Sustitutos

Capítulo 34

Como si una ola de viento glaciar hubiera azotado la ciudad manteniendo a todos dentro de sus casas abrigadas buscando el calor. La relación de Camila y Lizbeth se arruino. Camila no quería compartir con Lizbeth, pues sentía que la había traicionado, la que pensaba que era su mejor amiga la traiciono al besar al chico del cual ella sabía, estaba enamorada.

La situación era incomoda entre ellas, pero la que sentía el peso de ese distanciamiento era Gaby. Era ella la que estaba en medio de ellas dos como un amortiguador repeliendo el impacto inminente de sus amigas. A la vez se sentía oprimida, pues sentía que la obligaban a elegir entre una ellas. Talvez lo único bueno de eso, era que Camila se distancio de Diego, desde lo sucedido Camila se alejó de él como si le causara temor o talvez algo desagradable.

Diego ahora si que era más solitario de lo normal. No hace poco tenía la compañía de Camila, pero ahora estaba ahí sentado en el graderío de la cancha mirando el fondo como si no hubiera nadie a su alrededor. Como si en ese único momento solo existiera él, pero su concentración, la mirada reflexiva de sus ojos. Lo denotaban como alguien misterioso.

¿Qué rayos estaba pensando?

En cierta forma eso era atractivo. Y no negaba sentirse atraída por eso. Incluso algunas chicas que cruzaban frente de él lo miraban fijamente. Preguntándose. ¿Qué piensa? Alguien como él que no permite que nadie lo lea como libro abierto. Los mantenía en un suspenso y más cuando sabes que es alguien impredecible. Puede tomarte por sorpresa. Como lo hizo con Camila en su casa. Como lo hizo con la chica frente al colegio.

—Eres un peligro Diego —pensó Gaby —esa actitud pese que es irritante, también es atractiva. Gracias a Dios no caí en eso. De lo contrario…

No completo su pensamiento, ella también estaba a punto de ceder ante ese atractivo de Diego. Después de todo él se había acostado con Aleni Lara. Una de las chicas más hermosas y populares del colegio, manteniendo una relación secreta por mucho tiempo. y seguramente se seguían viendo a escondidas. Su misión ahora era reconciliar a sus amigas. Cerrar la brecha que se había abierto entre ellas.

—Cami —dijo con sorpresa abrazándola con emoción. Demostrando que estaba feliz de su distanciamiento de Diego y a la vez hacerla sentir su apoyo incondicional —no sabes lo feliz que estoy. Ya estas lejos de él. —Sintió como su cuerpo se tensó. Ese gesto la hizo entender que ella no se alejó por voluntad, sino que se vio obligada hacerlo algo había sucedido, que la hizo reaccionar de esa forma —Cami…

Se quitó del abrazo de su amiga, poniéndose de pie bajando la mirada, que la levantó de regreso hacia aquel lugar donde estaba él sentado. Sin dejar que Gaby se diera cuenta dirigió su mirada a la chica al otro lado. Ella también tenía un estado decaído, pues había perdido algo valioso, para ella y era su amistad. Dejo que sus sentimientos prohibidos, un amor no correspondido, la arrastrara dentro de un remolino junto a Diego.

Remolino. Que ellos habían creado y se habían dejado arrastrar hasta arrastrar a una chica inocente que solo se había enamorado del chico equivocado. Porque eso era Diego. El chico equivocado para cualquier chica.

—Voy a comprar —respondió Camila con tenue voz.

—Te acompañamos —añadió Gaby inmediatamente.

—No. —respondió con cierta dureza —quiero estar sola.

Como un perrito tierno a quien acabas de encontrar en la calle bajo ese vendaval de frio ella se alejaba. No parecía la misma chica de antes, era como si una parte de Diego, se hubiera posesionado de ella. No hablaba con nadie, ni siquiera con ellas, era distante. Esto era el efecto Diego. El ser más solitario del colegio.

—Liz… —llamo a su amiga junto, ella también parecía estar bajo ese efecto —Liz, tu… —hizo una pausa no decidió irse con rodeos. Sabía que algo paso y era entre ellos tres —¿Qué fue lo que paso Liz? Cuéntame. —hizo la pregunta directa, pese saber que no le respondería debía presionar, aunque sea un poco.

Lizbeth permaneció en silencio. Mantuvo la calma talvez debía agradecer al frio de la mañana el poder tener más control —no pasó nada —respondió.

No creyó sus palabras. Algo había pasado entre ellos, para que hubiera ese distanciamiento y de cierta forma intuía que el principal culpable era tipo sentado en la distancia.

—Liz puedes confiar en mí. No soporto más esta situación desde la otra semana, ustedes dos… —se puso impotente —sé que algo paso entre ustedes. ¡Por favor! Dime y sabremos solucionarlo —intento ser un apoyo entre sus dos mejores amigas.

Lizbeth se levantó con la mirada gacha —pronto sonara la sirena. Hay que volver a clases —con esas palabras ella se marchó dejándola sola.

Sola ahí. Sin Camila, ni Lizbeth se sentía algo solitaria de cierta forma parecía que ella también cayó bajo el efecto Diego. Una persona solitaria. Miro al culpable de esto. Sintiendo una furia incontrolable empezó a dirigirse hacia él. Quería a sus amigas de vuelta. Quería que él se mantuviera alejado. Él era destructivo y arrastraba a las personas como si fuera una enfermedad. Le pondría fin a esto. Si él era la enfermedad. Ella era la cura.

—¡Hey tú! —expreso con cierta rudeza. Diego que seguía en su pensamiento salió de este. Levantó la mirada conectado con ella. Ese valor de antes parecía menguar, necesitaba mantenerse furiosa, pero calmada. Esos ojos oscuros, no la iba arrastrar —¿Qué le hiciste a mis amigas?




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