Sustitutos

Capítulo 42

La fiesta de fin de año, otro evento importante del cual solo ellos cuatro querían compartir, salvo los dos jóvenes que parecían sentirse como si estuvieran atrapados dentro de la encrucijada familiar. Donde sus padres relucían radiantes, llenos de alegría, felicidad, amor. Concepto que para ellos era tan lejanos, pese conocer el significado no lo podían sentir a plenitud. Solo eran espectadores de la felicidad ajena, anhelando desesperadamente sentir aquellos sentimientos en plenitud.

Nada de lo que hacían les era útil, solo era como inyectarse una dosis de analgésicos menguando aquel sentimiento. Diego pese que volvió a estar como Aleni solo son momentos, fugaces de pasión. Se liberaba de la tensión de su cuerpo, pero no lo hacía completamente. Su parte emocional era la que deseaba explotar quería liberar esa presión que sentía. Aleni solo era un pasatiempo tanto ella para él, como él para ella. Entregarte a la pasión desenfrenada, pero sin sentir una conexión emocional, profunda. No era avanzar.

Diego necesitaba exprimir hasta la última gota de esa presión emocional, quería liberarse de todos aquellos sentimientos, que lo estaban torturando en vida. Necesitaba que alguien lo salve, en la distancia observo a la señora Diana sentada en la mesa en el balcón junto a su padre. Odiaba y envidiaba su amor. En eso se preguntó.

¿La señora Diana era la persona adecuada para liberar esa presión?

No había duda de estar enamorado de ella, pero en esta edad o en cualquier edad es fácil confundir el amor con solo simple atracción o admiración. Se volvió a preguntar si lo que sentía por ella era amor o solo una simple atracción o admiración. O talvez solo quería usarla. De algo si estaba seguro ella era especial para él. Su teléfono timbro. Era Aleni llamándolo.

—Diego ¿Estás libre? —pregunto.

—No. Estoy con mi familia. Esperando los últimos minutos de este año.

—Dime. Quieres venir y recibir el nuevo año. Juntos —propuso seductora.

Diego lo pensó, talvez sería mejor ir con ella y pasar un momento de pasión. Reflexión hacer eso solo aumentaría aquella presión que sentía. Una pasión vacía que solo lo iba a destruir.

—¡Lo siento!

Ella rió al otro lado de la línea —¿Por qué? Estoy sola… necesito algo de compañía.

—Estas con tu familia. Y yo con la mía —dirigió su mirada al balcón. Este era un momento para ellos. Un momento familiar.

—¿Mi familia? Mi familia está haciendo un bullicio ahora —respondió.

—Supongo que es normal. Es fin de año.

—Sí, pero la mía… —hizo una pausa.

Diego entendió el silencio —¡siento no poder estar ahí!

—Sabes Diego. Eres un chico increíble. A veces… a veces deseo entregarme entera a ti. Tú fuiste mi primer chico.

—¿Por qué siento que quieres despedirte?

—Porque es una despedida Diego.

—¿Te vas? De nuevo me dejas solo —expreso con desanimo.

—¡Lo siento Diego! Pero siento que aquí, solo me estoy estancando —Diego gruño, pero ella lo sintió —tú no eres un ancla Diego. Tu eres un chico maravilloso. Al que creo que corrompí.

Diego rió —no tomes el crédito de algo que no has hecho. Tu no me corrompiste.

—No, pero si te hundí en este mundo. Más de lo que ya estabas.

Diego volvió a reír bajo —sabes…

—Aleni… —escucho otra voz detrás de la línea.

—Me tengo que ir. Han venido por mí.

—¿Cuándo te vas?

—La próxima semana el día martes. Mi vuelo sale a las tres de la tarde Continuare mi carrera allá. ¡Adiós Diego! Feliz año nuevo.

—Si. Gracias. Feliz año nuevo.

—No te desanimes. Sé que encontraras una chica especial para ti, pero deja esa cara de revolver que tienes. ¡Adiós! —corto la llamada.

—Si. ¡Adiós! —exhalo guardando su celular —una chica para mí —susurro bajo levantando su cabeza al firmamento nocturno.

Lizbeth sentada en la barra meneando su taza de café de lado a lado, pasaba por la misma situación de Diego. Ella también usaba a otra persona para aliviar su corazón, pese que Mariano tenía su reputación de seductor, no se merecía esto que ella le estaba haciendo. Solo salía con él para alejarse del mundo de casa de lo que sentía. Funcionaba. Mariano era un buen acompañante, divertido sabia como sacar risas de cualquier momento, incluso si alguien la embarraba él con su personalidad extrovertida podía convertirlo en una situación divertida.

El patrón de los hombres divertidos, pero su patrón era ese mismo para conseguir lo que quería. Lizbeth solo lo quería con una droga, su personalidad divertida era lo que le distraía de pensar en él. En el hombre que estaba a solo un piso arriba de ella, junto a su madre. Deseo olvidarse de él, pero nadie le advirtió que fuera tan difícil. ¿Por qué inventar algo tan complicado como el amor? Pues este no viene con instrucciones para dejar de amar a la persona que ama.

—¡Odio esto! —expreso levantando su taza de café. —¡Odio sentirme así! —intento beber un poco, pero bajo la taza. Sentía la frustración de no ser correspondida y a la vez la culpa de usar a las personas. Porque es lo que hacía con Mariano —es tu culpa —en su cabeza llego Diego —Tú. Tú tienes la culpa. —Diego usaba a las personas eso le quedo claro a ella y de cierta forma ella aprendió hacerlo.




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