Sustitutos

Capítulo 44

Todos a su alrededor estaban creciendo o al menos las personas cercanas a ella. La primera fue su madre, que creció, maduro y sano al lado del capitán el hombre que ella si estaba esperaba toda su vida. Ella era feliz, tan feliz como talvez no lo fue con su padre pues ella sabía el infierno que vivieron a su lado. El conocer al capitán Ross fue la luz de su madre y de ella, pese amarlo en secreto.

La segunda en crecer fue su amiga Camila, posiblemente el cambio más radical fue el de ella el ser rechazada por Diego, la impulso hacia un nuevo horizonte, su seguridad y confianza creció. Se sorprendió el día en que ella cruzo esa puerta con nuevos aires renovados, como si hubiera recibido la bendición de Dios. Radiante, bella llamando la atención no solo de los hombres, también de las chicas que la miraban con admiración pues nunca había visto esa templanza en ella.

Y ahora parece que Diego también creció, aunque no puede decir que sea como su madre o Camila él se mira como si se hubiera sacado un gran peso de los hombros. Ahora tenía una expresión más ligera y suave. Mas no la cara de seriedad y revolver que se cargaba siempre. Ese cambio era por ella la chica que tomo sus primeras veces, a ella le debía ese cambio.

Lizbeth miraba a Diego con su nuevo rostro. Suave y ligero incluso sus ojos trasmitían un brillo diferente.

—Rápido hijos. o llegaran tarde —hablo la señora Diana.

—Aún podemos correr —respondió Diego.

La señora Diana lo miro con seriedad —no llegaran sudorosos al colegio. Menos Lizbeth.

Diego rió. Levantándose tomando su plato llevándolo hasta el lavaplatos lavándolo —no llegaremos tarde. O al menos yo no llegare tarde. —respondió dejando el plato lavado. Retirándose.

La señora Diana lo queda mirada —¡es increíble! —Dice con asombro.

—¿Qué? —consulta Lizbeth.

—Diego. Ella chica debió significar mucho para su vida.

Lizbeth guardo silencio. Levantó la mirada —mamá. No piensas que dejo escapar alguien importante. —interrogo.

—Hija amar. También significa dejar ir. Incluso si esa persona no es feliz junto a ti.

—Las personas son egoístas mamá. Todos queremos ser felices con quienes amamos —refuto ella.

—Me voy —dijo Diego llegando a la sala con su mochila.

—Amar significa muchas cosas hija. debes descubrir eso. Date prisa o llegaras tarde —finalizo la conversación.

Rápido subió a lavarse los dientes tomar sus cosas, bajar despedirse de su madre e ir al colegio. A unos veinte metros caminaba Diego tranquilo como si nada le importara, incluso ahora se mostraba sereno, pero ¿cuál sería su comportamiento en el colegio? El video era viral y los adolescentes toman todo en chiste o lo interpretan de la peor forma. Un ejemplo claro era Mariano. Su interpretación fue que Diego era un tonto al dejar ir a una chica como Aleni.

Comentarios como aquellos eran lo que le esperaban ahí, en el ambiente educativo. Posiblemente incluso algunos docentes hablarían de él a sus espaldas. Sin importar lo que hagas sea bueno o malo todos te juzgaran. Quería saber la reacción de Diego con todos ellos. Acelero el paso y logro alcanzarlo. Lo miro de reojo estaba relajado. A medida que se iban acercando la actitud de Diego se tornó algo seria. Pocos estudiantes en la calle empezaron a dirigir las miradas en su dirección y los murmullos empezaron. Lizbeth deseo poder leer los labios de ellos, pero podrían jurar que no decían nada bueno de Diego.

El ambiente educativo se presentó con más vehemencia y los estudiantes al igual que algunos docentes dirigieron su vista hasta Diego que lo único que hizo fue ignorarlos por completo y siguió avanzando en medio de ellos.

—Liz —la voz de Gaby me detuvo.

—Hola —saludo besando su mejilla.

—Chicas —Camila llego alegre y dirigió su mirada hacia Diego. –

—Cami —dijeron ambas besando sus mejillas.

—¿Cómo lo lleva? —pregunto Camila.

—Pues… diría que es el mismo de siempre —expreso Gaby.

—mmm… ¿tú crees? —cuestiono Camila.

—Solo con mirarlo es notable —respondió Gaby.

—Él, cambio, pero solo lo demuestra con alguien cercano. Con el resto no lo hace —respondió Lizbeth.

—¿Estás segura? —consulto Camila.

—Si. Lo sé —respondió.

Las tres avanzaron para sus clases que avanzaron como cualquier otro día. En el receso Diego estaba como siempre solo sentado en un rincón junto a la pared del bloque de educación básica. Sujetando su botella de agua en lo que algunas chicas se le acercaron.

—¡Dios mío! ¿Qué creen que pase? —pregunto Gaby. La distancia no les permitió escuchar, pero por el comportamiento de ellas y la falta de reacción de Diego supuso que estaba bien.

Observo a una de ellas extenderle un trozo de papel. Otra que solo le acaricio el hombro. —chicas. Soy yo o Diego está recibiendo mucho apoyo de parte de ellas —volvió hablar Gaby.

—Eso parece. —añadió Camila.

—Bueno hay que admitir. Que lo que hizo fue muy romántico. ¡Dios mío! Desearía que un chico lindo y apuesto hiciera eso por mí —confeso Gaby.




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