Lunes. El inicio de la semana al igual de clases y de volver a ver a la persona que inevitablemente debía lastimar. Tanto él como ella lo sabían. Ser ingenuos era un desastre, pero ser conscientes de lastimar a otros los convertían en los peores.
Caminando con el viento frio de la mañana y brisas provocadas por los autos a esa hora, hacía que sus cuerpos temblaran. Lizbeth con su uniforme puesto y una bufanda alrededor de su cuello y guantes de lana parecía estar bien al frio de la mañana. Diego por su parte solo lleva una bufando negra en su cuello y las manos desnudas metidas en sus bolsillos.
Pensando en los diferentes escenarios de alejarse de Camila. No de alejarla de él. Y una forma de que no se sintiera culpable por el resultado. Después de todo fue ella la que se acercó a él, pese que siempre le dijo que se mantuviera alejada.
Camila necia y terca siguió acercándose a él pese que él demostraba de muchas formas no quererla a su lado. Ignorarla no era suficiente. Entonces debía hacer lo siguiente. Ignorarla, distanciarse y ser más frio era lo que necesitaba para alejar a las personas.
Lizbeth miro a Diego en una lucha interna. Tratando de no lastimar a su amiga y a la vez librarse de la culpa y eso lo hacía ver como un cobarde. Y a ella como una mala amiga al saber todo desde el inicio y no decirlo, pero… como le dirías a una de tus mejores amigas.
Mi hermanastro está enamorado de mi madre.
Eso sería como ponerse la soga al cuello y solo esperar a que los chismosos, lenguas flojas ocultos del colegio se enteraran de la verdad y esparcieran el rumor. Y ese rumor llegara a oídos de su familia siendo el final de todo. dañando la felicidad que habían logrado conseguir después de tanto tiempo. No querían lastimar a nadie, pero inevitablemente Camila debía ser sacrificada.
—Piensas demasiado —opino Lizbeth. —solo actúa como siempre lo has hecho.
Diego giro la cabeza para mirarla —parece no funcionar en ella. — volvió la vista al frente —no sé qué rayos ve en mí. No soy nada relevante. Prácticamente no soy lo que una mujer busca.
—Si no eres un modelo para una relación estable —confirmo Lizbeth —pero tienes una seguridad de confianza y misterio. Que resulta atractivo.
—No tengo nada de eso. Todo lo que hago, es mantenerme alejado de todos. Eso no es seguridad, no es confianza, ni misterio. Solo alguien que quiere estar solo, mientras muere por dentro.
Lizbeth se detuvo y de igual forma él lo hizo —varias ilusiones en tu cabeza. Imágenes que no será realizadas. Ese es el misterio que las chicas como Camila ven. La seguridad y confianza que ven.
Diego resoplo suave —eso no es más que una cobardía. No soy más que un cobarde Liz —respondió dándose la vuelta continuando el camino.
Lo alcanzo —Sí. Lo eres. Porque no te atreves hacerlo realidad.
—Mira quien habla. —La entrada del colegio estaba a la vista al igual que cierta amiga de Lizbeth, esperando la llegada de quien amaba. La miro con ojos filosos. Resoplo —es hora.
Como si la temperatura hubiera bajado más. Diego parecía haberse convertido en un tempano de hielo. Su mirada fría e inmutable no miraba a nadie, solo se centró en el camino hasta su destino. Camila se acercó feliz tenía una expresión cálida, con una sonrisa iluminada.
—Diego hola —expreso cada rastro de alegría de su ser. Sintió un escalofrió al notar que Diego ni siquiera la mirada y tampoco respondió su saludo. Parecía incluso más distante que antes. sus ojos decían no sé quién eres. —Diego —llamo e intento seguirlo siendo detenida por Lizbeth. se volvió para verla con algo de molestia.
—Déjalo —hablo Lizbeth.
Camila sintió el agarre fuerte sobre su mano y la mirada de sus ojos que decían y suplicaban. No lo sigas. Bajo un poco la mirada —¿Le sucedió algo? —pregunto.
Lizbeth se acercó y la abrazo. Un abrazo amigable demostrando que ella siempre estaría como su amiga. Eso era lo que ella trasmitía. Camila por parte lo interpreto de otras formas por lo que volvió a preguntar. —¿Le sucede algo?
No podía ser tan mala amiga. No podía dejar que su mejor amiga sufriera de esa forma, por alguien como él —Camila —la nombro con suavidad pidiendo que la escuche —escúchame. Aléjate de Diego. Te aseguro. Que no es lo piensas. ¡por favor aléjate! De él.
Camila retrocedió un paso, por su cabeza cruzaron las ideas. Sería posible que fuera cierto lo que sospechaba. Quería gritar que se alejara de ella, pero decidió confiar en la amiga de varios años, pero también en sus sentimientos.
—Sé que estas preocupada, pero entiende —sujeto sus manos —este es mi romance y lo quiero vivir hasta el final. Incluso si salgo lastimada.
Eso es el amor. Un sentimiento que sana, pero también lastima. Una espada de doble filo. Donde debes estar dispuesto a herir o ser herido. Amar u odiar.
—Camila. ¡por favor! —suplico —escúchame. Solo aléjate de él. Cree en mí.
—¿Acaso tu sabes algo que yo no sé? —pregunto.
Bajo la mirada y asintió con la cabeza —pero no te lo puedo decir es algo muy delicado —esa revelación hizo que ella abriera los ojos con algo de temor. Lizbeth lo noto —no es lo que te imaginas. Solo aléjate de él. ¡por favor! Camila.
#1516 en Joven Adulto
#8864 en Novela romántica
hermanastros, amor prohibido pasion silencio secretos, oportunidad de amar
Editado: 29.03.2025