Confesarse. Lo que Diego hizo hace unos días era como una confesión. Como cuando vas a la iglesia a confesar tus pecados, y recibes la absolución de ellos. Diego se confesó ante ella diciendo que le gustaba y que su forma de demostrarlo era su molestia y sus celos.
Un pecador puede obtener el perdón con solo esa acción, pero alguien que siente algo así de fuerte y desconocido hacia una persona. Es difícil que obtenga los sentimientos de su parte. Diego tenía un gran peso, un gran pecado que era amar a la esposa de su padre. Eso ahora ya no tenía relevancia. En estos días que la ha visto tan cercana a Mariano, es como si ella era la quien había madurado en gran medida.
No podía negar que Mariano pese tener sus planes, la estaba reformando como persona, como mujer, que empezó a dejar su pasado atrás. Al igual que un amor no correspondido. Diego por su parte pueda que haya crecido, pero se estancó en su crecimiento al sentir lo que estaba sintiendo. Amar es algo tan complicado como si fuera una enfermedad que puede destruirte de diferentes formas, pero.
¿Quién de ellos dos sucumbiría en la fase terminal de ese sentimiento?
Diego opto por solo mirar desde lejos. Ya le había pedido que se alejara de él, pero si seguía al lado de Mariano es porque ya confiaba plenamente en él. Entonces de ser así. No seguiría insistiendo en algo que nunca pasaría, si tenía que caer de esa cima pues que caiga.
Viernes en la mañana el colegio estaba preparando un programa especial por el día del amor y la amistad. Los alumnos recorrían las instalaciones con broches de corazón. Algunas parejas lograban tener momentos románticos, para expresar su amor. Pero algo mucho más interesante estaba pasando en el salón de clases de Lizbeth.
—¿En serio te gusta? —expreso Gaby.
—Si —respondió Lizbeth con toda franqueza.
—Liz. Piénsalo bien. Es Mariano —hablo Camila.
Lizbeth sonrió tímida —lo sé, pero… en estos días se ha vuelto tan atento conmigo.
—Talvez solo sea un farol —dijo Camila.
—Si también lo creo —añadió Gaby.
—Chicas. Él ha estado pendiente de mí. —rió —salto la reja acompañando para ir a visitar a mi madre. Eso no lo hace cualquiera.
—Bueno… sí. Eso fue impresionante. Incluso lo castigaron —continuo Gaby.
—Confió en él —expreso con sinceridad Lizbeth.
—Pues confía más linda. —reconoció la voz de Mariano ingresando al salón de clases. Llevando consigo un globo rojo en forma de corazón, que decía. Te amo. Rosas y un peluche.
—¡Ay…! Mariano —dijo emocionada Lizbeth y los susurros empezaron, todos los presentes en especial las mujeres estaban emocionadas.
—Sé que este no es mi estilo, pero… te gusta —le sonrió.
—Si me gusta —respondió ella con profunda alegría.
—Lizbeth. linda aquí frente a todos ellos como testigos. Quiero decirte lo mucho que me gustas. ¿quieres ser mi novia?
Los gritos de emoción de las chicas se hicieron presente. —Si —respondió ella sin dudar. Uniendo sus labios a los del chico que ella quería, mientras los presentes aplaudían emocionados, pero solo uno de ellos estaba en silencio, desde el umbral de la puerta. —¡Te quiero!
Verla besar otros labios era un gran golpe que tuvo que soportar. Estaba feliz, parece que era ella ahora la que había logrado superar su enamoramiento por su padre. Su comportamiento lo decía. Diego sentía ese malestar y celos desbordantes, pero no haría algo humillante, por más enamorado o que ame a esa persona. Jamás haría una escena de celos, para él solo bastaba con que ella notara como se sentía y si ella no sentía nada por él entonces solo debía dejar marcha lo que sentía. Que todo siga su rumbo.
—¡Otro beso! ¡Otro beso! —vociferaron los presentes.
Lizbeth escucho, uniendo sus labios de nuevo con los de Mariano seguido de aplausos. Estaba sonriente, feliz. Parecía estar completa. Noto la presencia de Diego en el umbral quedándose en shock, él estaba ahí de pie sujetando algo en la mano siendo un chocolate de la marca Amor. Sus miradas se encontraron, pero Diego la retiro marchándose de ahí.
—¡Te quiero Liz? —expreso Mariano —¡Quiero que seas muy feliz!
—Si lo seré junto a ti —respondió ella.
El programa de san Valentín del colegio fue bueno prácticamente el colegio hizo una orquesta con los estudiantes y otros cantaron canciones románticas. Diego solo miro desde la distancia algunas parejas y la nueva reciente. Por los pasillos, en cada salón de clases se iba pasando un cuadro forrado de rojo decorado para la ocasión. Todos participaron cómodamente tomándose fotos entre amigos y el salón entero.
—Haber todos júntense para la foto del salón —expreso el tutor del curso de Diego. Tomos se acomodaron para salir en la foto —Ross —se dirigió a Diego —cambia esa expresión —dijo el tutor. Diego gruño no iba fingir algo que no sentía. Se movió del grupo y tomo asiento en su lugar —¿Qué haces? —pregunto algo molesto.
—No saldré. Acaso no es obvio.
—Ross —el tutor se ofusco —ponte ahí.
Diego exhalo —entonces, lo hare tal cual soy.
El tutor estaba molesto y esto molesto a los demás estudiantes. Empezando a recriminarlo por su actitud de mierda y sí. Diego estaba con una actitud de mierda, eso no le importo en lo mínimo y se rehusó a salir en aquella foto.
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Editado: 29.03.2025