El día llego, la despedida sería inevitable Diego sabía que hoy la primera chica de su vida se marcharía. Debía confesar que no pudo dormir la noche anterior, después de todo ella era alguien importante para él. Al ser la primera que no lo vio, como el retraído social, el chico que lo único que hacía era respirar.
Aleni fue su primera vez sus labios, su cuerpo en general toda ella fue su primera vez. Y al ser su primera vez, aunque no hubiera sentimientos de por medio. Él la quería. Era alguien especial e importante para él. Debía decirle que la quería, quería agradecerle. Quería tener el recuerdo de sus labios, de su calor, aunque sea una última vez. De sentir su cuerpo entre sus brazos una última vez. Y esta presión era angustiante, esperaba que no sea demasiado tarde, y algo cliché.
El chico va en buscar de su amor para impedir que se vaya, pero esto no era así. Ella no era a quien amaba y ella no lo amaba, lo único que tenían era los buenos momentos que pasaron entre ellos. Los sentimientos de amistad e intimidad que compartieron juntos.
—Espero llegar a tiempo —fue lo que dijo mirando por la ventana del bus sería un viaje de por lo menos cuatro horas.
Miro su reloj notando que todavía eran cerca de las diez de la mañana, calculando el tiempo y revisando el GPS con las paradas que debía hacer si esperaba llegar a tiempo. calculo que por lo menos llegaría una hora antes de que ella se subiera a ese avión.
Lo repito no era el cliché del amor a último momento, solo quería despedirse y decirle lo especial e importante que era ella para él. Era la única razón y motivo por la que estaba realizando el viaje hasta el aeropuerto. No pensaba hacerlo, pero sentía que debía hacerlo, pues se sentía como si un gran peso se sumara sobre sus hombros supo que debía hacer esto.
Se dio la vuelta y corrió de regreso a casa ignorando a Lizbeth, preguntando a donde iba. En ese momento solo podía pensar en ella. Solo podía pensar en decirle lo importante que era ella en su vida ingreso a casa cambiándose el uniforme militar por ropa casual y fue al terminal para tomar el primer bus que saliera hacia la capital. El tiempo corría, solo esperaba llegar a tiempo.
Después de tres horas de viaje llego hasta la capital, rápido se subió al metro notando que todavía le faltaba tres horas para llegar. El metro lo dejo al centro norte de la capital y se detuvo un momento para comer algo ligero. Haciendo preguntas se pudo subir a un bus que lo dejaría cerca del aeropuerto. Volvió a revisar su reloj faltando poco menos de una hora para llegar.
—¡Maldición! —se quejó.
Pendiente del GPS, pendiente del tiempo estaba algo estresado. Deseaba llegar a tiempo y finalmente llego se equivocó en los cálculos tenia cuarenta minutos para que su vuelo saliera. Corrió ingresando dentro, la busco con la mirada encontrándola en el área de embalaje. Estaba ahí junto a sus padres y sus hermanos.
Estaba hermosa como siempre, era natural no necesitaba de tanto maquillaje. Ella era natural y eso era lo que le gustaba de ella, parecía tranquila, aunque por dentro debe estar algo asustada ya que se alejara de su familia ira a un nuevo lugar desconocido. Conocerá nuevas personas, se enamorará ahí y talvez forme su familia. Ella era libre de hacerlo. Él solo quería decirle lo que sentía, lo importante que ella fue para él. Se acercó hasta ella.
—Hola —dijo suave, pero fuerte para que lo escuchara.
—Diego —dijo con asombro de verlo ahí, de pie frente a ella —¿Qué haces aquí?
La pregunta, su asombro causo curiosidad ante las personas presentes, como si vieran una escena de película romántica. El chico llega de último momento e impide que el amor de su vida se marche. Este no era el caso.
Dio un paso adelante tomando su mano —podemos hablar —se escuchan murmullos y un grito.
—Hija —dice su madre.
—Hay muchos curiosos aquí —comento ella.
—Molestan, pero… no me importa. Solo quiero hablar contigo y decirte…
Ella sonríe —no lo dirás ¿Verdad? —noto un ligero sonrojo en ella.
Le sonríe de la misma forma —claro que no. —las personas miraban esto confundidas —pero si quiero decir algo similar. —se acercó un poco más. sujeto su otra mano mirándola a los ojos.
—¿Qué es? —un brillo estaba en sus ojos.
—Quiero decirte lo mucho que te quiero Aleni. Lo importante que has sido en mi vida. Tú fuiste la primera que no me trato como un bicho raro. Que cada momento compartido contigo, fue lo mejor de mi vida. Te quiero mucho Aleni. Siempre tendrás un lugar especial en mi corazón.
Ella lo miro a los ojos, la sinceridad de sus palabras le llegó a su corazón. Sabía que Diego siempre hablaba con sinceridad, pero en este momento esa sinceridad era incluso mayor. Cálida, alejando de ellas esos temores de distanciarse de su familia, de su tierra y del único chico que ella tenía en su corazón y que permanecería ahí durante mucho tiempo. Sin embargo, ellos no estaban enamorados el uno del otro. Solo eran amigos. Dos amigos que se conocían en todos los sentidos. Dos almas que durante un tiempo fueron un consuelo. Que a pesar de haberse usado se querían, pues se mostraron como ellos eran.
Lo abrazo —también te quiero Diego. Siempre fuiste y serás mi primer chico —murmullos, asombro se escuchaban —eres él único que me conoce como soy. Y no me juzgaste. Me alegro de que hayas sido tú. Te quiero Diego. Tú también estarás en mi corazón —corto el abrazo mirándose a los ojos. Ella tenía unas lágrimas por sus mejillas. Él sonreía como si soltara una carga de su cuerpo.
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Editado: 29.03.2025