenía una dieta balanceada hacían de ella una verdadera belleza. Sus piernas largas, pese que verse débiles eran realmente fuertes. Viéndola fijamente todos podrían verla como una frágil chica, pero era fuerte. No entendía como esos ejercicios sencillos, donde solo parecía estirar partes del cuerpo lograba esa clase de resultados.
Su mirada se quedó fijo ahí, pero en especial aquella mujer madura junto a Lizbeth que también se levantó temprano para practicar con su hija el yoga. Diego en momentos debía retirar la mirada de ese lugar cuando adoptaba cierta posición, donde sobresalía sus glúteos. Su auto control era muy débil pues quien no sucumbiría ante esa parte del cuerpo de una mujer sobresaliendo.
—Bien mis deportistas —el capitán apareció en la puerta, puesto un delantal de cocina. Talvez quien lo viera así se burlaría, pero su padre un hombre seguro de sí mismo. No importa el contexto el demostraba gallardía y masculinidad —vayan a prepararse es hora de desayunar.
Diego dejo su práctica acercándose a la puerta —voy a ducharme. —subió las escaleras.
Diana también dejo posar poniendo de pie con la espalda erguida. Estiro los brazos abriéndolos y cerrándolos respirando pausadamente —bien con esto termino. Liz apresúrate hoy es un día importante —se dirigió a su hija que seguía en la posición.
—Solo termino esta —respondió Lizbeth.
Su madre se acercó hasta la puerta donde el capitán la, sujeto de la cintura y ella tuvo que ver con celos el fuerte agarre sobre su madre, la mirada que le dedicaba. Deseo que, aunque sea por error la mirase de esa forma, pero era algo que sabía nunca sucedería.
—Mmm… estas caliente amor —dijo el capitán con picardía —talvez deba practicar contigo yoga.
—Cuando tu quiera —respondió ella con la misma picardía de su esposo. Deposito un suave beso en sus labios.
—Liz —llamo el capitán —termina rápido.
—Si… ya terminé —respondió levantándose juntando sus manos en oración respirando pausadamente.
Paso por lado del capitán respirando de aroma y sintiendo su calor con solo respirar o sentir su presencia la embriagaba en un éxtasis, que no podía controlar era como si solo tenerlo cerca la debilitaba de manera sublime. El esposo de su madre era el hombre que ella quería y no podía tener. Temblorosa sus piernas pese ser fuertes le temblaban en este momento parecían espaguetis recién sacados del agua. Se apoyó en la pared para mantenerse en pie.
En las escaleras miro arriba encontrándose con Diego cubierto con una toalla en la cintura, lo miro detenida era una copia del capitán pese su cuerpo no era tan robusto como del capitán estaba trabajado, los músculos de sus brazos, pecho, abdomen y piernas estaban desarrolladas, tonificadas.
Diego bajo las escaleras paso por su lado, pero él también la miro detenido pasando por su lado —deberías bañarte —comento ingresando al baño para ducharse.
Ella subió a su habitación donde se miró al espejo notando el sonrojo de su rostro el vapor tenue parecía escapar de su cuerpo. Se sonrojo todavía más y en tono de vergüenza se dio un suave golpe en la frente —¡tonta! —se dijo al darse cuenta que Diego la había visto así.
Los tres terminaron de bañarse y bajaron hasta la mesa, el primero era Diego, después la señora Diana, seguida después de Lizbeth, miraron el desayuno preparado por el capitán eran hotcakes bañados en miel, con fruta picada y un vaso de yogurt natural.
—Esto no es yogur —dijo Diego tomando su vaso.
—No… es un batido de banana, nueces, avena, huevo y proteína en polvo. Vas a necesitar mucha energía hijo.
—Supongo que si —susurro bajo y dio un sorbo al batido.
Desayunaron en completo silencio hasta que se acercó la hora para ir al encuentro de la final de campeonato. Todos estaban listos para ponerse en marcha. Diego bajo con su mochila donde guardo su equipo para el partido.
—Listo hijo. Recuerda que debes ganar, o atente a las consecuencias. ¡Auch! —se quejó al sentir un pellizco de su esposa.
—Tranquilo Diego, no te presiones has lo mejor que puedas —comento ella.
—Gracias —respondió Diego.
—Es necesario que vaya, yo también —intervino Lizbeth.
—Claro que si —respondió su madre —somos una familia y debemos apoyar a Diego.
—Muy bien. en marcha —dijo el capitán.
Cerraron todo e ingresaron al auto rumbo al club deportivo Bellavista donde se llevaría a cabo la final, no demoraron mucho en llegar al club deportivo donde cierta chica estaba de pie en la entrada del club deportivo era Camila, vestida con unos jeans ajustados y rasgados en las piernas y lleva puesta la camiseta del equipo del colegio y su cabello recogido en una cola de caballo alta y tenis negros. Se miraba bien. Diego la miro detenidamente debía aceptar que ella era hermosa tenía un maquillaje natural, además era sencilla, pero no sentía nada por ella. Talvez solo la consideraba algo agradable.
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Editado: 29.03.2025