Otro día más, la misma rutina de siempre, levantarse entrenar era lo que ellos hacían cada día. Él haciendo ejercicios intensos controlados por el tiempo de trabajo y descanso. Ella practicando yoga, la sutileza, escultura de su cuerpo era atrayente. Todo hombre era consiente al solo verla. Sus largas piernas enmarcándose en esa suave licra, su vientre plano.
—¿Qué tanto miras? —pregunto ella al notar su mirada sobre ella.
Diego reacción. Noto que dejo de entrenar un instante solo para verla —me preguntaba algo —respondió.
—¿Qué es?
Intento responder, pero se quedó en silencio —no tiene importancia —finalmente dijo volviendo a su rutina de siempre.
En esta ocasión lo hacía con más intensidad tanto que el tiempo de descanso no era suficiente. Al volver de nuevo con el circuito a los tres primeros burpees se quedó tendido en el suelo jadeante sin poder moverse. Toda su energía se marchó.
Lizbeth noto que no se movía y preocupada pues noto la intensidad con la que estaba haciendo su rutina se acercó preocupada. —Diego. Diego —lo sacudió. Noto como su espalda subía y bajaba con frecuencia.—¡Ay no! Diego. —lo volteo boca arriba. La respiración era irregular su rostro brillando por el sudor —tranquilo respira despacio. —no había caso Diego seguía respirando frenéticamente. Como si estuviera teniendo un ataque.
Sin pensar dos veces más unió sus labios a los de él. Recortando su respiración. En ese momento Diego no necesitaba respirar, ese beso lo ayudo a dejar de respirar. Recuperando la correcta respiración.
—¿Cómo…? —pregunto sin comprender.
—Respirabas irregularmente. Y, pensé que… no necesitabas respirar. ¡Así que! cuando te bese. Dejaste de respirar.
Diego encontró esos hermosos ojos verdes que pertenecía a la señora Diana y la chica presente ahí. Lizbeth era la imagen de ella y él era la imagen de su padre. Mirándose con intensidad. Lizbeth reacciono primero cortando el vínculo visual. Levantándose.
—No deberías hacer ejercicio de esa forma —declaro volviendo a su lugar de práctica.
—Me emocione un poco —respondió mintiendo. La razón de su sobre esfuerzo, era por sentirse atrapado. Al estar desesperado y eso lo molestaba al no tener el control de la situación. Al no tener lo que deseaba. Bajo la mirada y la volvió a dirigir a ella. —puedo practicar contigo.
—¡Eh…! ¿quieres practicar yoga?
—¿Me dejas…?
Ella lo miro un momento —de acuerdo. Ven.
Diego se unió a ella adoptando la misma postura. Al poco tiempo empezó a sentir el dolor en las áreas donde se centraba la postura, parecía algo sencillo a simple vista, pero en realidad era una tortura. Solo unas cuantas posturas y Diego termino tendido en el suelo sintiendo como sus piernas, cadera le quemaban.
—¡Vaya! No pensé que fuera doloroso. —se quejó.
—Es normal. Nos has practicado esto. Talvez para mañana sea más doloroso. —apago la música que escucha cuando hace su práctica —pero esto también te ayuda a tener una correcta respiración. Así que es un beneficio.
—Supongo que si —respondió tomando asiento en césped.
—Liz, Diego. Dense prisa —llamo la señora Diana.
—Voy mamá —respondió Lizbeth ingresando dentro de la casa.
—Diego rápido. Ve a ducharte.
Se la quedó mirando. Incluso recién despierta y con esa bata sobre su cuerpo, estaba hermosa. Esos hermosos ojos esmeralda y su cabello rojizo brillando. Le quitaban la respiración. Bajo la mirada —voy… —respondió corto.
—Rápido. Son las 6 —afirmo la señora Diana ingresando.
Se levantó con dolor —duele —se quejó al sentir como sus piernas dolieron al levantarse. —no vuelvo a hacer esto.
Ingreso dentro y dio una mirada rápida hacia aquella mujer en la cocina tomando rebanadas de pan, colocando queso y jamón. Subió rápido a su habitación, desvistiéndose ingreso a la ducha, el agua caliente abrigaba su cuerpo a la vez que lo relajaba. Bajo rápido encontrándose con Lizbeth, la señora Diana y su padre en la mesa sentados desayunando.
—Rápido hijo o llegaras tarde —comento el capitán Ross.
No se respondió y se acercó a comer. Hecho todo los dos salieron a la calle para ir al colegio tenían menos cuarenta minutos para llegar. El viento los golpeo. En silencio avanzaron hasta su destino. A unos metros de ingresar a los terrenos del colegio Lizbeth hablo.
—¿Cómo va lo de Camila? —pregunto. Ella noto como este tiempo Diego la ignoro más de lo que hacía.
—Va bien. Talvez, dentro de unos días. Ella olvidara que existo.
—Solo espero que no salga lastimada.
—Está es la forma más sencilla de hacerlo. Todo saldrá bien. —respondió cuando miro aquella chica en la entrada esperando.
—Ah… hola —dijo Camila levantando la mano. Llena de alegría. Se acercó para saludarlo —hola Diego —se acercó intentando besar su mejilla. Diego al ver su aproximación la esquivo y solo levantó su mano en señal de saludo continuando su camino.
Escucharon los murmullos de algunos estudiantes, reprochando el comportamiento de Diego. ¿Cómo era posible que ignore a una chica como Camila? Así comenzaron a sacar conclusiones aberrantes.
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Editado: 29.03.2025