Susurros de amor.

Lucero en el corazón.

Versos de una abuela inolvidable.

En la quietud de la ausencia, emerge la figura de mi abuela Lucero. Ella fue mucho más que una presencia en mi vida; fue mi confidente, mi guía y un faro de sinceridad en este vasto océano de experiencias. Sus ojos, portadores de sabiduría, actuaban como maestros que desentrañaban los secretos de la existencia.

Cada día compartido con ella era una lección de vida, una travesía donde sus palabras resonaban con la profundidad de su ser. Su papel no se limitaba a ser la mejor de todas las abuelas; era la vibrante vocal de afecto, el eco silencioso pero elocuente que tejía la trama de nuestro vínculo.

En nuestras risas compartidas, encontraba la complicidad que solo se forja en los lazos más entrañables. Su habilidad para convertir la cocina en un escenario de sonrisas añadía un sazón especial a nuestra relación. Ella era la chef de momentos inolvidables, donde el aroma de sus platillos era la fragancia de la felicidad.

Como abogada de sueños, sostenía la defensa de mis aspiraciones con un optimismo inquebrantable. Su papel de mentora se manifestaba en cada consejo, cada palabra que guiaba mis pasos. En cada amanecer, ella era mi mejor amiga, una presencia constante en el paisaje cambiante de la vida.

Aunque su partida dejó un hueco profundo, este poema en prosa surge como un intento de capturar la esencia perdurable de mi abuela Lucero. A través de los recuerdos, su luz sigue siendo un esquema que ilumina mi camino, recordándome que su ternura sigue viva en mi corazón.




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